Prólogo

AutorJaime M. Peris Riera
Cargo del AutorCatedrático de Derecho penal. Universidad de Murcia. Abogado
Páginas15-19

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Hablar y escribir acerca de la importancia del agua para la existencia de la vida en general, y de la vida humana en particular, es una tarea obligada al presentar esta obra que el lector tiene en sus manos; sin embargo, al abordar la empresa resulta difícil no incurrir en referencias convencionales -por no decir en «verdades de Perogrullo»- por más que uno deba e intente evitarlo. Además, y como resulta igualmente obvio, el objetivo se complica cuando quien redacta un Prólogo ha tomado parte en la confección y desarrollo del libro y debe evitar no sólo repetirse, sino también adelantar lo que los demás autores manifiestan en el contenido.

Sea como fuere, lo cierto es que hemos de partir de la ineludible obviedad que supone reconocer y constatar que la vida no sería posible sin la existencia de agua, una materia prima incuestionablemente valiosa, pero a la vez desvalorada, casi «ninguneada», en la rutina del día a día: en realidad así es y ha venido siendo hasta que uno se percata -normalmente tan sólo a partir de la propia experiencia- de los problemas que genera en esa misma cotidianeidad su escase z. Y el hecho cierto es que, a nivel global, planetario, podemos hablar de una progresiva carencia de agua o, más bien, de agua potable o apta para el consumo humano. Esta última precisión harto reiterada no es baladí, pues también es conocido por todos el dato de que la superficie de nuestro planeta está cubierta en aproximadamente un 70% por el líquido elemento, pero apenas una diezmilésima parte de dicha agua es apta para el consumo humano.

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Con todo, no es ese el verdadero problema dado que, tal y como han puesto de relieve los expertos, incluso la referida cantidad de agua, siendo proporcionalmente mínima, sería suficiente, con las estadísticas en la mano, para que la población mundial pudiera subvenir a sus necesidades diarias de consumo. El problema no es otro que el de su desequilibrado reparto; en efecto, el denominado por algunos «oro azul», no llega a todos los habitantes de nuestro planeta por igual y, por si este inconveniente no bastase, la propia mano del hombre se ha encargado, podría decirse que con pasión y saña, de contaminarla.

Hemos dicho que el agua no llega en igual cantidad a todos los seres humanos. Fundamentalmente en África, las condiciones de acceso al agua potable son harto dificultosas, por no decir, en toda la extensión y profundo sentido del término, «inhumanas». Además, y sin llegar a tales...

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