Información sobre el riesgo y confianza pública

AutorIsidoros Karatzas
CargoDG Investigación

Cuando este número especial de The IPTS Report1 estaba en prensa, los periódicos de todo el mundo comenzaban a prestar atención a la cepa H5N1 de la gripe del pollo. La epidemia ha afectado a diez países asiáticos, siendo China el último en incorporarse a la lista y Tailandia y Vietnam los más afectados. La epidemia ha costado la vida a 8 personas y 70 millones de pollos han sido sacrificados o han muerto a causa del virus. El riesgo2 de que la epidemia se extienda a otras partes del mundo se considera mínimo, si la comunidad internacional adopta las medidas correctas.

Parece que las lecciones aprendidas de la experiencia de la neumonía asiática (SARS) el año pasado, al menos a nivel internacional (OMS, UE), se han convertido rápidamente en buenas prácticas. En Tailandia se organizó una reunión internacional de expertos a finales de enero, para discutir medidas para atajar la epidemia. Indudablemente se analizará y discutirá la gestión de esta recentísima crisis internacional y habrá que aprender de nuevo algunas lecciones antiguas. En Tailandia, por ejemplo, el gobierno, que ha sido fuertemente criticado por el manejo de la crisis, anunció que "(el hecho de) que no dijéramos nada no significa que no estuviésemos trabajando. Hemos trabajado muy intensamente" (BBC, 2004). El espíritu de esta respuesta es contrario al menos a dos de las tres reglas básicas de la información sobre el riesgo: que sea activa, que responda a un plan y que se centre en las personas (S.C. Ratzan, 1998).

Cuadro 1. Máximas para una comunicación eficaz sobre problemas de salud y riesgoI. Desarrollar un tema/meta con intereses comunes (por ejemplo, "estamos interesados en la salud y la seguridad de nuestra comunidad").

Identificar objetivos claros y explícitos (a corto y largo plazo)

Establecer una agenda común, al tiempo que se reconocen los intereses políticos/económicos y las agendas ocultas

Información básica sobre evaluación de necesidades y valores éticos de la comunidad.

  1. Identificar todas las partes interesadas (organizaciones no gubernamentales, asociaciones comerciales, medios de comunicación, gobierno, público).

    Colaborar con cuantos puedan contribuir al suministro satisfactorio de información

    Trabajar con otras fuentes fiables

    Reclutar a portavoces competentes frente a los participantes

    Fijar funciones para los medios, grupos, organizaciones, público, etc.

  2. Identificar las audiencias, sus preocupaciones y los posibles mecanismos para alcanzarlas.

    Oír y comprender a las audiencias, incluyendo las variables culturales

    Medir la opinión pública (encuestas, etc.)

    Realizar investigación formativa (grupos, estudios de observaciones, encuestas, etc.)

    Identificar los patrones de comunicación de la audiencia (por ejemplo, cómo obtiene información)

  3. Desarrollar un enfoque estratégico para comunicarse con el público.

    Abrir inmediatamente canales de comunicación

    Elegir un portavoz competente, reconocer las emociones, hablar de forma clara y comprensible

    Elegir el mensaje, ensayarlo previamente y adaptarlo, y establecer mecanismos de seguimiento

    A la audiencia real pueden importarle más la honestidad, la competencia y la empatía que los datos y las estadísticas

    Crear confianza con un discurso honesto y abierto: no mentir jamás

    Utilizar criterios, normas y comparaciones objetivos para la planificación e implementación

  4. Comunicar un mensaje coherente y creíble.

    Crear mecanismos entre las organizaciones y dentro de ellas para emitir los mensajes

    Consultar con las instancias adecuadas antes de tomar decisiones o hacer anuncios importantes

    Utilizar comparaciones de riesgos para situar el riesgo en perspectiva; evitar comparaciones triviales

  5. Crear mecanismos para la comunicación directa con el público/audiencia.

    Utilizar los medios existentes, con apertura y accesibilidad

    Crear confianza e interactividad (prensa, radio, llamadas gratuitas, boletines, etc.)

    Decir a la gente cuáles son las limitaciones: no es posible hacer todo

    Discutir las acciones en curso o las que se van a emprender

    Si hay dudas, es preferible compartir más información que menos

  6. Maximizar la eficacia de la información.

    Reconocer y responder a las emociones

    Evitar un lenguaje instantáneo, abstracto o duro al hablar de muertes, lesiones y enfermedades

    Hablar con compasión, utilizando un lenguaje sencillo, no técnico

    Utilizar imágenes visuales, vívidas y locales para conectar con las personas

    Crear una relación con el público, ofreciendo acciones realistas y que se van a cumplir

  7. Evaluar las intervenciones/esfuerzos sobre las audiencias a las que se dirigen.

    Seguimiento: ¿Ha tomado la audiencia la decisión deseada?

