Recuerdos personales del Profesor Vogel, gran amigo, científico y europeísta convencido

AutorJavier Valls Prieto
Páginas307-310

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Normalmente cuando uno recibe el encargo de hacer una semblanza de algún Profesor se realiza dentro del contexto de un libro homenaje, una jubilación o una fecha señalada en la carrera del mismo. En este caso se trata por un hecho fortuito y heroico que finalizó en tragedia.

El porqué de mi elección como encargado para realizar este pequeño homenaje creo que se debe a mi cercanía al Profesor Vogel. Hay otros muchos colegas que han podido compartir experiencias con él y que estarían mucho más capacitados para poder realizarlo. Es cierto, que todos ellos pertenecen a una generación de profesores que son de la misma edad de Vogel y que yo, junto como Ana Pérez Machio, lo hacemos a un grupo, diez años menores, que hemos podido disfrutar de la sabiduría, amistad y genialidad de Joachim.

Tuve la suerte de conocerlo en el Instituto del Profesor Tiedemman cuando él ya había recibido la llamada de la Universidad de Múnich. Aún pudiendo separarse de su maestro ocurrió justo lo contrario, siguió con la carga de trabajo que llevaba aparejada el proyecto del Corpus Iuris Poenale además de su trabajo en la Universidad bávara. Justo en ese tiempo es cuando puede empezar a tratarlo en relación con mi investigación que en ese momento estaba directamente relacionada con el trabajo que se hacía en el Instituto de Criminología y Derecho penal económico. Gentilmente se ofreció a ayudarme con el trabajo y empecé a comprender lo especial que era como científico. No me dedicó más de diez minutos pero, sin embargo, fue un tiempo en que se me clarificó el trabajo, tanto en su estructura y los objetivos que se perseguía. Y es que, si hay que destacar algo en el trabajo científico de Vogel, es la genialidad que tenía para enfocar, analizar y resolver los problemas con una visión siempre sor-

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prendente. Uno se aproximaba con una hoja y un bolígrafo, y en menos de treinta segundos te ponía todo patas arriba. Conseguía absorberte en su idea con una gran facilidad y de tal forma que te permitía comprender la complejidad de su argumento, haciéndote participe del mismo, de tal manera que cuando uno acababa de hablar no podía seguir trabajando en toda la tarde para asimilar la cantidad de información y la reconstrucción de tu trabajo, pero sobre todo lo característico era la felicidad con la que uno salía de haber tratado con un genio. Tal cual acababas lo veías salir con sus vaqueros y su bici verde de niño, a seguir con sus cosas como si nada.

Esa...

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