La liberalización de la industria europea de energía eléctrica y la difusión de la tecnología

AutorStéphane Isoard y Antonio Soria
CargoIPTS

Asunto: La liberalización del mercado europeo de la energía eléctrica, como prerrequisito del Mercado Interno de la Energía, es un punto clave que se ha de analizar, dadas sus repercusiones sobre la dinámica de las tecnologías de producción de energía y sobre la política europea de tecnología energética. De igual modo, la difusión de nuevas tecnologías energéticas respetuosas con el medio ambiente, específicamente relacionadas con el compromiso europeo de protección ambiental, reafirmado recientemente en Kioto, puede proporcionar una opción válida.

Relevancia: Al estudiar la liberalización de la industria eléctrica, parece haberse prestado poca atención a sus posibles repercusiones sobre las cuotas de mercado correspondientes a las tecnologías de producción. Sería esencial explorar las condiciones necesarias para que la liberalización conduzca a un sistema respetuoso con el medio ambiente, así como las posibilidades de intervención de los futuros agentes reguladores del mercado.

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Introducción

La liberalización parece tener efectos importantes sobre la dinámica tecnológica, como por ejemplo, la descentralización de la producción de electricidad y la posibilidad de invertir en tecnologías que exigen menos capital y que están ahora disponibles. El proceso de descentralización podría proporcionar algunos "nichos" de mercado, a través de los cuales las energías renovables podrían penetrar en la red eléctrica sobre una base competitiva.

Los temas relacionados con las posibles estructuras industriales liberalizadas (sobre generación, distribución, etc.) condicionan el análisis de los efectos de la liberalización sobre la difusión de la tecnología. El examen de las fuentes posibles de economías de escala puede contribuir al estudio de la dinámica futura de la tecnología.

Liberalización es un término general que se refiere a la introducción de la competencia en un mercado que era tradicionalmente un monopolio natural, que se consideraba como un monopolio natural, o que disfrutaba, justificadamente o no, de protección frente a las fuerzas del mercado.

La regulación consiste en que un agente regulador establezca reglas y precios en un mercado no competitivo, para hacerlo más competitivo. Pasar de la propiedad pública a la propiedad privada puede ser sólo un primer paso en el proceso de liberalización y ni es suficiente ni es una condición necesaria en ciertos casos. De hecho, la cuestión de la propiedad es sólo una parte pequeña (aunque importante) en la reestructuración global del sector eléctrico: las cuestiones clave son la libertad de acceso, la posibilidad de competencia y los mecanismos reales del mercado (quiénes son los vendedores y los compradores, cuáles son las reglas del suministro al por mayor y cómo se tarifan y gestionan los canales de transmisión).

Los monopolios naturales se deben sobre todo a la presencia de economías de escala en toda la curva de costes, como resultado de grandes costes fijos.

Con respecto al lado oferta, las nuevas tecnologías están ofreciendo la oportunidad de descentralizar la producción de energía (producción en pequeña escala), sin que se produzcan pérdidas significativas en las economías de escala o en la eficiencia, en comparación con el sistema centralizado, y también de invertir en tecnologías que exijan menos capital. Por tanto, la posibilidad de un sistema de producción de energía en pequeña escala ofrece la oportunidad de introducir más competencia. No obstante, las economías de escala asociadas con las grandes tecnologías tradicionales de producción de electricidad todavía no están agotadas y, consideradas separadamente, algunas de ellas continuarán funcionando en el tramo descendente de la curva de costes. La aparición de productores independientes de electricidad en algunos de los mercados que ya se han liberalizado demuestra que, gracias a la difusión de estas tecnologías, los beneficios de la economía de escala no se pierden al descentralizar la producción, lo que significa que la percepción de esta actividad como monopolio natural ya no se puede, de hecho, seguir justificando. Además, es posible que los costes de entrada sean cada vez más bajos, con lo que se favorece la diversidad de los operadores.

