Propuestas jurídicas sobre inteligencia artificial y derechos fundamentales

AutorLucrecio Rebollo Delgado
Páginas95-138
CAPÍTULO IV
PROPUESTAS JURÍDICAS SOBRE INTELIGENCIA
ARTIFICIAL Y DERECHOS FUNDAMENTALES
A lo largo de estos tres capítulos hemos realizado una aproximación a la
Inteligencia artificial, a su delimitación, y hemos atendido de forma especial
a su relación con el uso masivo de datos y sus implicaciones, así como al
estudio de las propuestas normativas y tendencias doctrinales y jurispruden-
ciales más recientes. En el Capítulo III hemos intentado poner de manifiesto
los problemas que la IA plantea en su relación con el Derecho, entendido
éste como medio secular para solventar conflictos sociales y promover los
elementos consustanciales al hombre, la libertad, la dignidad humana y la
búsqueda de su felicidad, tanto individual como colectiva. Nos toca ahora
realizar la parte más compleja, la de aportar soluciones. La tarea realizada es
descriptiva, constatadora, de recopilación y ordenación de los que es objeto
de análisis, la tarea por realizar es abordar las propuestas de solución.
Como hemos manifestado, las soluciones a los problemas humanos no
pueden ser aisladas, deben ser holísticas, desde todas las perspectivas, desde
todas las ciencias, puesto que el objeto de estudio no es unidimensional, ni
se puede aislar por completo. Nuestra propuesta no es absoluta, arrancamos
de la idea de que es una parte de un todo. Las propuestas que realizamos
son esencialmente jurídicas, quizás en algunas ocasiones con los necesarios
ribetes políticos, pero son primordialmente el producto de un aspecto con-
sustancial al individuo y a la organización social que conocemos por el con-
cepto de Derecho, cuya característica más destacada es la ejecutividad, la
obligatoriedad de su cumplimiento, lo cual no es un plus de valía con res-
pecto a otras ciencias, pero si un elemento determinante de su eficacia.
1. Empoderamiento del titular de los datos
Resulta inquietante la despreocupación con que los usuarios proporcio-
nan información personal en su día a día, en actividades cotidianas, desde la
cumplimentación de un formulario clínico, las autorizaciones para la publi-
cación de imágenes de los niños en la página web o redes sociales de los co-
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legios, los mensajes o imágenes compartidas a través de WhatsApp, hasta la
información de todo tipo publicada en redes sociales. Esta despreocupación
resulta especialmente alarmante en los más jóvenes, sin duda, el colectivo
más vulnerable, que no dudan en ceder información personal para acceder
a servicios en internet, simplemente porque son gratuitos 65. La sociedad di-
gital ha supuesto que podamos acceder a una gran cantidad de servicios de
manera gratuita, obtengamos información, investigamos, nos relacionamos
con otros, escuchamos música o vemos películas y, todo ello aparentemente
de forma gratuita. Sin embargo, no somos conscientes de que el precio que
pagamos son nuestros propios datos, en suma, nuestra identidad digital. So-
mos nosotros mismos la mercancía a intercambiar por el acceso a esos ser-
vicios digitales. Los expertos han acuñado una frase para hacer referencia a
esta reflexión: “cuando algo es gratis, el producto eres tú”.
De algún modo, mantenemos una vida analógica y una vida digital y es,
en esta última, en la que nos comportamos de una manera poco cauta en lo
que se refiere a nuestros datos. El problema se agrava cuando esa informa-
ción es subida a la Red, debido a que es muy difícil eliminarla. Por lo que las
conductas, actividades, opiniones o imágenes que, en un momento dado, se
han publicado, de alguna manera nos persiguen durante el resto de nues-
tras vidas. Se comparte contenido que puede afectarnos en un futuro sin
ser conscientes de la permanencia de esa información, o en todo caso, de la
ardua tarea que supone ejercer el derecho a retirar todos esos contenidos de
la Red. Si bien es cierto que esta actividad ya lleva mucho tiempo comercia-
lizada, es decir, que existen empresas que tienen como actividad la limpieza,
ocultación, o el borrado de nuestros datos en Internet, no es menos cierto
que ello tiene un coste económico, y siempre es una tarea ingrata tener que
eliminar contenidos relativos a nosotros que nos desagradan, a lo que hay
que añadir la ingente cantidad de datos que ponemos en la Red.
