Obediencia y libertad en la iglesia

AutorTeodoro Bahillo Ruiz, cmf
Páginas129-164
OBEDIENCIA Y LIBERTAD EN LA IGLESIA
TEODORO BAHILLO RUIZ, CMF
Universidad Pontificia Comillas
Asesoría Jurídica CONFER
DOI: 10.14679/2299
Unas palabras tomadas de la Exhortación Postsinodal Vita Consecrata
pueden servir de clave inspiradora porque conjugan armónicamente las dos
palabras que intitulan esta exposición, obediencia y libertad:
“¿Cómo no ver las terribles consecuencias de injusticia e incluso de violencia
a las que conduce, en la vida de las personas y de los pueblos, el uso deforme
de la libertad? Una respuesta eficaz a esta situación es la obediencia que
caracteriza la vida consagrada. Esta hace presente de modo particularmente
vivo la obediencia de Cristo al Padre y precisamente basándose en este misterio,
testimonia que no hay contradicción entre obediencia y libertad1.
1. ALCANCE DE UN TÍTULO
No creo que en la mente de quienes programaron este tema para estas
Jornadas –“Obediencia y libertad en la Iglesia”–, estuviese la preocupación
del Papa Pablo VI cuando en una audiencia general, poco después de con-
cluir el Concilio, recogía su preocupación por la situación de la Iglesia con
estas palabras: “Qué es lo que más necesita hoy día la Iglesia? Os daremos
una respuesta que vosotros, podéis comprender y aceptar: la Iglesia necesita
obediencia. Sí, hijos e hijas que amáis a la Iglesia, obediencia. Y más que una
obediencia externa y pasiva, una obediencia interna y espontánea2.
No nos encontramos en este momento en esa situación, pero nos pueden
venir al pensamiento situaciones eclesiales muy diversas que están detrás de
estas dos realidades, libertad y obediencia. Menciono sólo algunos titulares
de estos últimos meses: “Los teólogos ya no van a la hoguera”, ¿obediencia
1 JUAN PABLO II, Ex. Post. Vita consecrata, BAC documentos, Madrid 1996.
2 PABLO VI, Audiencia general, La obediencia sigue en pie, 5.X.1966, en: Insegnamenti di Paolo VI,
vol. IV, Cittá del Vaticano 1967, p. 863.
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resignada, falta de libertad crítica? Otro, “El Vaticano invalida el Camino
sinodal alemán”, ¿libertad censurada, obediencia impuesta? “El régimen san-
dinista pone a otro sacerdote entre rejas” ¿obedecer al Cesar o libertad por
el evangelio? “Deber de obediencia: la ventana para callar abusos”. Son sólo
unos titulares de semanario eclesial para ilustrar las múltiples resonancias
en la vida eclesial de la obediencia y la libertad. Algunos, instintivamente y
al hilo de las cuestiones más de actualidad, han podido relacionar el título
con el abuso de autoridad porque el abuso de poder exige una obediencia
ciega que limita la libertad3.
En realidad, no se me ha encomendado, al menos directamente, hablar
ni del abuso de autoridad, ni de los límites de la sinodalidad, ni de la libertad
de expresión e investigación, aun cuando sea cierto que en nuestros tiempos,
dentro de la misma Iglesia, no son raras las discrepancias, tanto públicas
como silenciosas, de no pocos católicos que en sus comportamientos y opi-
niones, no tienen reparo en distanciarse de ciertas enseñanzas del Papa y los
Obispos yendo por sus propios caminos al margen de la autoridad. ¿Seguir
el propio criterio y no el marcado por la jerarquía de la Iglesia ante determi-
nadas doctrinas y actuaciones es expresión de libertad o de desobediencia?
¿Ha perdido la autoridad su prestigio, su razón de ser, su responsabilidad
en la marcha de nuestras instituciones? ¿Se ha disuelto la obediencia en el
respeto a la persona, el diálogo democrático, la sinodalidad y la voluntad de
una mayoría numérica?