Tanto los cambios en la demanda como los de la oferta explican y justifican la liberalización, esto es, más competencia en la industria eléctrica como medio para conseguir una asignación óptima de recursos, una reducción de los costes y los precios y, por tanto, un aumento del bienestar global de la sociedad.

Las estructuras del mercado competitivo se clasifican en la Tabla 1, según el nivel de economías de escala y según el grado de centralización de la producción.

Partiendo de una situación de monopolio natural (es decir, de grandes economías de escala, a través de un sistema de producción centralizado), el objetivo consiste en alcanzar un mercado competitivo donde, para ser eficaz, la producción debe tener lugar en una industria con diversidad de suministradores que empleen tecnologías energéticas con pocas posibilidades de economías de escala.

Una explotación insuficiente de las economías de escala sería, por tanto, una fuente de ineficacia en el proceso de liberalización.

Tabla 1. Modos de competición

borderColorLight=#e3e3e3 cellSpacing=0 width="85%">

color=#ffffff face="Times Roman,Times New Roman" size=2>Costes fijos

alto

color=#ffffff face="Times Roman,Times New Roman" size=2>Costes fijos

bajos

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Producción centralizada -
Monopolio

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Monopolio natural
(nuclear, carbón)

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Monopolio
con apoyo político

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Producción descentralizada - Diversidad de

suministradores

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Competencia restringida
(explotación insuficiente de

las economías de escala)

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Mercados competitivos (competencia perfecta, mercado

competitivo); (turbinas de gas)

Posibles estructuras de mercado

La apertura del mercado de la energía eléctrica, programada para el 19 de febrero de 1999, como fecha más tardía, ha sido diseñada por el Parlamento Europeo y la Directiva del Consejo de 19 de diciembre de 1996. Conseguir un mercado eléctrico competitivo es un paso importante hacia el Mercado Interno de la Energía. Los principios generales de la Directiva son la obligación de servicio público y el acceso libre a la red eléctrica. Respecto a lo primero, los estados miembros pueden planificar a largo plazo para garantizar la seguridad del suministro y la protección del consumidor y del medio ambiente. Además, los estados miembros pueden imponer a las compañías eléctricas la obligación de servicio público, con respecto a la calidad del servicio y a los precios, así como la protección del medio ambiente. Se subraya que el mercado competitivo no garantiza, por sí mismo, estas cuestiones.

Se exigirá a los Estados miembros que abran sus mercados nacionales, de acuerdo con lo siguiente: durante los tres primeros años de aplicación de la Directiva, los usuarios finales a los que se aplique serán los que consuman al menos 40 GWh al año. Durante los tres años siguientes, todos los usuarios que consuman más de 20 GWh al año podrán entrar en el mercado liberalizado. Finalmente, transcurridos seis años, todos los usuarios cuyo consumo exceda de 9 GWh al año podrán elegir sus suministradores. Los usuarios tendrán progresivamente mayores posibilidades de elección de su suministrador, como consecuencia de la competencia en la producción de electricidad.

La energía eléctrica se puede considerar como un producto, desde el punto de vista del productor, pero su transporte a través de la red es un servicio proporcionado por los gestores de la red eléctrica. Según el grado de competencia que se introduzca en el mercado, se pueden distinguir cuatro posibles estructuras de mercado:

La primera es la que existe actualmente en la mayoría de los países de la UE, esto es, un monopolio establecido legalmente, en una industria completamente integrada verticalmente: los monopolios regionales suministran electricidad a todos los usuarios, de acuerdo con sus obligaciones de servicio público. No hay separación contable entre la producción, el transporte y la distribución al por menor. Esta estructura de mercado es precisamente la que debe desaparecer.

La segunda estructura supone competencia en la producción. Una única compañía compradora tiene el monopolio de las redes de transporte, y actúa como vendedor monopolístico frente a los usuarios finales. Sin embargo, esta compañía compra en situación de monopsio (comprador único) frente a distintos productores, de acuerdo con un sistema de concurso adecuado, para favorecer la competencia. La competencia en la producción permite el acceso a las líneas de transporte a las compañías eléctricas y a los productores independientes. Sin embargo, las negociaciones sobre el precio de la electricidad tienen lugar entre los productores y un comprador único, y no entre los productores y los usuarios finales. Además hay una separación contable entre producción, transporte y distribución al por menor.