El usuario debe ser consciente de la cantidad de información que revela-
mos cuando, por ejemplo, navegamos por la Red y ni tan siquiera nos plan-
teamos qué ocurre con nuestra información cuando un servicio desaparece
o es adquirido por un tercero. Hay, sin embargo, expertos que consideran
que somos plenamente conocedores de la situación pero que accedemos,
un tanto ingenuamente, porque la recompensa obtenida, el servicio gra-
tuito, nos merece la pena. Incluso se ha acuñado un término “datamania”
para referirse a esa continua obsesión de muchos usuarios de la Red – los
llamados “datasexual” - de generar contenido personal a través de las redes
sociales exponiendo de manera diaria todas y cada una de las actividades
realizadas o experiencias vividas.
Los sociólogos y los psicólogos han explicado que la conducta más des-
inhibida de las personas en la Red se produce por la falta de inmediatez, es
65 Ver a este respecto la obra de GIL ANTÓN, A. Mª: El derecho a la propia imagen del menor
en internet. Dykinson. Madrid 2013.
Inteligencia artificial y derechos fundamentales 97
decir, no somos conscientes de que la información no se comparte única-
mente con el dispositivo que estamos utilizando, sino con un potencialmen-
te ilimitado público, a lo que deben sumarse las actividades empresariales
que tienen como fin específico la recopilación de datos. En nuestro com-
portamiento en la vida analógica salvaguardamos nuestra privacidad porque
simplemente somos conscientes de la amenaza que supone para nosotros la
presencia física, inmediata y tangible, de terceras personas, o en todo caso,
usamos mecanismos deductivos para valorar el riesgo, por el contrario, en
el mundo digital no existe esa inmediatez, ni tampoco la apreciación del
riesgo.
En la actualidad los datos respecto del uso de redes sociales son asombro-
sos. Mark Zuckerberg recientemente dio a conocer que, en un solo día, 1bi-
llón de personas se habían conectado a Facebook, es decir, ese día uno de
cada siete habitantes del planeta había usado la red social. De igual forma,
se observa un cambio de tendencia en la percepción de los usuarios respec-
to a la confianza que en relación con la privacidad les ofrecen las empresas
que recaban sus datos personales. El Informe anual sobre confianza online
publicado por Truste en febrero de 2014 concluye que los usuarios (un 92%
de los encuestados) muestran una mayor preocupación por su privacidad
personal respecto al año anterior, se muestran más reticentes a compartir
sus datos personales y están aumentando los niveles de protección sobre los
mismos. De tal manera que el 83% evita hacer clic en los anuncios, un 80%
intenta no usar aplicaciones móviles sobre las que no consideren que custo-
dien su privacidad, y un 74% no se mostró dispuesto a compartir su ubica-
ción cuando usa el móvil para evitar cualquier posibilidad de rastreo digital.
Existen multitud de iniciativas dirigidas a la educación e información
de los usuarios de Internet, enfocadas particularmente en los más jóvenes,
como por ejemplo la Think before you post (piensa antes de publicar) en Es-
tados Unidos. Campaña encaminada a concienciar a los adolescentes de las
repercusiones en su vida personal de la actividad llevada a cabo en Internet;
o en España: las recomendaciones emitidas por la Brigada de Investigación
Tecnológica de la Policía Nacional y Guardia Civil sobre el uso seguro, priva-
do y responsable de los dispositivos conectados a Internet; la Guía de reco-
mendaciones sobre los derechos de los niños y niñas y deberes de los padres
y madres (2008) o las Recomendaciones a Usuarios de Internet (2009) de
la Agencia Española de Protección de Datos, entre otras publicaciones de
entidades y organizaciones destinadas a concienciar y educar sobre el uso de
Internet. La autoridad de control española realiza prácticamente todos los
años campañas de concienciación al respecto del uso de tecnologías e Inter-
net, bien de forma individual, o en colaboración con diversos organismos
estatales o privados. Incluso han surgido servicios de eliminación de datos y
perfiles de las diferentes redes sociales: tal es el caso de Web 2.0 Suicide Machi-
ne, plataforma que pretende borrar nuestra información personal y nuestros
contactos en Facebook, LinkedIn, MySpace o Twitter de manera irreversible.

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