El reto de encontrar un modelo democrático cosmopolita
| Autor | Argimiro Rojo |
| Cargo del Autor | Universidad de Vigo |
| Páginas | 25-44 |
EL RETO DE ENCONTRAR UN MODELO
DEMOCRÁTICO COSMOPOLITA
A R
U V
DOI: 10.14679/13531
1. INTRODUCCIÓN
La exigencia de ese gobierno mundial que se propone no deriva de una mera espe-
culación o ensoñación, ni siquiera de una opción o creencia cosmopolita que uno pueda
profesar. Esta propuesta ha de considerarse como un requerimiento pragmático y como la
respuesta político-institucional más apropiada a las características de un mundo progre-
sivamente unicado por la intensicación y aceleración de los procesos de comunicación
e interdependencia a escala planetaria; y de un mundo aquejado, además, por problemas
y crisis sistémicas que, a semejanza de los fenómenos meteorológicos, se desplazan a gran
fuerza y velocidad ignorando las fronteras nacionales y desbordando las capacidades y
límites de los Estados. Una lectura atenta y serena de lo que está aconteciendo dentro
del sistema internacional nos descubre a unos Estados que, después de muchos siglos
de existencia y de progresivo aanzamiento a lo largo y ancho del Planeta, vienen dando
muestras evidentes de insolvencia para garantizar la gobernabilidad de unas sociedades
condicionadas por las lógicas de la globalización.
Responder a los retos globales desde los estrechos límites del Estado-nación es un
auténtico anacronismo y despropósito. Ya no es posible abordar ecazmente los proble-
mas globales como una suma de respuestas locales, por lo que se impone un imperativo
cosmopolita. Held (2012) se pregunta, en este sentido, por qué en la actualidad la polí-
tica no ha de ser también global, cuando los demás aspectos de la vida humana (salud,
enfermedad, ecología, economía, vida social, ciencia, cultura, deporte…) ya lo son. Esta
es, sin duda, una de las grandes paradojas de nuestro tiempo: todo se globaliza menos
la política y la democracia; es decir, mientras asistimos al surgimiento y propagación de
una civilización planetaria, ocurre que en el orden político seguimos anclados en la fase
pre-planetaria (Bummel, 2017).
Partiendo de la idea de lo que Waldron (2005) denomina “las circunstancias de la po-
lítica”, esto es, considerando que la política surge cuando ante la existencia de conictos y
desacuerdos sociales necesitamos algún tipo de acción o decisión colectiva para gestionar
la situación sobrevenida, deberíamos pensar que en la actualidad ya se dan esas condi-
ciones objetivas necesarias y sucientes para que en la escala global surja y se instaure
el ámbito y la práctica de la política. Una política global que no debe renunciar a una de
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sus principales conquistas, atributos y rasgos más denitorios, como es su dimensión de-
mocrática. ¿Pero, qué democracia se puede practicar en el nivel global? ¿Una democracia
igual o sólo análoga a la que hemos venido utilizando dentro de los connes del Estado-
nación? ¿El hecho de llevar la política al escenario global nos obliga a inventar otra u
otras formas de democracia acordes con la era global? ¿Nos hallamos ante el reto de en-
contrar un modelo democrático cosmopolita?
La pretensión de explorar alguna respuesta a estos interrogantes constituye, precisa-
mente, el objeto y la nalidad de este estudio, en el que, a modo de cuestión previa, se
propone una reexión acerca de lo que supone llevar la política al escenario global y de
cuáles son los principios y procedimientos democrático que deberían informar ese nue-
vo escenario político globalizado
2. QUÉ SUPONE RECURRIR A LA POLÍTICA Y
LLEVARL A AL ESCENARIO GLOBAL
Plantear la necesidad de un gobierno del Planeta signica recurrir a la política y
llevarla al escenario global, superando así el monopolio de la misma por parte del Estado-
nación; y superando y perfeccionando, además, el actual modelo de gobernanza global al
que tratamos resignadamente de acomodarnos, pero que resulta a todas luces insucien-
te para atender de manera ecaz los grandes asuntos del Planeta. La instauración de ese
nivel planetario de poder, de gobierno y de administración pública supondrá corregir el
enorme desfase y desajuste existente entre la naturaleza y alc ance de los problemas y de-
safíos existentes y la actual arquitectura político-institucional a escala mundial. Supondrá
al mismo tiempo, y en ese mismo orden de cosas, culminar la organización política de la
Tierra, que cuenta ya con gobiernos locales, nacionales y en algunos casos también su-
pranacionales (el caso de la UE) pero que todavía carece de ese necesario nivel global.
Instaurar la política en el escenario global conlleva, a su vez, politizar los asuntos co-
munes de la Humanidad, los bienes colectivos mundiales; lo que signica incorporarlos a
la agenda pública global para, posteriormente, y haciendo uso de las instituciones y pro-
cedimientos correspondientes, adoptar las decisiones vinculantes para el conjunto de la
sociedad mundial. En esto consiste precisamente la política: una actividad orientada a la
regulación del conicto y a la consecución de objetivos colectivos, siendo su resultado
la adopción de decisiones vinculantes, esto es, de obligado cumplimiento para todos los
miembros de la comunidad.
La pretensión de instaurar la política en el escenario global supone enfocar nuestra
interpretación del mundo, así como su gobernabilidad, desde una perspectiva global y
cosmopolita, acorde con el propio proceso de globalización y cosmopolitización gene-
ral del mismo. De la vinculación entre cosmopolitismo y política surge la cosmopolítica,
esto es, la propuesta de un orden político mundial basado en instituciones de gobier-
no transnacionales o supraestatales, cuyos sujetos sean los habitantes de la Tierra como
portadores del estatus de ciudadanos del mundo, con los correspondientes derechos y
obligaciones (Peña, 2010). Si consideramos la existencia de esa Comunidad Mundial de
necesidades, riesgos e interacciones humanas, entonces hay que convenir en la obliga-
ción y exigencia no sólo de la coexistencia pacíca sino también del entendimiento y la
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