La tercera estructura posible supone la competencia en la producción y en el suministro al por mayor. Según este esquema, las empresas de distribución compran directamente la electricidad a los productores y la suministran a los usuarios finales a través de las redes de transporte. Se permite el acceso libre a la red eléctrica, aunque las compañías locales conservan el monopolio sobre los usuarios finales.

La cuarta estructura posible supone la plena competencia en la distribución al por menor y el acceso directo a la red. En este modelo, hay plena competencia en la producción, distribución y venta al por menor. Los usuarios pueden elegir sus suministradores, los cuales tienen acceso libre a la red. Al principio del proceso de liberalización se tratará de los grandes usuarios, extendiéndose progresivamente el proceso a los más pequeños. Este es el modelo típico de California.

Los posibles esquemas de organización industrial se resumen en la Figura 2.

Figura 2. Estructuras de competencia en el mercado

(Imágen omitida)

Esta figura está basada en Hunt y Shuttleworth, 1996.

Cuando se consideran estos modelos de forma sucesiva, la capacidad de elección entre productores de electricidad se acerca cada vez más al usuario final. Para que funcionen adecuadamente, la estructura de los acuerdos contractuales entre los agentes del mercado ha de ser de naturaleza diferente. Hay que subrayar que el tema de las economías de escala es fundamental, ya que una hipotética perpetuación de las economías de escala en la producción llevaría a mantener una estructura de mercado monopolística.

La nueva regulación de la industria eléctrica podría incluir dos componentes principales. Una regulación inicial consistiría en fijar los precios de la electricidad y del transporte, si se considera y cuando parezca oportuno. Por otra parte, una empresa independiente podría encargarse de la gestión de la red eléctrica y se le exigiría que optimizase los flujos. Esta sería una planificación del funcionamiento del sistema, destinada a respetar los límites físicos de la red y a equilibrar eficazmente la oferta y la demanda.

Regulación de los precios de la electricidad y del acceso a la red eléctrica

Las reglas de formación de precios de la electricidad y de los servicios de transporte son un tema fundamental de cara a la futura regulación de la industria eléctrica. Train, 1991, ofrece un análisis en profundidad de la mayoría de los marcos teóricos que pretenden la regulación de los monopolios naturales. Teniendo en cuenta también las recientes investigaciones de Baumol y Sidak, 1995, parecen pertinentes las siguientes observaciones.

Mantener el modelo de competencia perfecta como marco de referencia teórico puede conducir a dificultades en la práctica (por ejemplo, la tarifación de acuerdo con los costes marginales puede llevar a muchas compañías eléctricas tradicionales a la quiebra). El esquema de mercado perfectamente accesible (free contestable market) es un modelo que permite las economías de escala, que no exige una multiplicidad de empresas y que puede contribuir a abordar los problemas de regulación en mercados oligopolísticos. Su principal característica consiste en admitir que la entrada y salida en el mercado son libres, como en el modelo estándar anterior, pero la presencia real de muchos competidores no es necesaria para mantener bajos los precios; basta la simple amenaza de entrada.

El agente regulador puede fijar un segmento de precios regulado, que incluye un máximo y un mínimo. El límite mínimo trata de impedir precios ficticios y subsidios cruzados entre empresas que pueden tener una posición dominante, mientras que el límite máximo trata de evitar beneficios monopolísticos, derivados de precios abusivos, así como de favorecer la innovación y el crecimiento de la productividad.

En esta situación, las empresas han de ser innovadoras para conseguir ganancias temporales por encima del nivel de competencia.

