Responsabilidad social corporativa

AutorElena Úbeda Hernández
CargoAbogada del Área de Derecho Mercantil de Uría Menéndez (Barcelona).
Páginas71-77

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Introducción

Son momentos difíciles de crisis para nuestras empresas, en los que la prudencia, la contención y la subsistencia se han impuesto a la iniciativa, la inversión y el crecimiento, y en los que maximizar el valor del accionista se ha convertido en una prioridad de rumbo fijo que ha desbancado a una segunda línea la actuaciones tendentes a promover la cultura ética, social y ambiental de la empresa. Así, por más que las empresas se esfuerzan en intensificar el valor del producto para los clientes, la recesión económica está incidiendo de forma no siempre favorable en el consumo responsable. En definitiva, el peso de los factores éticos, sociales y ambientales se ha visto en gran medida desplazado por los problemas de la economía empresarial y familiar. Y pese a ello, el grado de madurez de la responsabilidad social en las grandes empresas lucha por filtrarse hacia el segmento más impermeable de las pequeñas y medianas empresas, que continúan esencialmente ajenas a este concepto.

En los comienzos de la más reciente era de nuestros negocios, la conciencia empresarial acuñó un enunciado tan contundente como voluntarista denominado responsabilidad social de las empresas o responsabilidad social corporativa (que en adelante será referido como «RSC») para definir de un plumazo un ambicioso espectro de motivaciones y objetivos de lento y en ocasiones costoso desarrollo. La actual crisis económica y los visibles fracasos en la gobernanza de las empresas ha puesto en duda la ética empresarial y financiera y ha relanzado este concepto a la vanguardia de la vida de las empresas.

En palabras textuales del presidente ejecutivo de Repsol YPF, «ninguna compañía puede prosperar si permanece ajena a las expectativas de la sociedad de su tiempo». Y aún así, un amplio número de operadores económicos desconoce el contenido concreto de las políticas y actuaciones que se engloban bajo el lema de la RSC o se manifiesta claramente escéptico hacia sus resultados efectivos.

El origen y concepto de la RSC

El concepto de RSC surge en Estados Unidos a comienzos de los años sesenta a raíz de determinados conflictos bélicos o sociales como fueron la guerra de Vietnam o el Apartheid, como consecuencia de los cuales la sociedad empezó a reclamar conductas empresariales responsables y una mayor implicación del entorno empresarial en los problemas sociales en general, apelando a la función social de la propiedad privada de las empresas, centrada inicialmente en la protección de los derechos humanos, de los derechos de los trabajadores y, más adelante, del medio ambiente.

En España, la RSC se gesta a finales de los años noventa a partir del concepto de «inversión social responsable» introducido por la Asociación de Instituciones de Inversión Colectiva y Fondos de Pensiones, para fomentar el ahorro responsable y la participación de empresas españolas en determinados fondos de inversión y otros productos éticos financieros.

Progresivamente, los comunes denominadores del tejido empresarial del mundo occidental de los negocios ha impulsado a las empresas a preocuparse por su proyección internacional y por la percepción internacional de su comportamiento, de sus valores y de sus perspectivas, convencidas de que la orientación responsable de su actividad y el desarrollo sostenido de sus operaciones contribuirán en el largo plazo al éxito empresarial en el más amplio de los sentidos (crecimiento, beneficios, competitividad, reputación). La globalización, el desarrollo de los mercados de valores, las nuevas tendencias de la actividad económica, la conciencia ecológica y el desarrollo de las tecnologías de vanguardia han llevado, no solamente a las grandes empresas, sino también a las pymes, a una conciencia cada vez más estricta en muchos ámbitos de la RSC, incluyendo el consumo racional de materias primas, la búsqueda de energías alternativas, la reducción de elementos y procesos contaminantes, la aplicación interna de políticas sociales más equilibradas y justas, la racionalización de los recursos y del consumo, etc. Como resultado directo, la mayoría de las empresas buscan una mejora de sus resultados económicos como consecuencia de la aplicación de estas medidas intentando evitar el impacto negativo de su actividad sobre el entorno.

Así, la RSC se configura como un conjunto de obligaciones y compromisos de muy diversa naturaleza, que se derivan de los impactos que la actividad de las organizaciones empresariales produce en el ámbito social, laboral, medioambiental y de los derechos humanos y que han llegado a formar parte integrante de forma voluntaria de su actividad Page 72 ordinaria, de su cadena de valor y de sus procesos de decisión. Es, en definitiva, el conjunto de actuaciones, prácticas, estrategias y sistemas de gestión mediante los que, más allá del cumplimiento de las leyes, las empresas contribuyen activa y voluntariamente al objetivo común de alcanzar un desarrollo sostenible, esto es, un equilibrio entre los objetivos empresariales en sentido estricto y su dimensión económica, social y ambiental.

En los términos del Informe elaborado en 2007 por el Foro de Expertos en RSE constituido en el seno del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales para debatir posibles medidas a adoptar por el Gobierno para fomentar prácticas de responsabilidad social, la responsabilidad social de las empresas es «la integración voluntaria en el gobierno y gestión de las empresas, en su estrategia, políticas y procedimientos, de las preocupaciones sociales, laborales, medioambientales y de respeto a los derechos humanos que surgen de la relación y el diálogo transparentes con sus grupos de interés, responsabilizándose así de las consecuencias y de los impactos que se derivan de sus acciones.»

Por tanto, en dichos términos, una empresa será socialmente responsable cuando responda satisfactoriamente a las expectativas que sobre su funcionamiento tengan los distintos grupos de interés (los trabajadores, los clientes, los proveedores, los accionistas, etc.), y asimismo cuando su gestión y estrategia ordinarios, esto es, su toma de decisiones y sus operaciones cotidianas, contribuyan significativa y regularmente a la obtención de ventajas competitivas duraderas compatibles desde la perspectiva de la RSC, es decir, que impliquen un papel activo en la resolución de los retos que plantea el objetivo global del desarrollo económico, social y ambiental sostenible para aportar mayor valor a la empresa y asegurar la adecuada distribución de dicho valor atendiendo a los intereses jurídicamente protegibles.

La RSC se dirige así como objetivo de ideales al «desarrollo sostenible», concepto que fue definido por primera vez en 1987 por la Comisión Mundial sobre Medioambiente y Desarrollo de Naciones Unidas como «el desarrollo que satisface nuestras necesidades presentes sin comprometer la...

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