La inmigración y los procesos de integración
| Autor | Rachida Dalouh y Encarnación Soriano Ayala |
| Páginas | 61-89 |
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CAPÍTULO 3
LA INMIGRACIÓN Y LOS PROCESOS
DE INTEGRACIÓN
En la literatura académica sobre interculturalidad, el concepto de «inte-
gración» se entiende y es denido de múltiples maneras, y está siendo
muy cuestionado y debatido. Incluso, la ausencia de consenso sobre el
signicado exacto del término se extiende a otros vocablos parecidos,
tales como «inserción» o «incorporación»; términos estos a los que sue-
le atribuirse un sesgo asimilacionista, sobre todo dentro del ámbito aca-
démico europeo (Favell, 2005). Por lo tanto, en ocasiones se logra su
denición a partir del análisis comparativo con otros procesos similares,
como el de inserción social, si bien ambos dieren en importantes ma-
tices. La inserción social hace referencia al proceso de inclusión de los
inmigrantes en la sociedad de acogida –como trabajadores, vecinos,
usuarios de los espacios públicos– y puede adoptar muy diversas fórmu-
las, de muy distinta calidad democrática y con diferentes consecuencias
sociales. Normalmente, cuando se habla de integración se hace referen-
cia a una inserción social que no comporte la marginación y exclusión
de los inmigrantes, ni tampoco la asimilación cultural forzada. Integra-
ción, por tanto, hace referencia a un «buen» proceso de inserción social
de los inmigrantes (Torres, 2002).
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Rachida Dalouh y Encarnación Soriano Ayala
Para Penninx & Martiniello (2006, p. 127) la integración es conce-
bida como: «El proceso a través del cual uno se convierte en una parte
aceptada de la sociedad». Los autores insisten en que esta denición ele-
mental se abre de forma intencionada en dos direcciones: Primero, in-
siste en el hecho de que la integración sea un proceso, antes que un re-
sultado nal. Por otro lado, no delimita ningún requisito particular para
la acogida en la sociedad receptora (al contrario de lo que ocurre con los
modelos normativos desarrollados por los politólogos, según los cuales
la acogida queda denida en términos de asimilación, integración, mul-
ticulturalismo o pluralidad). Por otra parte, Arango (2015) señala que la
integración es un proceso multidimensional, que afecta a numerosas
facetas de la vida social, y que muchas veces progresa de manera asincró-
nica a lo largo de las diferentes dimensiones que comprende. Y no se
trata de un proceso bimodal, que consienta sólo dos grados, cero o uno,
sino uno que acostumbra a mostrar diversidad de grados y estadios. De
esta forma se conere atención por igual hacia las actitudes de las socie-
dades receptoras, sus ciudadanos, sus estructuras y sus organizaciones.
Este proceso dura varios años, en muchos casos hasta después de adqui-
rir la ciudadanía e incluso hasta la segunda o tercera generación.
Otra denición, la más usual, es la que dene la integración como
la plena incorporación a la sociedad receptora, lo que se traduce en la
asunción por parte del integrado de todos los derechos y obligaciones
establecidos en esa sociedad (Pajares, 1998, p. 23).
La integración es un proceso sociocultural interactivo fundado so-
bre la interdependencia, la confrontación, el intercambio y la igualdad.
Es un proceso gradual mediante el cual los nuevos residentes se convier-
ten en participantes activos de la vida económica, social, cívica y cultu-
ral del país receptor. La integración pone énfasis en una relación diná-
mica entre el inmigrante o los grupos de inmigrantes y la sociedad de
acogida. Supone el reconocimiento de valores de cada grupo donde el
«otro» es reconocido en su diferencia, así, como en su igualdad para
aportar o enriquecer al conjunto social. Si la integración social se con-
gura como un proceso de acercamiento y empatía recíprocos entre el
o la inmigrante y la sociedad de acogida, el lugar donde se desarrolla se
convierte en esencial (Palo, 2008).
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