Los precios de los servicios de transporte también deben preservar la competencia eficaz en la producción. El objetivo consiste en diseñar un sistema de precios que evite que la compañía que facilita el acceso a la red eléctrica pase unos cargos a sus rivales superiores o inferiores a los que implícitamente se cargaría a sí misma. Un sistema de precios eficaz debe obligar al proveedor del servicio a cargar un precio igual a sus costes adicionales medios, incluyendo los costes de oportunidad adicionales, que siempre se tienen en cuenta en los mercados competitivos.

Gestión de la red eléctrica

El sistema de distribución de electricidad que resultará de la liberalización será probablemente más difícil de controlar y gestionar de lo que lo era en el sistema clásico de empresa pública integrada verticalmente. En un mercado energético competitivo, la transparencia del mercado y la fiabilidad de la red eléctrica deben estar garantizadas, en último término, sólo por la respuesta flexible y racional de los consumidores frente a los precios, sin necesidad de que exista una reserva instalada, fijada por la administración.

En el campo eléctrico, pueden surgir dos tipos principales de contratos: en primer lugar, los contratos bilaterales entre productores y consumidores. Son contratos a largo plazo, sin posibilidad de interrupción, con riesgos compartidos y con previsión de sanciones. No hace falta decir que se trata de un sistema en el que juegan un papel fundamental y estratégico las capacidades instaladas de las compañías productoras. El segundo tipo implica la creación de un verdadero mercado de electricidad al contado, donde el precio se determina según las condiciones instantáneas del mercado, por ejemplo a intervalos de 15 minutos.

Una compañía independiente, que puede ser un grupo de empresas (sobre la base de un mercado al contado) o un operador independiente, puede encargarse de la gestión de la red eléctrica y del sistema en general.

La nueva dinámica de difusión de la tecnología

Respecto a los efectos de la liberalización sobre el conjunto de tecnologías que intervienen en los mercados de electricidad, hay que destacar varias características. Este punto es esencial, ya que dicho conjunto de tecnologías tiene una importancia decisiva en los objetivos de disminución de las emisiones de CO2.

Hay que subrayar la interdependencia entre las estructuras de mercado y la difusión de la tecnología. De hecho, la liberalización, que es posible gracias a las nuevas tecnologías de información y control, induce, a su vez, una evolución del conjunto de tecnologías presentes en el campo de la energía eléctrica.

La disminución de tamaño en las actividades de producción, que es posible gracias a las nuevas tecnologías disponibles y, sobre todo, a la última generación de turbinas de gas, puede reforzar la difusión de sistemas de generación de electricidad menos centralizados. Esta evolución puede favorecer la difusión de tecnologías de energías renovables, muy adecuadas para los dispositivos tecnológicos híbridos (que combinan una fuente de energía intermitente generalmente con una tecnología de gas natural). Por otra parte, se admite en general que los mercados de electricidad liberalizados, al menos en lo tocante a producción, llevarán a los inversores a optar por tecnologías que exijan menos capital, que permiten mayor flexibilidad, menores tiempos de construcción y, por tanto, una mayor eficiencia. Las tecnologías basadas en gas natural son, pues, los mejores candidatos, ya que el portador de energía es versátil, limpio, asequible y relativamente barato. Además, la flexibilidad operativa de estas tecnologías permite que proporcionen energía eléctrica y que compitan con las tecnologías tradicionales tanto a carga máxima como a carga básica.

Este previsto predominio del gas natural puede impulsar la difusión de las pilas de combustibles para la producción descentralizada de electricidad, así como la coproducción descentralizada, basada en el hidrógeno, para satisfacer la demanda de calor. Las tecnologías relacionadas en el sector del transporte (pilas de combustible basadas en hidrógeno, mediante reformado del gas y gas natural comprimido) también se pueden beneficiar de esta evolución. A su vez, la difusión de las tecnologías basadas en el hidrógeno puede llevar a un uso más generalizado de la electrolisis del agua, basada en energías renovables.

