Relaciones de trabajo en España: desempleo, temporalidad y ertes

AutorTeodoro Hernández De Frutos y Esther Casares García
Cargo del AutorUniversidad Pública de Navarra
Páginas267-291
RELACIONES DE TRABAJO EN ESPAÑA:
DESEMPLEO, TEMPORALIDAD Y ERTES
Relaciones de trabajo en España...
Teodoro Hernández De Frutos
Teodoro Hernández De Frutos y
Esther Casares García
Universidad Pública de Navarra
Sumario
1.INTRODUCCIÓN 2. EL MERCADO LABORAL ESPAÑOL ENTRE GRANDES
CRISIS 3. LA REFORMA LABORAL 2022 4. CONCLUSIÓN
1. INTRODUCCIÓN
Las relaciones de trabajo en nuestro país se han etiquetado como complejas,
desequilibradas o inestables. Esto es debido en parte a que la economía española
se caracteriza, frente a otras de la Unión europea y de la OCDE, por una mayor
dependencia del turismo, de la construcción y del ocio, lo que provoca una cier-
ta estacionalidad en los empleos, dado que esto segmentos se activan y desactivan
dependiendo del mes del año. Pero además, debido a peculiaridades propias de su
marco regulatorio laboral presenta una elevada elasticidad ante las variaciones del
ciclo económico motivado por la amplitud del paro y del trabajo temporal, lo que se
deriva en que en momentos de crisis económicas el empleo sufra una caída en pica-
do con en unas tasas anuales que pueden llegar al 26 por ciento, mientras que en los
años de recuperación la reactivación alcance unas subidas también atípicas (Alós,
2020). Todo lo cual supone una gran dosis de resistencia en la población trabajadora
española que ha tenido que adaptarse a estar desempleada en algún momento de su
vida y luego a estar preparada para conseguir un renovado empleo. España se des-
taca a nivel internacional por la alta incidencia del desempleo, del trabajo temporal,
de la escasa exibilidad interna de las empresas, de la insuciente capacidad de las
políticas activas de empleo, de los bajos salarios y de la persistencia de elementos de
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discriminación en el mercado de trabajo, de manera muy señalada en el empleo de
los jóvenes, de las mujeres, de los inmigrantes, de las personas con discapacidad y de
las personas con más edad que superan los 55 años (Belzunegui y Guerreo, 2022).
2. EL MERCADO LABORAL ESPAÑOL ENTRE GRANDES CRISIS
Si por algo se ha distinguido el mercado de trabajo en España es por sus dispara-
tadas cifras. El desempleo entre la población de 16 a 74 años llegó a alcanzar el 26,1 %
de la fuerza de trabajo en el año 2013, es decir seis millones cien mil personas, cuan-
do en el resto del continente no superaba el 15 por ciento y solo Portugal con el 17,2
por ciento se acercó a nuestro país, pero lejos de Francia (10,3%), Italia (12,4 %) o
Alemania (5,1 %). La media del desempleo entre el año 2011 y 2021 fue del 12,8 %,
solamente igualado por Grecia cuyos conocidos problemas económicos fueron de-
sastrosos hasta el punto de abandonar el euro, pero muy por debajo de la mayoría de
países incluidos en las estadísticas de Eurostat, así Macedonia con el 14,4 y Montene-
gro con el 10,1 % fueron los únicos países que se acercaron a las cifras de desempleo,
pero nada que ver con naciones como Portugal (7,1 %), Francia ( 5,9 %), Alemania
(2,8 %) o Italia (6 %). Entre el tercer trimestre del año 2008 y el cuarto de ese mismo
año se destruyeron en España nada menos que seiscientos seis mil empleos, y entre
el cuarto trimestre del año 2008 y el primero del año 2009 se eliminaron otros ocho-
cientos once mil empleos; es decir que en solo dos trimestres se desvanecieron un
millón cuatrocientos mil empleos, de los cuales novecientos treinta y tres mil fueron
temporales. En denitiva, el mercado laboral español se convirtió en el peor momen-
to de la crisis como una máquina de engullir asalariados. Sin embargo, también hay
que mencionar que estas cifras contrastan con la generación de empleo record, ya
que entre el segundo y el tercer trimestre del año 2015 se generaron quinientos no-
venta y tres mil empleos, de los cuales trescientos trece mil fueron temporales, de
nuevo cifras muy poco frecuentes en la Unión Europea (Eurostat, 2023. La presta-
ción por desempleo que en el año 2008 era del 1,7 por ciento del PIB subió en el año
2011 al 30, y en el año 2013 al 31 por ciento del PIB, lo que supuso un incremento de
18 mil millones a 31 mil millones (Consejo Económico y Social, 2016).
En este contexto hay que señalizar que el desempleo se mide a nivel mundial se-
gún los estándares establecidos por la Organización Internacional de Trabajo (OIT)
basado en encuestas trimestrales basadas en tres grandes principios: no haber traba-
jo, haber buscado activamente y estar disponible para trabaja. De acuerdo a ellos se
establece si la persona está en paro, ya que nunca se utiliza una autoclasicación de
paro según el criterio del propio individuo que podría ser subjetivo y divergente con
otros. Junto a esta estadística existe otra administrativa que suele deparar en cifras
parecidas, aunque no siempre coincidentes, se trata del registro administrativo de
las ocinas de empleo de todo el país, que miden mensualmente los demandantes de
empleo. Del total de demandantes de empleo, se excluye a una serie de colectivos para
llegar al cómputo de parados registrados. Los colectivos excluidos están establecidos
por una Orden Ministerial de 1985, estableciendo las reglas que se venían aplicando
de hecho desde 1978, que fue cuando empezó a usarse la expresión “paro registra-
do” de manera ocial. En la Unión Europea existe una serie de reglas metodológicas

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