La traducción poética como proceso creativo

AutorJaime Siles
CargoUniversidad De Valencia
Páginas195-205
242
La traducción poética como proceso creativo
JAIME SILES
UNIVERSIDAD DE VALENCIA
La traducción ha sido considerada casi siempre un hecho paraliterario más que
literario en sí. Sin embargo, es bastante fácil demostrar lo errado de esta creencia
o posición: basta una mirada a la historia de la literatura para comprender lo que
la traducción literaria —y no sólo la traducción que llamamos poética— ha su-
puesto como catalizador del hecho artístico y, más concretamente, como motor
del acto poético y estímulo desencadenante del mismo proceso creador.
Ello es así porque la traducción se aproxima a —e, incluso, se identifica con—
lo que Aristóteles denominaba y entendía como mímesis, los latinos interpretaron
como imitatio, y los actuales teóricos de la literatura explican y definen como
ficción. La traducción es —y conviene no olvidarlo— una especie de mimesis en la
que lo representado o imitado no sólo es el texto objeto de partida sino todo su
complejo proceso creador. Si la mimesis consiste en actuar como si, en i magi nars e
otro, en fingirse otro, la traducción es un grado máximo de la ficción, y lo es no
sólo al modo en que Aristóteles la entendía, sino también al modo y en el sentido
en que Pessoa lo asumió. De modo que si el poeta es un fingidor, el traductor
practica un doble fingimiento: el del poeta en sí y el de su ficción. Por eso la
traducción forma parte no sólo de la historia de la literatura sino del proceso
creador de la literatura en la medida en que —como hipermímesis y supraimitatio
que es— ella misma se convierte en agente generador de la creación y llega a ser
ella misma materia creativa.
Las literaturas antiguas —que son campos de operaciones en los que la expe-
rimentación se presenta ya por completo cerrada y, por ello mismo, ofrecen un
ámbito de observación fijo y estable, que hace que se pueda hasta en sus más
mínimos detalles analizar— permiten comprender la realidad de este fenómeno,
al que no está de más aproximarse tanto en sí mismo como en su historicidad. La
Ilíada, por ejemplo, ofrece pasajes que se ve que son o han sido traducción de
textos ugaríticos; en la comedia latina de Plauto y de Terencio se practica la ver-
sión de obras de la comedia griega media o néa e, incluso a veces, no contento con
seguir casi al pie de la letra el texto de una comedia griega, el autor realiza una
interesante y curiosa mezcla de dos: la llamada técnica de la contaminatio, qu e
constituye la base y el principio creador de casi todo el teatro cómico latino. Más
aún: con demasiada frecuencia se olvida que las primeras manifestaciones litera-
rias de no pocas lenguas son textos traducidos o —lo que es lo mismo— son una
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