    Evaluar los resultados

    ¿Se han establecido relaciones con los participantes clave?

    ¿Se está mejor preparado para la siguiente intervención...pasos siguientes?

    Mensaje general: Ser activo - Tener un plan - Centrarse en las personas

    Fuentes: Dr. Scott C. Ratzan, Vigilancia Mundial, Diagnóstico y Terapia de las encefalitis espongiformes transmisibles al hombre: Informe de una Consulta de la OMS, Organización Mundial de la Salud, www.who.int/csr/resources/publications/bse/whoemczdi989.pdf

    En los últimos años, las autoridades nacionales, las organizaciones internacionales y los grupos de expertos han producido una serie de directrices detalladas sobre esta información, que se están contrastando con la experiencia con una frecuencia preocupante. El cuadro 1 ofrece un ejemplo de uno de estos conjuntos de directrices, preparado por S.C. Ratzan, como parte de una consulta de la OMS, después del problema de la encefalitis espongiforme bovina (BSE, "vacas locas").3 Para manejar una crisis concreta, y abordar mejor el riesgo, en general, los ciudadanos tienen que confiar en una información honesta y oportuna, que se centre en las preocupaciones de las fuentes fiables. La confianza en las fuentes de información parece estar ligada a las percepciones del público sobre exactitud y conocimiento, así como a la preocupación por el bienestar público, por parte de dichas fuentes. La desconfianza está asociada a percepciones de distorsión de la información por parte de la fuente, y a casos anteriores de suministro de información errónea (L.J. Frewer et al., 1996). La confianza influye, pues, sobre la mayor parte de los restantes aspectos de la comunicación del riesgo. Una vez que la confianza se ha perdido o se ha visto amenazada, cuesta mucho más restaurarla; y, generalmente, se pierde la confianza tanto en el mensaje como en el mensajero. A este respecto, el papel que desempeñan los medios para interpretar las recomendaciones científicas y transmitir el mensaje es esencial en el proceso de comunicación (véase el artículo de G. Terzis y M. Vassiliadou en este número).

    No basta tratar de corregir el problema ofreciendo mejor información y mejorando su comprensión por parte del público. Las personas (incluyendo a los científicos y a los legisladores) tienden, consciente o inconscientemente, a incluir factores "extra-racionales" en tales decisiones (véase el artículo de A. Lorenzet y F. Neresini en este número). La información se procesa y se filtra basándose en decisiones ya tomadas; frente a informaciones contradictorias o en competencia, el equilibrio se inclina hacia la primera o más temprana decisión (una consecuencia del principio de Festinger de la disonancia cognitiva).

    Así pues, una mejor información, mejores prácticas de comunicación o comunicadores mejor formados, en un marco no interactivo ni participativo, probablemente no cambiarán la opinión de una persona sobre los OMG, el hábito de fumar, la dieta o la aparición de las nuevas tecnologías (véase el artículo de Schuler en este múmero). Ello debe ir apoyado (y precedido) por formación, educación y creación de unas estructuras que faciliten la participación del público. Esta formación/concienciación incluye las técnicas utilizadas para formular declaraciones en los medios (véase el artículo de A. Bontzorlou y P. Politis en este número).

    Una buena política de comunicación debe implicar a todos los actores (véase la figura 1) y prever la participación de los estudiantes como categoría central, así como un examen de las diferencias entre los sexos, si las hay, en el proceso de comunicación del riesgo. Además, debe reconocer los múltiples papeles de estos actores, como receptores del mensaje y como mensajeros. Estos papeles pueden variar, en función de los demás actores implicados, del contexto social y cultural, del tipo de peligro (natural o provocado por el hombre, intencionado o no, accidental o provocado maliciosamente, etc.) y de las actitudes generales frente al riesgo. Dichas actitudes se pueden clasificar, por ejemplo, según la Teoría Cultural: los igualitarios tienden a ver el equilibrio de la naturaleza como algo frágil y apoyan fuertemente la participación pública en las decisiones. Los individualistas tienden a tomar sus propias decisiones y consideran la naturaleza como algo relativamente sólido. Los jerárquicos desearían establecer reglas y procedimientos, mientras que los fatalistas ven la vida como algo caprichoso y consideran inútiles los intentos de controlarla. En cualquier caso, las investigaciones recientes indican que las personas raramente se ajustan a uno de los cuatro tipos exclusivamente, y su reacción frente al riesgo es multidimensional (Bennett, 2001).