Sin embargo, la descentralización inducida por la tecnología puede no ser suficientemente fuerte para acarrear cambios drásticos en el sistema de distribución. Como resultado, el mercado de la energía eléctrica puede llegar a caracterizarse por tres atributos: la persistencia de las tecnologías eléctricas tradicionales centralizadas a carga básica (principalmente basadas en energía nuclear, carbón y gas), mientras la coproducción y las tecnologías de energías renovables se difunden en sus respectivos nichos de mercado. El mercado de la calefacción puede verse impulsado por la disponibilidad de nuevas tecnologías basadas en el gas natural, y aumentar significativamente el rendimiento en las aplicaciones finales. Simultáneamente, como las nuevas turbinas de gas son muy flexibles (se adaptan a cargas máximas y a cargas básicas), la importancia de las tecnologías, en lo que respecta a la demanda, puede verse reducida y, además, afectada por la nueva proximidad entre oferta y demanda. Las líneas eléctricas de alta tensión y larga distancia pueden ser sustituidas, en parte, por redes locales de baja tensión y por redes adecuadas de gasoductos. Esta tendencia puede facilitar la competencia entre productores de electricidad independientes, así como una diversificación de las tecnologías de producción.

El conjunto de tecnologías resultante puede verse muy influido también por los contratos y las empresas mixtas creadas por las antiguas empresas públicas con otras compañías de Europa y Estados Unidos, con el fin de preparar y prevenir la presión de la competencia que se desatará en los próximos años. Esta re-monopolización de la industria puede impedir la introducción de nuevas tecnologías superiores que compitan con las utilizadas actualmente, impidiendo asimismo, hasta cierto punto, el progreso tecnológico.

La regulación de la propiedad de la red eléctrica y del transporte van a ser, probablemente, otros factores clave que pueden conducir a una situación en la que las tecnologías de energías renovables penetren en el mercado. Concretamente, si se aplica una regla de coste marginal para los servicios de transporte, se pueden penalizar las tecnologías de producción menos flexibles. Ello afectaría no sólo a las grandes centrales nucleares o de carbón centralizadas, sino también, probablemente, a las de energías renovables, aunque éstas suelen ser menos divisibles. Sin embargo, la importancia de los costes totales de la red impide la aplicación de esta regla, que se puede ajustar con el fin de premiar a las tecnologías de producción de electricidad "ecológicas". De hecho, las nuevas tecnologías energéticas, y especialmente las de energías renovables, necesitan ganarse la confianza económica y técnica y superar los actuales sistemas de precios, que no reflejan por completo las externalidades medioambientales. Tales premios parecen esenciales para conseguir precios que reflejen los costes sociales y concilien los puntos de vista de las empresas privadas y de los políticos, en cuanto a la estimación de los costes de la tecnología.

Por último, parece esencial construir modelos y simular los efectos del mercado competitivo de la energía eléctrica sobre la dinámica de la sustitución de las tecnologías de producción de electricidad, con vistas a proporcionar una estimación cuantitativa de las opciones políticas propuestas.

El papel cambiante de los futuros agentes reguladores nacionales

Las políticas gubernamentales y la regulación continúan siendo de importancia fundamental para alcanzar el nivel deseable de competencia y evitar una competencia distorsionada. Como quiera que la transición de la industria eléctrica ha partido, en muchos países, de una posición monopolística de una única compañía productora de electricidad, es mucho lo que queda por conseguir a este respecto. Además, los gobiernos europeos se han comprometido a evitar la degradación del medio ambiente y, en particular, a reducir las emisiones de CO2. Se espera que las medidas que permitan alcanzar estos objetivos sean, y continúen siendo, sobre todo de carácter político y que tengan efectos inmediatos sobre las opciones a tomar en el sector eléctrico. La opción tecnológica tiene, claramente, la mayor importancia. Así pues, hay espacio para una intervención de los poderes públicos en el futuro mercado competitivo de la energía eléctrica; dicha intervención ha de ser sopesada cuidadosamente por las autoridades responsables de la regulación.

