Retrato de Azorín criminalista (con Dorado Montero de fondo)

AutorMiguel Polaino-Orts
Cargo del AutorProfesor de Derecho penal en la Universidad de Sevilla
Páginas163-220
COLECCIÓN HUMANISMO Y CRIMINOLOGÍA
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Retrato de Azorín criminalista
(con Dorado Montero de fondo)
CAPÍTULO V
Miguel Polaino-Orts
I. ¿Azorín, criminalista?
El lector que hojee estas líneas se sorprenderá, a buen
seguro, al pasar su vista por el título de este ensayo: «¿Azo-
rín, criminalista?», se repetirá, extrañado. Yo también me
sorprendí cuando, hace años, llegó a mis manos un ejemplar,
pulcramente encuadernado en piel, que contenía dos volú-
menes del primer Azorín, pseudónimo de José Martínez
Ruiz, afamado escritor alicantino (1873-1967): uno –el que
motiva principalmente estas líneas– intitulado La Sociología
criminal, del año 18991; y otro, titulado escuetamente Sole-
dades, aparecido el año anterior, 1898, año –por cierto– tan
relevante para la Historia moderna de España y, también,
1 J. Martínez Ruiz, La Sociología criminal, Madrid, Librería de
Fernando Fé, Carrera de San Jerónimo, 2, 1899, XVI + 210 págs.,
en octavo menor, con prólogo de F. Pí y Margall (págs. V-XV).
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CERVANTES, WILDE, AZORÍN. CINCO ESTUDIOS DE DERECHO PENAL Y LITERATURA
RAÚL CARRANCÁ Y RIVAS | MIGUEL POLAINO-ORTS
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para la historia vital y cronológica del mismo Azorín y de su
generación literaria, la «Generación del 98», denominación
debida a él mismo, que acuñó ese concepto en una tercera
publicada, algunos años después, en el diario ABC2. Los dos
libros de Azorín encuadernados conjuntamente en el ejem-
plar en mi poder aparecieron en la misma editorial: Librería
de Fernando Fé (sic), Carrera de San Jerónimo, 2, de Madrid,
ambos rmados con el nombre de J. Martínez Ruiz (el pseu-
dónimo Azorín empezó a usarlo algunos años después: en
1905, a partir de su obra Los Pueblos) y avalados con sendas
dedicatorias autógrafas del autor. El volumen en cuestión
perteneció a un conocido penalista, ya fallecido, cuyos des-
cendientes tuvieron la gentileza de obsequiármelo.
No era, empero, la primera vez que tenía noticia de ese
raro libro en la amplia bibliografía de Azorín. Tiempo atrás
me había topado, en las apretadas líneas del tomo I del Tra-
tado del enciclopedista Don Luis Jiménez de Asúa con estas
palabras, no excesivamente halagüeñas: «J. Martínez Ruiz es
mucho más conocido por el seudónimo que ha hecho célebre
como escritor: Azorín. A pesar de que Saldaña (en las Adicio-
nes al T., de von Liszt, t. I, página 584) dice que el «maestro de
la crítica literaria» «ha probado su acierto en la cientíca»,
esta obra es de escasa importancia»3. La opinión desfavorable
2 Azorín, «La generación de 1898», en ABC de Madrid, 10 de fe-
brero de 1913, pág. 3.
3 Luis Jiménez de Asúa, Tratado de Derecho Penal, tomo I, Concepto
del Derecho penal y de la Criminología, Historia y legislación penal
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RETRATO DE AZORÍN CRIMINALISTA (CON DORADO MONTERO DE FONDO)
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que a Asúa le merecía la obra de Azorín debe ser, en todo
caso, contextualizada. Asúa y Azorín, bien que contemporá-
neos, son dos autores radicalmente opuestos de carácter y aun
de estilo: Asúa, bronco y vehemente, lenguaraz y tendente a la
expansión; Azorín, extraordinariamente reservado y comedi-
do, escueto y conciso hasta el límite mismo de la parquedad
(Azorín llegó a decir, en crítica velada a otros autores, que
«escribir con metáforas es hacer trampa»4). Por ello, no puede
por menos de extrañar que a Asúa no satisciera la obra (en
especíco y en su conjunto) de un Azorín que se hallaba en
sus antípodas. También políticamente. Y ahí se halla, quizá,
otro motivo de desafección de Asúa respecto de Azorín. Na-
die duda de que Asúa fue, en esencia, un hombre justo, pero
también es evidente la indisimulada brusquedad expresiva
con que se refería a autores distantes a él, en ocasiones contra-
riando notoriamente opiniones suyas anteriores. Basta leer en
su Tratado, por ejemplo, la opinión que le merecen autores
como Cuello Calón (a quien aplica implacables epítetos y le
acusa de usurpar su Cátedra de la Universidad Central de
comparada, 3ª. edic. actualizada, Editorial Losada S.A., Buenos
Aires, 1964, pág. 149. Por cierto, y aunque Asúa era extraordina-
riamente meticuloso en los datos (hasta el mejor maestro echa un
remiendo), la página que cita de las adiciones de Saldaña al Trata-
do de von Liszt es errónea: donde dice «584» debe decir «533».
4 Lo cita –y lo glosa sabrosamente– Umbral con reiteración, por
ejemplo: Francisco Umbral, Las palabras de la tribu, Planeta, Bar-
celona, 1994, pág. 42; Id., «Azorín, a pan y agua», en Id., Los
Alucinados, Prólogo de José Antonio Marina, La Esfera de los
Libros, Madrid, 2001, pág. 39.

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