Participación en el procedimiento parlamentario de elaboración de la ley

AutorJosé Tudela Aranda
Páginas121-138
V
PARTICIPACIÓN EN EL PROCEDIMIENTO
PARLAMENTARIO DE ELABORACIÓN DE LA LEY
1. REFLEXIÓN INTRODUCTORIA
El estudio de la participación en el procedimiento legislativo exige siquiera
una breve referencia a la crisis del Derecho público y, más singularmente, a la
crisis de la ley. Como este tema se ha analizado en relación con el estudio de la
función legislativa, baste decir que la ley, tradicionalmente caracterizada por
su vocación de estabilidad, generalidad y claridad de expresión, es hoy una
norma sometida a continuas modificaciones, con una cada vez mayor presen-
cia de leyes singulares y dominada por un lenguaje incomprensible hasta para
expertos juristas. Los estudios de técnica legislativa se reiteran en la búsqueda
de leyes sabias y justas, escritas conforme a ortodoxos cánones técnicos (Gar-
cía-Escudero, 2011: 356). Sin embargo, a pesar de los esfuerzos, nada cambia
sustancialmente. Las leyes se multiplican repitiendo los defectos denunciados.
No es, o no tan solo, un vicio de legisladores apresurados. Detrás se esconde,
como se vio, una creciente impotencia del Derecho público por aprehender y
regular los distintos sectores de intervención pública. Es en este contexto en el
que emerge, como exigencia, la participación.
Participación es hoy una voz mágica. En muchas ocasiones la sensación
es que todos los males del actual sistema político desaparecían si se partici-
pase. Democracia deliberativa, sociedad participativa, democracia fuerte, de-
mocracia directa o semidirecta... son muchas las expresiones que se usan para
confrontar con un modelo de democracia representativa que sería poco demo-
crático o, por lo menos, débil. En este mensaje, más o menos contundente, lo
primero que parece proyectarse es la idea de que la participación se encuentra
ausente de la democracia representativa. Obviamente, si se quiere hablar en
serio, lo primero que será preciso constatar es la dimensión de la participación
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en el modelo vigente. Una participación que comienza, a veces parece olvidar-
se, en la propia representación política (donde en teoría alcanza su mayor y
más significativa expresión). Pero que va mucho más allá.
Es evidente que el vigor adquirido por las denuncias de los déficit partici-
pativos del modelo vigente se encuentra bajo influjo de la emergencia de nue-
vos espacios sociales y formas de comunicación ligadas a las tecnologías de la
información y el conocimiento y, muy especialmente, a Internet. La fuerza de
estos movimientos, su dinamismo y juventud, suponen un escenario novedoso
en el diseño del orden político. Su importancia, ya grande, solo crecerá. Hay
que recordar que se trata de un fenómeno que se encuentra en sus inicios y que
todavía no ha llegado a su madurez una generación educada completamente
en la convivencia con estas tecnologías. Precisamente por ello, por sus parti-
culares características, por su importancia, no se puede reducir su influencia a
un debate en torno a la participación. Es todo el modelo político el que deberá
contemplarse, y en su caso revisarse, a la luz de estas nuevas circunstancias.
Estas páginas tratan de una proyección específica de la participación como
es su implementación en el procedimiento legislativo. Tampoco esta es una
cuestión novedosa, aunque en muchas ocasiones parece plantearse como tal
(Campos, 2011). La participación de ciudadanos y agentes sociales en la elabo-
ración de la ley es tan antigua como el propio Parlamento. Así, los términos del
debate deben referirse, por una parte, a la necesidad de dar traducción jurídica
a lo que sucede habitualmente; por otra, a estudiar si existen vías novedosas
que puedan enriquecer el trámite legislativo. Finalmente, habrá que examinar
la relación de esta posible participación con otros cauces que puedan preverse
en la elaboración de los anteproyectos de ley. También es preciso subrayar que
se excluye del análisis la iniciativa legislativa popular por entender que se trata
de un instrumento de perfiles diferentes.
2. LA RESPUESTA ES LA PARTICIPACIÓN
2.1. Un presupuesto necesario. Democracia deliberativa
frente a representativa
Como ha habido ocasión de señalar, es lugar común acudir a la participa-
ción como fórmula cuasi mágica para la resolución de los distintos problemas
a los que se enfrenta el modelo de organización política vigente. La democra-
cia deliberativa es la fórmula más elaborada de una visión participativa de la
sociedad. Los defensores de este modelo democrático no buscan la sustitu-
ción de la democracia representativa sino su complemento. Así, difiere de la
clásica confrontación democracia representativa versus democracia directa.
Precisamente, la apuesta por la democracia deliberativa supone el abandono
de un posible modelo de democracia directa. Ello es significativo si se tiene
en cuenta que nunca como hoy se ha dispuesto de posibilidades técnicas para
hacer real la democracia directa. Aun así, aunque no llegue a descartarse en

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