Bajo este título se me ha pedido una perspectiva práctica de cómo se
vive obediencia y libertad en la vida religiosa y en el clero secular. El punto
de partida es una constatación: en la Iglesia hay múltiples expresiones de
obediencia y de libertad; no son tiempos fáciles para la obediencia; en la
Iglesia se discrepa y no hay manera de suprimir la discrepancia. Ésta no es
una enfermedad que en todo caso habría que extirpar y erradicar. Estuvo ya
presente en los comienzos de la Iglesia y, sin duda, justamente fueron esas
discrepancias –alguno las llamaría desobediencias– lo que dio lugar a una
Iglesia rica y variada porque se mantuvo en todo momento la unidad de la
fe más allá de las divergencias4.
Aceptada la necesidad en la Iglesia de un sabio ejercicio de la autoridad
y de una sincera práctica de la obediencia, pero al tiempo aceptada la nece-
3 Un título de un Congreso reciente ilustra bien este problema: E. MARTÍNEZ ALBESA, «La autoridad
del dirigente como representación de la paternidad divina en la vida de obediencia de los laicos
consagrados», en V. FERNÁNDEZ -M.J. CHÁVEZ, ed., Liberi per amare, Roma 2022, 147-162.
4 Pensemos en el canon 218 que habla de ese diálogo fecundo entre investigación teológica y
magisterio, pese a las dificultades, las condenas, los enfrentamientos que a lo largo de los siglos ha
podido generar.
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sidad de buscar nuevas formas para el ejercicio de la autoridad y la práctica
de la obediencia pretendo concretar, a partir de la normativa vigente, la re-
lación y posibles conflictos entre obediencia y libertad desde una perspectiva
práctica y aplicada. Intentaré abordar y presentar las posibilidades que nos
ofrece el derecho de la iglesia para expresar la obediencia y la libertad en
dos realidades eclesiales especialmente significativas: la vida de los presbí-
teros y de los religiosos5. Tras presentar las principales fuentes doctrinales y
normativas en torno a las cuales se articula el binomio que nos ocupa y que
fundamentan la obediencia y la libertad en la Iglesia, me detendré en algunos
ámbitos concretos de vida que expresan estas dos realidades.
2. PUNTO DE PARTIDA. FUENTES NORMATIVAS MÁS RELEVANTES
2.1. CIC 1983, cans. 212, 273 y 601
La referencia al estatuto jurídico –derechos y obligaciones– de clérigos y
religiosos que ofrece el código de derecho canónico va a ser constante como
el espacio donde se concreta normativamente el alcance de la obediencia y
la libertad en la vida de clérigos y religiosos.
Entre los deberes de todo fiel cristiano y las obligaciones de clérigos y
religiosos se encuentra la obediencia con notas distintas para cada estado
de vida. El legislador ha sido muy claro sobre esta cuestión con palabras in-
equívocas y para nada ambiguas: “están obligados a seguir, por obediencia
cristiana, todo aquello que los Pastores Sagrados, en cuanto representantes
de Cristo, declaran o establecen” (c. 212), “los clérigos tienen especial obliga-
ción de mostrar respeto y obediencia al Sumo Pontífice y al Ordinario propio”
(c. 273), “el consejo evangélico de obediencia, abrazado con espíritu de fe y
amor, obliga a someter la propia voluntad a los legítimos superiores” (c. 601).
Por otro lado, el término libertad puede parecer contrario a la norma que
tiende a imponer comportamientos y modos de actuar, pero la norma sirve
también para reconocer derechos de las personas y con ellos se conceden
espacios de libertad propios. En los derechos fundamentales de todo fiel se
han recogido algunos: libertad para expresar la propia opinión (c. 212,3) para
manifestar el fruto de las investigaciones (c. 218), para reclamar legítima-
mente los derechos que tienen en la Iglesia (c. 221, 1), para tener iniciativas
apostólicas (c. 216), para asociarse con otros para perseguir fines específicos
(c. 215), para seguir una espiritualidad determinada (c. 214). Más adelante
5 Cf. M. AREITIO, Obediencia y libertad en la vida consagrada, Pamplona 2004, 333 pp.

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