Situaciones de Conflicto Armado y Niños Soldado

Páginas157-179
Hablamos de Derechos Humanos
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SITUACIONES DE CONFLICTO ARMADO
Y NIÑOS SOLDADO
A/ LAS SITUACIONES DE CONFLICTO ARMADO EN EL SIGLO XXI
La violencia armada no se limita a la guerra entre dos Estados o a una guerra interna, sino
que se producen conflictos armados en numerosas zonas del mundo marcando sus propias
líneas y reglas, generando graves repercusiones sobre los menores y sus familias. Disputas
políticas, étnicas, religiosas, control de los recursos naturales, tráfico de drogas y otros
ilícitos; las causas que subyacen en los conflictos son variadas y raras veces únicas.
Tras dos guerras mundiales, la principal motivación para la creación de la Organización
de las Naciones Unidas era, tal y como consta en el Preámbulo de su Carta fundacional,
“preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra que dos veces durante nuestra
vida ha infligido a la Humanidad sufrimientos indecibles”. Cuando se han producido
situaciones de conflicto armado, el Consejo de Seguridad ha intervenido para intentar evitar
que las disputas entre Estados finalizasen en un conflicto armado, o para promover que el
conflicto terminase. En ocasiones mediante la diplomacia o el desarme preventivo se ha
conseguido que el conflicto armado no estallase, pero cada vez resulta más compleja esta
acción preventiva [1]. Más aun, hay conflictos que permanecen enconados sin aparente
resolución a corto o medio plazo principalmente en África y Oriente Medio, pero también
hay guerra en territorio europeo, caso de Ucrania, y conflictos en otras zonas de Asia y
América latina. Es el caso de la guerra en Yemen, Siria y Afganistán, los conflictos en Irak,
Sudán del Sur o Somalia, por poner unos ejemplos mediáticamente conocidos. También hay
“falsas” situaciones de paz, como las que se viven en la República Democrática del Congo o
en Colombia, donde tras la firma de un Acuerdo de Paz ésta no termina de instaurarse
debidamente y donde, además, coexisten diversos grupos armados y delictivos que
mantienen focos de conflicto. Del mismo modo que se mantienen enfrentamientos larvados
fuera del foco mediático, con tensiones que escalan y decrecen, pero que mantienen una
situación de violencia sobre la población civil como sucede en Myanmar, Sudán del Sur,
Nigeria o la República Centroafricana.
En las llamadas nuevas guerras, conflictos armados de tercera generación, se observa una
evolución de las armas, cambian los actores y los escenarios, pero ante todo hay una nueva
dimensión constatada de lo que acontece a la población civil. El cambio de paradigma bélico
de los conflictos armados contemporáneos quedó expuesto en los Balcanes y en Ruanda,
donde la proporción de víctimas civiles con relación a los heridos y muertos militares y
paramilitares junto con el número de personas desplazadas no tenía parangón. Pese al
numeroso cuerpo de normas y convenios internacionales elaborados en aras a proteger a la
población civil, la evidencia muestra cómo las poblaciones civiles, y muy particularmente las
mujeres, son usadas como arma de guerra u objeto al servicio de las distintas necesidades de
algunos contendientes y fines, desde servicios sexuales a la obtención de recursos
Elena Peribáñez Blasco y Manuel Sánchez Cid
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económicos, ejerciendo estas violencias de forma cada vez más cruel hasta llegar al sadismo.
Y en algunos conflictos, los niños y las niñas, son usados como combatientes de bajo coste y
fácilmente reemplazables.
Violencias contra Mujeres, Niñas y Niños en Zonas de Conflicto
Armado
En las guerras o conflictos armados actuales hasta el 90% de las bajas se producen entre la
población civil, víctimas pasivas de las situaciones de conflicto. En los conflictos actuales las
consecuencias se ceban particularmente sobre mujeres, niños y niñas. En palabras de la
Relatora Especial sobre la Violencia de Género, Rashida Manjoo, en uno de sus informes
(2016):
Las mujeres y las niñas [y niños] no solo son objeto de operaciones al azar o estratégicamente d irigidas a
aterrorizar a la población civil, sino también de ejecuciones sumarias y extrajudiciales, encarcelamiento,
torturas, violaciones y mutilac iones sexuales por combatir en los movimientos de resistencia, buscar y defender
a sus seres queridos o proceder de comunidades co ntra las cuales hay sospechas de colaboración. La
desigualdad entre los géneros cobra carácter más pronunciado en situaciones de conflicto o crisis porque los
discursos masculinos en conflicto imponen exigencias contradictorias a las mujeres y el conflicto se
instrumentaliza como pretexto para arraigar más el control patriarcal.
Fue el propio Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, quien vino a señalar que las
mujeres y niñas suelen ser objetivo de violencia sexual como una “táctica de guerra” que
busca, entre otros fines, humillar y atemorizar con fines concretos como son los de dispersar
o reasentar por la fuerza a miembros civiles de una comunidad o grupo étnico. ¿Qué buscan
los contendientes con esas “tácticas” o “estrategias” en las que usan a las mujeres y menores?
Al hablar de las violencias basadas en género, ya mencionamos que la violencia sexual fue
empleada como medio para contribuir al genocidio en el conflicto de Ruanda, como también
en el de Sierra Leona, empleando esta violencia de forma sistemática para impedir
nacimientos dentro del grupo o etnia atacada. Para conseguir ese fin, se practicaron
mutilaciones genitales, esterilizaciones y control de natalidad forzada, buscando la
eliminación sistemática de la población atacada, en Ruanda caso por motivos étnicos y en
Sierra Leona por cuestión de nacionalidad. El uso de la violencia sexual como elemento
coadyuvante de un genocidio no es cosa del pasado, actualmente, grupos extremistas como
el denominado Estado Islámico violan a mujeres conforme a un plan preestablecido con un
objetivo claro: “transmitir su ideología a una nueva generación que crezca a su imagen”; en
concreto el cuerpo de las mujeres es usado a modo de “arma biológica” con el fin de “alterar
la demografía de una región y destruir los lazos de afinidad” [2]. Esos mismos lazos de
afinidad rotos se han empleado para subyugar a la población. En este caso, la estrategia
usada en Iraq y la República Árabe de Siria consistía en separar a las familias, usando a niñas
y mujeres para explotación sexual; en tanto que otras niñas y niños se reclutan con fines
bélicos, como combatientes o para comisión de delitos graves. Esa misma violencia se ha
empleado también, como un elemento más de la persecución étnica o religiosa, como se

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