    Figura 1. Un modelo de comunicación de la biotecnología

    Fuente: ¿Quién debe comunicar con el público y cómo? Informe de los seminarios celebrados en Varsovia, Bruselas, Copenhague y Madrid (otoño de 2002 - primavera de 2003), financiados por la Comisión Europea. http://europa.eu.int/comm/research/biosociety/public_understanding/communicating_sciences_en.htm

    Además se han de reconsiderar las actitudes hacia los patrones sociales, basadas en hipótesis incorrectas. Se ha puesto en cuestión la creencia de que el público no puede conceptuar la incertidumbre y de que ofrecer información sobre la incertidumbre aumentaría la desconfianza en la ciencia y en las instituciones científicas (Frewer y Salter, 2002). Análogamente, la hipótesis de que los europeos son tecnófobos no está respaldada por los estudios del Eurobarómetro (Gaskell, 2002). Un trabajo reciente de C. Marris et al., financiado por la DG Investigación, analiza las percepciones del público sobre la biotecnología agrícola en Europa, y discute el efecto que tales mitos pueden tener sobre la formulación de políticas. (El cuadro 2 enumera diez opiniones/mitos dominantes sobre la respuesta del público a los OMG).

    Cuadro 2. Opiniones dominantes sobre la respuesta del público a los OMGMito 1: La causa primordial del problema es que el hombre de la calle es ignorante sobre los hechos científicos.

    Mito 2: La gente está "a favor" o "en contra" de los OMG.

    Mito 3: Los consumidores aceptan los OMG utilizados en medicina, pero rechazan los que se utilizan en agricultura o para alimentación.

    Mito 4: Los consumidores europeos se comportan de modo egoísta frente a los pobres del Tercer Mundo.

    Mito 5: Los consumidores están a favor del etiquetado, para poder ejercer su libertad de elección.

    Mito 6: El público piensa (equivocadamente) que los OMG no son naturales.

    Mito 7: El problema se debe a la crisis de las "vacas locas": desde entonces, los ciudadanos ya no confían en las instituciones reguladoras.

    Mito 8: El público exige un "riesgo cero" y no es razonable.

    Mito 9: La oposición del público a los OMG se debe a "otros factores" (éticos o políticos).

    Mito 10: El público es una víctima maleable de los medios sensacionalistas que distorsionan la realidad.

    Fuente: Percepciones del público sobre las biotecnologías agrícolas en Europa. Informe final del proyecto, financiado por la CE, FAIR CT98-3844 (DG12-SSMI). Prof. Claire Marris et al. Una versión actualizada de esta tabla fue presentada por la profesora Marris en la Conferencia sobre la Percepción del Riesgo, organizada por la Dirección General de Salud y Protección del Consumidor.4

    Las actitudes del público frente al asesoramiento científico que constituye la base del mensaje que se comunica están cambiando (véase el artículo de B. Duncan en este número). Se han revisado los procesos de asesoramiento científico y se han realizado esfuerzos para definir criterios de evaluación y control del impacto del asesoramiento científico sobre la formulación de políticas y sobre las interacciones entre los diferentes actores sociales (Frewer y Salter, 2002; y The IPTS Report, número 72).5

    No es probable que decaiga la importancia que se otorga actualmente a la comunicación del riesgo. En diciembre de 2001, los centros de control y prevención de enfermedades de EE.UU. sugerían que la comunicación podría muy bien convertirse en el aspecto más importante de la salud pública en este siglo (Bostrom y Löfstedt, 2003). En este contexto, merecen continuarse los recientes esfuerzos para examinar y analizar los elementos prospectivos que dan forma a la futura investigación sobre el riesgo.6 Estos esfuerzos facilitarán un enfoque sintético de la gestión del riesgo, en general (incluyendo el diálogo social sobre este tema, véase el cuadro 3), y de la comunicación del riesgo, en particular.

    Cuadro 3. Cómo lograr reuniones de consenso eficaces ("hablar con ellos, no a ellos")1. Informar a cada grupo de los elementos y la argumentación de apoyo que caracteriza la posición de los grupos. Es necesario un punto de partida sobre el que haya acuerdo. Si no está clara una posición común, se pueden utilizar cuestionarios y/o entrevistas breves para alcanzarla.

    1. Organizar grupos de discusión, en cada uno de los cuales los participantes puedan presentar un documento claro y conciso fijando su posición, el cual se pueda distribuir a los grupos adversarios. Cada grupo debe discutir los puntos de negociación. Participar en una reunión de consenso exige que se esté dispuesto a negociar.