Además de la función de corregir las externalidades, esto es, la formación de índices de precios correctos, el agente regulador tendrá que integrar los puntos de vista estratégicos a largo plazo, a fin de dar forma a la planificación de la capacidad, que será decidida por los productores, sobre todo en función de los costes totales de producción a corto plazo. Conseguir una industria productora de electricidad competitiva y sostenible desde el punto de vista medioambiental, debe incluir aspectos a largo plazo, relacionados con el agotamiento de las reservas europeas y mundiales (petróleo, carbón y gas), con los objetivos de disminución de las emisiones de CO2 y con la seguridad del suministro.

Basándose en la experiencia pasada del Reino Unido y de Noruega, habrá que ajustar y reforzar las funciones de los agentes reguladores. De hecho, habrá que redefinir ciertos aspectos reguladores del pasado, en relación con el control de los monopolios naturales, las inversiones, los precios y la protección del consumidor. La planificación a largo plazo, así como la obligación de servicio público, ya no son de la exclusiva responsabilidad del agente regulador: las reglas de la competencia deben proporcionar incentivos a todos los competidores que adopten una perspectiva a largo plazo y respeten el medio ambiente.

Los mercados británico y noruego muestran también que las estructuras de mercado y la propiedad en la industria, después de una reestructuración masiva, distan de ser definitivas. Ello refleja simplemente el hecho de que los incentivos para constituir monopolios eléctricos integrados verticalmente no han desaparecido por completo. La remonopolización anularía los esfuerzos liberalizadores y socavaría la necesaria renovación tecnológica. Entre las nuevas funciones de los agentes reguladores, tendrá especial importancia la revisión permanente de la situación del mercado y de los movimientos de capital entre los actores, para evitar la formación de trusts con capacidad para fijar los precios.

Otro aspecto importante es la tendencia y dirección futura del gasto en I+D, generado por la liberalización del mercado. Según estudios recientes sobre la privatización del sector de producción de electricidad en el Reino Unido, en 1991 (J.A. Walker, 1996), los datos de I+D muestran un aumento general en el gasto orientado al consumidor. Además, el gasto en I+D relacionado con la producción y la protección del medio ambiente disminuye, en favor del relacionado con la distribución, utilización y comercialización, cuando no se abordan las externalidades a través de medidas políticas. Así, la planificación de la I+D a corto plazo puede ofrecer limitaciones, al no tener en cuenta factores a largo plazo, como el calentamiento mundial o el desarrollo de nuevas tecnologías de producción, que presentan un panorama en el que los incentivos económicos y la política tecnológica pueden jugar un papel importante.

Una política coordinada de I+D en el sector de la energía, a nivel europeo, puede ofrecer ventajas importantes, como la explotación de las economías de escala en I+D, y una exploración más exhaustiva, evitando duplicar investigaciones, promoviendo la difusión de la tecnología y explotando las economías de alcance. Las líneas básicas de investigación en el sector de la energía, que han de ser apoyadas por las políticas públicas en la UE, se pueden clasificar según una escala temporal. A plazo medio, el dominio de las tecnologías basadas en combustibles fósiles (petróleo, carbón y gas) puede exigir un esfuerzo especial para desarrollar el uso limpio de tales combustibles, reduciendo, consiguientemente, los riesgos de cambios climáticos. Por otro lado, un análisis enfocado hacia las relaciones energía-economía-medio ambiente puede permitir una mejor comprensión de cómo orientar el cambio tecnológico hacia un sistema más libre de carbono, así como del perjudicial proceso de emisiones de carbono. El desarrollo de tecnologías limpias, basadas en combustibles fósiles, puede tener dos objetivos: reforzar la competitividad de la industria tecnológica europea y proteger el medio ambiente mediante mecanismos adecuados de transferencia de tecnología e incentivos para su adopción, especialmente en países que van a tener grandes tasas de crecimiento de la demanda de electricidad (China, India, etc.).

A largo plazo, la política de I+D en el sector de la energía en la UE debe centrarse en disminuir las tecnologías basadas en combustibles fósiles e impulsar la aparición de un conjunto sostenible de tecnologías: será, pues, prioritario desarrollar tecnologías de energías renovables y apoyarlas, cuando sean cuasi-competitivas.

