Juventud, salud mental y conductas suicidas

AutorVerónica Díaz Moreno
Cargo del AutorProfesora Sociología. UNED
Páginas69-90
JUVENTUD, SALUD MENTAL Y CONDUCTAS SUICIDAS
Juventud, salud mental y conductas suicidas
Verónica Díaz Moreno
Profesora Sociología. UNED
Sumario
1.INTRODUCCIÓN; 2.SITUACIÓN ACTUAL DEL SUICIDIO Y LA SALUD MEN-
TAL: ALGUNOS DATOS; 3.FACTORES DE RIESGO, PREVENCIÓN Y CAUSAS;
4.CONCLUSIONES; 5. BIBLIOGRAFÍA
El tema es tan interesante como complicado. ¿Qué lleva a una persona a terminar
con su propia vida? ¿Cuál es el malestar que intrínsecamente puede inuir al indivi-
duo para querer atentar contra su propia supervivencia? ¿Qué responsabilidad tiene
la sociedad en todo esto?
1.INTRODUCCIÓN
El suicidio es un grave problema de salud pública mundial, cada vez hay más ca-
sos, actualmente 703.000 personas se suicidan al año, más de los que fallecen por
VIH, cáncer de mama, homicidio etc, por ello la OMS tiene como prioridad desde
hace algunos años, la reducción de la mortalidad por suicido y ha sido introducido
como indicador en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas.
La salud mental se relaciona con “el bienestar emocional, la adaptación a los cam-
bios, la capacidad de establecer relaciones interpersonales sanas, el manejo adecuado
del estrés diario y carecer de trastornos psicológicos” (Vásquez et al., 2020:2). Los
cambios drásticos en el contexto de la pandemia han atravesado la salud mental de
toda la población, y han llevado aparejado la aparición de síntomas psicológicos de
grandes grupos de afecciones mentales, como la ansiedad, la depresión y el estrés
postraumático (Romm et al., 2021:385) Una vez expuestos estas tres grandes grupos
de efectos psicológicos (ansiedad, depresión y estrés postraumático) resulta impor-
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tante plantear las formas de gestión emocional-psicológica interna y los recursos de
apoyos externos que contribuyen a mantener una buena salud mental.
Si bien la salud mental y los síntomas psicológicos han sido objeto de estudio de
numerosas investigaciones, es cierto que, en España, han sido las consecuencias de la
COVID-19 las que han provocado una mayor implicación por parte de investigado-
res e instituciones en estudiar en profundidad y con detalle el estado de salud mental
y malestar psicológico-emocional de la población. Entre las razones que durante mu-
chos años se han argumentado para no hacerlo han sido entre otras las siguientes:
Se creía que la difusión publicitaria podría llevar a la imitación, en segundo lugar,
podría llevar a un modelo romantizado de los ídolos juveniles y tercero podría te-
ner un efecto negativo en los grupos más susceptibles. Por el contrario, a partir de
la Covid-19 ha ocurrido el efecto contrario, se ha hecho un gran esfuerzo para dar
visibilidad a las enfermedades mentales, a los problemas que ha generado y ha entra-
do de lleno en la agenda política. Eso sí, los medios de comunicación no se pueden
plantear contar los casos de cualquier manera, por lo que el Ministerio de Sanidad ha
realizado un “Decálogo de recomendaciones para los profesionales de los medios de co-
municación al informar sobre el suicidio”:
1. Informar si, pero con responsabilidad: Siguiendo las recomendaciones es-
tablecidas, subrayar siempre que es un problema de salud pública, dejar muy
claro que se trata de visibilizar y sensibilizar sobre este problema para su pre-
vención y erradicación del estigma y por último respetar a las víctimas y a su
entorno.
2. Alejarse del sensacionalismo: Especialmente en el caso de personas famosas,
no vincular nunca el suicidio con valores positivos (valor, amor) pero tampo-
co negativos (debilidad, culpa, pecado). Hay que evitar que las noticias sobre
suicidio vayan en portada y en la sección de sucesos. Al ser un problema de
salud pública, encaja mejor en secciones como sociedad o salud. No dar co-
bertura a actos públicos en memoria de personas que se quitaron la vida.
3. Cuidar el lenguaje: Aquí se hace hincapié en no utilizar según que expresio-
nes: por ejemplo, evitar algunas como, “epidemia de suicidios”, no usar un
lenguaje que sugiera que es una conducta o respuesta normal o inevitable ante
determinadas circunstancias complicadas. No usar la palabra suicidio en un
lenguaje metafórico como “suicidio futbolístico”, “suicidio político”.
4. Cuantos menos detalles mejor: No publicar datos personales, no ofrecer de-
talles del método empleado ni de las notas de suicidio, no incluir imágenes del
lugar y evitar imágenes de la familia y personas allegadas en duelo.
5. Aportar datos y testimonios ables: Utilizar datos de organismos ociales,
INE; OMS, recurrir a profesionales de la salud, seguridad etc.… por otro lado
evitar testimonios de los que no lo sean, como vecinos que suelen incurrir en
juicios de valor.
6. No simplicar una realidad compleja: No vincular un suicidio con una cau-
sa o motivo concreto, porque es un fenómeno complejo y multifactorial, no
especular sobre motivos o causas, evitar estereotipos.

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