Lectura jurídico-penal de un pasaje cervantino: Don Quijote y los galeotes

AutorMiguel Polaino-Orts
Cargo del AutorProfesor de Derecho penal en la Universidad de Sevilla
Páginas33-79
COLECCIÓN HUMANISMO Y CRIMINOLOGÍA
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Lectura jurídico-penal de
un pasaje cervantino:
Don Quijote y los galeotes
CAPÍTULO II
Miguel Polaino-Orts
I. La picaresca cervantina:
icción y realidad
El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha se publi-
có originariamente en dos partes: la primera en 1605, la se-
gunda en 1614, y pronto se convertiría en la obra cumbre de
toda la amplia bibliografía de su autor, el alcalaíno Miguel de
Cervantes Saavedra (1547-1616). Rica en tantos matices,
esta obra constituye un verdadero tratado sociológico lleno de
encanto costumbrista y de belleza literaria. Ofrece un com-
pleto retablo de la Sociedad de la época, en numerosos aspec-
tos de la realidad, también, claro es, en el ámbito del Derecho.
Sabido es que Cervantes, recaudador de impuestos, tuvo sus
más y sus menos con la Justicia, y varios fueron los procesos
seguidos en su contra. En eso seguía, al parecer, una desgra-
ciada pertinacia familiar. Los problemas judiciales de la fami-
lia Cervantes fueron, según se ha documentado, harto fre-
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CERVANTES, WILDE, AZORÍN. CINCO ESTUDIOS DE DERECHO PENAL Y LITERATURA
RAÚL CARRANCÁ Y RIVAS | MIGUEL POLAINO-ORTS
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cuentes: el abuelo paterno, Don Juan de Cervantes protago-
nizó, durante el ejercicio de su cargo de abogado del Real
Fisco de la Inquisición de Córdoba (al que accedió en 1502),
no menos de doce juicios, en alguno de los cuales fue perse-
guido por impago y por prevaricación; y otros veintiuno du-
rante el año y medio que vivió en Cuenca, donde fue acusado
de injurias y de deudas impagadas; la madre de Cervantes,
Doña Leonor de Cortinas, se disfrazó al parecer de viuda
para engañar al Consejo de Castilla, gracias a lo cual pudo
recibir 24 mil maravedíes, una fortuna en la época, con que el
Consejo de la Cruzada le premiaba, en calidad de fondo de
redenciones, para pagar el supuesto rescate de su hijo; su mis-
mo padre, Don Rodrigo de Cervantes, también dio con sus
huesos en cárceles castellanas, por impago de una cantidad de
dinero...1. Tampoco el inquieto Miguel se libraría de la cárcel.
Sometido a varios procesos, huido de la Justicia, fue persegui-
do penalmente y condenado, entre otras penas, «a que con
berguença publica le fuese cortada la mano derecha y en des-
tierro de nuestros Reynos por tiempo de diez años», según
reza la orden de busca y captura dictada en su contra en Ma-
drid con fecha 15 de septiembre de 15692. Tras varias peripe-
cias por caminos internacionales (Italia, Argel, etc.) terminó
1 De estos y otros datos informa, por ejemplo, Fernando Arrabal,
Un esclavo llamado Cervantes, Espasa Calpe S.A., Madrid, 1996,
págs. 69-73.
2 Puede leerse la reeproducción y la transcripción del original en
Fernando Arrabal, Un esclavo llama do Cervantes, op. cit., págs.
11-13.
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LECTURA JURÍDICO-PENAL DE UN PASAJE CERVANTINO: DON QUIJOTE Y LOS GALEOTES
CAPÍTULO II | MIGUEL POLAINO-ORTS
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por cumplir condena en la prisión de Sevilla, donde el Prínci-
pe de los Ingenios concibió la idea de su obra más inmortal,
principió su escritura y redactó no pocas de las andanzas de su
caballero andante. Para entonces ya era Cervantes un hombre
maduro, curtido en mil batallas (no sólo literarias), y con su-
cientes vivencias a sus espaldas como para redactar con so-
siego3, con ironía y con realismo las andanzas de un caballero
justo, errante, extravagante y enamorado.
Familiarizado como estaba con el argot judicial, no es
de extrañar que trasladara a su héroe novelesco las vivencias
y frustraciones propias de su vida como condenado. Menu-
dean en Don Quijote de la Mancha –o, por no limitarla a este
libro, en toda la obra cervantina; ahí están para demostrarlo
las Novelas Ejemplares, desde La Gitanilla hasta Rinconete y
Cortadillo, tan poco ejemplares en ocasiones– pasajes en los
que describe usos forenses4, procesos penales y sanciones
3 Cualidad ésta que también se transmite a pesar de todo, según
algún estudioso, a su personaje. Vid. Alfonso García Valdecasas,
El hidalgo y el honor, Revista de Occidente, Madrid, 1948, pág.
27: «Don Quijote, desaforado en sus locas empresas, como la de
los molinos o la de los leones, es, sin embargo, en su manifesta-
ción normal, un ejemplo impecable de sosiego».
4 Un estudioso del tema, Polaino Ortega, ha resaltado en dos va-
liosos estudios la existencia por aquellos tiempos –y aun por és-
tos– de un «Derecho vivido» por el pueblo al lado de un Derecho
escrito: ese Derecho consuetudinario vivido, «no siempre coinci-
dente en un todo, cuya versión real es la que nos dan las obras
literarias», se traduce en «costumbres locales, usus fori y hasta
corruptelas procesales» y su existencia «diculta aun más el in-

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