La propiedad de la tierra en Galicia, 1500-1936, de R. Villares

AutorJosé María Chico y Ortiz
Páginas223-224

    Villares, R.: La propiedad de la tierra en Galicia, 1500-1936. Siglo veintiuno de España. Editores, S. A. Madrid, 1982.

Al afrontar la recensión de este libro monográfico, cuyo autor tiene apellido común con un compañero de promoción y de honda raigambre en el Cuerpo Nacional de Registradores, me encuentro un tanto desconcertado, pues aunque los temas fundo, tierra y propiedad me son familiares, no lo es, ni muchísimo menos, el fenómeno histórico y social de la tierra en esa Galicia de mis añorados recuerdos.

A mí, la tierra me llama la atención en cuanto paisaje, y me preocupa en cuanto a sus límites, y por ello siempre he creído que la forma de ser y actuar de los pueblos está mediatizada por el paisaje. Las onduladas y suaves colinas de Galicia dan cobijo, hasta cierto punto, al labriego gallego y le imprimen una imagen inconfundible. Lo decía Quesada en sus Chispas da roda: "O problema noso non e nin agrícola nin de estructuras. E un problema hidráulico: mexan por un e hay que decir que chove"... Las montañas de Asturias y el País Vasco dan otros tipos también muy singulares. A nosotros, los castellanos, de tierras de pan llevar y páramos sin fronteras, el paisaje no nos protege: estamos solos frente al horizonte y nuestro lema es la claridad. Y así podríamos seguir, pero quiero destacar esa otra faceta de la que hablo y me preocupa, que son los límites del paisaje en cuanto éste se convierte en finca, objeto de inscripción. Me han contado en ese sensacional fondo curioso y anecdótico gallego, que a veces ocurre que una finca con sus linderos de piedra va reduciéndose progresivamente a medida que los años pasan y el propietario está' ausente. Quizá la anécdota sea exagerada, como todo lo folklórico, pero sí recuerdo que en una conferencia que di en Nicaragua, hace ya tiempo (quede claro que di conferencia "somocista" y he prologado un libro publicado en lo "san-dinista"), conté una anécdota muy parecida a la gallega, que la había tomado de un escritor poeta a quien había seguido en su ruta por Hispanoamérica. Me estoy refiriendo al diplomático y escritor Agustín de FoxX, que contaba cómo allí -y lo pude comprobar- los campos estaban limitados por cercos vivientes. Por verdaderas tapias de "piñuelas", una especie de pita, carnosa y erizada, y que originaba infinidad de pleitos porque alteraba los límites de las propiedades, ya que las "piñuelas", al reproducirse, caminan...

Como legitimación para la recensión de este libro, por ello...

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