El mercado del vino en España: un análisis en la perspectiva de los consumidores

AutorMikel Buesa
Páginas26-41

    El origen de este texto es un informe que preparé en 1981, junto a José Luís Aguirre, para el Grupo de Trabajo sobre la Comercialización del Vino constituido en el entonces Ministerio de Economía y Comercio. En la tarea de revisar, actualizar y sintetizar aquel informe he recibido ayuda de don Manuel Blanco García y don Jaime Ramón Robledano, quienes han puesto a mi disposición algunos de los datos necesarios, y del doctor Pablo Campos, quien con sus sugerencias críticas ayudó a mejorar el texto. Quede constancia de mi agradecimiento por su desinteresada colaboración.


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1. Introducción

El vino constituye uno de los productos de consumo generalizado en la sociedad española que se corresponde con la existencia de una producción interior cuya dimensión, como resulta ampliamente conocido, alcanza en términos absolutos valores sólo inferiores a los de Italia y Francia, de forma que nuestro país es el tercer productor mundial del mismo. Es precisamente esta gran dimensión de la producción vinícola -que, como más adelante se pondrá de manifiesto, se ha incrementado fuertemente en los últimos años- la que plantea importantes problemas derivados de una insuficiente demanda para su absorción. El sector vinícola español genera excedentes de carácter estructural que, dada la política de precios instrumentada a través del FORPPA, se traducen en una utilización creciente de recursos financieros cuyo coste es asumido por el Estado en beneficio exclusivo de los productores, y por tanto sin que los consumidores tengan acceso a las contrapartidas de la actuación estatal. El propósito de estas páginas es precisamente tratar de demostrar el aserto precedente mediante el análisis de las causas que determinan el crecimiento de la producción vinícola, de la política de precios de garantía y de los efectos de todo ello en el funcionamiento del mercado del producto final.

2. La producción vinícola en España

La producción vinícola española ha experimentado una ininterrumpida tendencia creciente durante las últimas décadas, tal como lo muestran los datos del cuadro 1. En efecto, al margen de las fluctuaciones anuales provocadas por las diferencias climáticas, dichos datos muestran cómo mientras que, en la primera mitad del decenio de los sesenta, la cifra media de producción se situó en 25 millones de hectolitros/año, en los primeros años ochenta se alcanzaron producciones medias superiores a los 37 millones de hectolitros, lo que supone un incremento de más del 50 por 100 entre ambos períodos. Este incremento de la producción es paralelo -como también puede comprobarse en el cuadro 1- a una irregular evolución de las superficies de viñedo que, sin experimentar fluctuaciones importantes, presentan una tendencia creciente desde 1975, y a un crecimiento continuado de los rendimientos del cultivo. Dadas las variaciones que año a año registran las cifras correspondientes, estas tendencias pueden apreciarse mejor en el gráfico 1 donde se representan las ecuaciones de regresión lineal de las mismas en función del tiempo. Los coeficientes de determinación (R2) de las rectas ajustadas presentan valores bajos, por lo que las ecuaciones obtenidas carecen de valor predictivo, aunque no por ello dejan de reflejar con precisión la tendencia seguida por las variables analizadas. De este modo se comprueba que el crecimiento de la producción y de los rendimientos del cultivo es mucho más intenso que el de las superficies, por lo que cabe esperar una estrecha relación entre las dos primeras de estas variables y una relación débil entre la primera y la tercera.

Esta última afirmación puede verificarse estimando la regresión lineal entre las mencionadas variables. Las ecuaciones obtenidas son las siguientes:

PR -4,5517 + 1,0850 RT (R2=0,9477; E = 7,9196)

PR = -16,1921+1,5713 SE (R2= 0,0322 ; E = 34,0680)

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[ VEA LA TABLA EN EL PDF ADJUNTO ]

Queda claro, por tanto, que el incremento registrado por tas producciones vinícolas (PR) está fuertemente vinculado al de los rendimientos del cultivo (RT), mientras que la relación entre la primera de estas variables y las superficies en producción (SE) es escasamente significativa 1.

Ahora bien, aunque los datos estadísticos disponibles dan cuenta del fenómeno analizado, no por ello descubren los comportamientos de los agentes económicos que los determinan ni las causas que explican esos comportamientos. Por ello, antes de entrar en el análisis de estas últimas, conviene efectuar algunas precisiones sobre aquéllos.