Conclusión

La nueva función de los futuros agentes reguladores nacionales debe incluir, en particular, el establecimiento de reglas de formación de precios competitivos para la electricidad y para el acceso a la red eléctrica, así como el control de la concentración en el mercado. Además, el agente regulador tendrá una importancia capital para incentivar una planificación eficaz a largo plazo, y para impulsar la adopción de tecnologías respetuosas con el medio ambiente. Quedan todavía muchas dudas sobre la forma institucional precisa que debe tomar la regulación. Sin embargo, es muy importante diseñar correctamente las competencias del agente regulador, de modo que pueda cumplirse la doble función mencionada.

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Palabras clave

liberalización, difusión de la tecnología, mercado de la energía eléctrica, regulación óptima

Referencias

Baumol, W.J. y Sidak, J.G., Transmission Pricing and Stranded Costs in the Electric Power Industry, The AEI Press, Washington, D.C., 1995.

Department of Energy/Energy Information Administration, The Changing Structure of the Electric Power Industry: An Update, diciembre 1996.

Department of Energy/Energy Information Administration, Electricity Prices in a Competitive Environment: Marginal Cost Pricing of Generation Services and Financial Status of Electric Utilities. A Preliminary Analysis Trough 2015, agosto 1997.

Finon, D., La diversification des modèles d'organisation des industries electriques dans le monde: une mise en perspective, Revue de l'Energie, 465, enero-febrero, 1995.

Finon, D., Les nouvelles fonctions du Régulateur et du Gouvernement dans les industries electriques libéralisées: les leçons des expériences européennes, Revue de l'Energie, 477, abril-mayo, 1996.

Hunt, S. y Shuttleworth, G., Competition and Choice in Electricity. John Wiley & Sons, 1996.

Robinson, C., Liberalisation of the Energy Market: A Favourable Supply-side Shock for the UK Economy?. Surrey Energy Economics Centre, University of Surrey, 1994.

Train, K.E., Optimal Regulation: the Economic Theory of Natural Monopoly. The MIT Press, Cambridge, Massachusetts, 1991.

Walker, J.A., The Influence of Privatization on the Direction and Scale of R&D: Recent UK Experience, en Competition and New Technology in the Electric Power Sector, International Energy Agency/OCDE, 1996.

Agradecimientos

Los autores desean agradecer sus valiosos comentarios a las siguientes personas:

Ana Aguado, EURELECTRIC

Javier Alonso Pérez, Grupo ENDESA

Michael Losch, DG XVII-A3

Paul Malric-Smith, DG IV-E3

Brendan Millane, Key Economics Pty Ltd.

Mathias Weber, IPTS

Contactos

Stéphane Isoard, IPTS y Erasme-Universidad de París I Panthéon Sorbonne.

Tel.: +34 95 448 8366, fax: +34 95 448 8279, correo electrónico: stephane.isoard@jrc.es

Antonio Soria, IPTS

Tel.: +34 95 448 8294, fax: +34 95 448 8279, correo electrónico: antonio.soria@jrc.es

Sobre los autores

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Stéphane Isoard posee un máster en Modelos Económicos y es titulado (DEA) por la Universidad de París I Panthéon-Sorbonne, en Economía Matemática y Econometría. Está preparando su tesis doctoral en Modelos de Difusión de Nuevas Tecnologías y en Análisis Cuantitativo de la Política de I+D. Actualmente desarrolla un modelo de la industria europea de energía eléctrica y se ocupa de temas relacionados con la dinámica del cambio tecnológico, así como con la regulación óptima.

Antonio Soria es doctor en Ingeniería Energética. Ha trabajado en el CCI en las sedes de Sevilla e Ispra. Sus principales áreas de estudio se relacionan con las tecnologías energéticas, la economía de la energía y las implicaciones medioambientales del uso de la energía.

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