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En primer lugar, ha de constatarse la existencia de plantaciones de viñedo no autorizadas

[ VEA EL GRAFICO EN EL PDF ADJUNTO ]

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por el Ministerio de Agricultura, incluso en terrenos de regadío 2, sobre cuya extensión se carece de datos numéricos, pero que parecen haber alcanzado cantidades significativas, especialmente en La Mancha y Extremadura. Pese a la ilegalidad de estas plantaciones, no parece que la Administración haya tomado medidas sancionadoras hasta muy recientemente y, aún así, de forma limitada. A este respecto puede exponerse como ejemplo significativo el caso de La Rioja cuyo Gobierno Autónomo instruyó, en abril de 1985, más de 2.500 expedientes sancionadores a agricultores de la región por haber plantado viñedos sin autorización desde 1970. Estas plantaciones ilegales cubren una superficie equivalente al 5,25 por 100 del total regional dedicado a la uva para transformación y las sanciones aplicadas se sitúan entre 10.000 y 50.000 pesetas por hectárea según los casos 3. Como puede apreciarse, se trata de una actuación administrativa tardía, de reducida incidencia económica sobre los infractores y que además produce, paradójicamente, el efecto de legalizar una situación irregular al dar lugar el pago de la sanción a la inscripción de las plantaciones en el registro correspondiente. Este comportamiento de los viticultores carece de reflejo estadístico adecuado, por lo que es posible que la relación entre producción y superficie sea más estrecha que lo señalado anteriormente, aunque ello no obste para que quepa esperar que, en et caso de que se dispusiera dos datos de mayor fiabilidad, el coeficiente de correlación lineal continuara siendo bajo.

Otros comportamientos que es preciso relacionar son los que influyen en el incremento de los rendimientos. Se trata fundamentalmente de algunas modificaciones introducidas en las técnicas del cultivo, que afectan al abonado, podas y mecanización, y del riego de los viñedos. Este último factor es, según he podido constatar en medios empresariales y administrativos relacionados con el sector, el de mayor relevancia en la determinación de la mejora de los rendimientos, hasta el punto de que volúmenes de producción como el de 1981 -año de fuerte sequía- no se pueden explicar al margen las prácticas de riego.

Estas prácticas se encuentran expresamente prohibidas en el artículo 42 del Estatuto del vino, viñas y alcoholes, sin que quepan excepciones fijadas administrativamente. Quiere ello decir que el aumento de los rendimientos y, por ende, de las producciones vinícolas se ha producido, en parte, gracias a una transgresión de la legalidad vigente que va en detrimento de su calidad, pues el riego induce una reducción en el grado sacárico de la uva y una pérdida de su aroma.

3. La demanda de vino

De las consideraciones efectuadas en el epígrafe precedente se desprende claramente que detrás del aumento de la producción vinícola se encuentran unos comportamientos productivistas que, en ciertos casos, implican incumplimientos claros de la regulación jurídica, y que es preciso explicar en función de los estímulos económicos que proporciona la peculiar configuración de la demanda de este producto. Dicha demanda tiene tres componentes fundamentales: la demanda interior, la exportación y las adquisiciones realizadas por los órganos administrativos reguladores del mercado. La evolución del primero de estos componentes se recoge en el cuadro 2. En él puede apreciarse que la demanda interior es bastante estable a lo largo del tiempo, aunque tal vez quepa registrar un leve descenso ten-dencial en los últimos años que afecta tanto al consumo humano como a los usos industriales. La estabilidad de la demanda interna se traduce en un descenso tendencial del consumo per capita 4, de forma que en los años finales del período, cuando se afianza la tendencia al crecimiento de las producciones, resul ta ser inferior, respecto a los años iniciales, en un 15 por 100 para el consumo humano y en un 17 por 100 para el total. Este resultado es similar al que se obtiene a partir de las cifras de las Encuestas de Presupuestos Familiares elaboradas por el INE, según las cuales el gasto por habitante en la adquisición de vino, medido en pesetas constantes de 1980-81, pasó de 2.438 pesetas en 1973-74 a 1.971 pesetas en 1980-81, registrándose así un descenso de la demanda por individuo del 19,2 por 100 entre ambos períodos.

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[ VEA LA TABLA EN EL PDF ADJUNTO ]

Puede afirmarse, por tanto, que la demanda interna de vino presenta claros rasgos de estancamiento por efecto de un descenso ten-dencial del consumo per capita 5, probablemente inducido por un movimiento de sustitución de este producto por la cerveza 6. En consecuencia ha de concluirse que la evolución de la demanda interna no ha estimulado la producción vinícola; todo lo contrario, si este componente de la demanda resultara básico para determinar el comportamiento de los vinicultores, cabría haber esperado una estabilización de la producción en las cifras obtenidas para la década de los años sesenta.

El segundo componente de la demanda es la exportación. Se trata en este caso, de un componente muy dinámico -tal como puede comprobarse en los datos del cuadro 3-...

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