    2. Obtener información precisa sobre los puntos de vista de los adversarios (circular los documentos de posición antes de la reunión brindará la oportunidad de validar su contenido).

    3. Discutir los mitos y las realidades de todas las posiciones.

    4. Discutir y subrayar los elementos que constituyen "bases comunes", "metas comunes" y "objetivos comunes", que pueden derivarse de los documentos de posición.

    5. Implicar a los jóvenes desde las primeras fases del proceso, por ejemplo, visitando las escuelas y las universidades locales y haciendo que su participación forme parte de sus tareas en casa

    6. Discutir en común las lecciones aprendidas.

      ReferenciasGaskell, G., Allum, N., Stares, S., Europeans and Biotechnology in 2002, Eurobarómetro 58.0 (del proyecto de la CE "Las ciencias de la vida en la sociedad europea", nº QLGT-CT-1999-00286, Methodology Institute, LSE, Reino Unido.

      Bennett, P., Understanding responses to risk: some basic findings, página 9, en: Risk Communication and Public Health. Peter Bennett y Sir Kenneth Calman, eds. Oxford University Press, 2001, Reino Unido.

      Bostrom, A. y Löfstedt, R.E. Communicating Risk: Wireless and Hardwired, Risk Analysis, vol. 23, nº 2, 2003, págs. 241-260.

      Wilkinsom, A. y S. Elahi, Description of the Riskworld project process, Journal of Risk Research, vol. 6, nos. 4-6, 2003, págs. 343-364.

      Frewer, L.J., Howard, C., Hedderley, D. y Shepherd, R., What determines trust in information about food-related risks? Underlying psychological constraints, Risk Analysis, vol. 16, nº 4, 1996, págs. 473-486.

      Frewer, L.J. y Salter, B., Public attitudes, scientific advice and the politics of regulatory policy: the case of BSE, Science and Public Policy, vol. 29, nº 2, 2002, págs. 137-145.

      The BBC, 24 de enero 2004, de su servicio de noticias en línea: www.bbc.co.uk

      Notas1. En este número, y como parte de las actividades de formación de la DG Investigación, se ofreció la oportunidad de contribuir a estudiantes y profesionales jóvenes. Los artículos de A. Bontzorlou y de A. Lorenzet son continuación de una acción emprendida en junio de 2003. Nueve estudiantes (incluidos los dos mencionados) de Periodismo y de Sociología de la Ciencia fueron designados por sus instituciones para actuar como "relatores en la sombra" en la conferencia sobre "Asesoramiento científico, gestión de crisis y papel de los medios". Sus informes sobre la conferencia se incluyeron en las actas (véase la nota 3). Además, en colaboración con el Centro Europeo de Periodismo, se están organizando cursos de formación sobre comunicación del riesgo.

    7. Según la Unidad de Estrategia de la secretaría del gobierno británico: "Generalmente el riesgo se entiende como un 'peligro' y como algo que se debe evitar. Pero tiene otra cara: la oportunidad. Mejorar los servicios públicos exige aprovechar las nuevas oportunidades de innovación, y gestionar el riesgo que suponen. Definimos el riesgo como la incertidumbre del resultado de las acciones o acontecimientos, ya sea una oportunidad positiva o una amenaza negativa. Es la combinación de probabilidad e impacto, incluyendo la importancia percibida". Fuente: Riesgo: Mejora de la capacidad del gobierno para manejar el riesgo y la incertidumbre. Unidad de Estrategia, secretaría del Gobierno británico, noviembre 2002. www.strategy.gov.uk

    8. Una selección de las Directrices de Comunicación y bibliografía relacionada está disponible en la página Web de la DG Investigación: europa.eu.int/comm/research/fp6/science-society/index-en.html La bibliografía forma parte de las actas de la conferencia internacional de Atenas, sobre "Asesoramiento científico, gestión de crisis y papel de los medios", organizada en junio de 2003 por el Programa Ciencia y Sociedad de la DG Investigación de la Comisión Europea y el Centro para el Control de las Enfermedades Infecciosas de Grecia, bajo los auspicios de la Presidencia griega de la Unión Europea.

    9. La conferencia Percepción del riesgo: Debate público y política sobre la Ciencia fue organizada por la DG Salud y Protección del Consumidor de la Comisión Europea en Bruselas, los días 4 y 5 de diciembre de 2003. Para más información y para las actas de la conferencia, véase http://europa.eu.int/comm/food/risk_perception/

    10. Una discusión más detallada sobre el impacto del asesoramiento científico puede encontrarse en el número 72 de The IPTS Report. Una discusión más completa de la propuesta de marco de evaluación contenida en el artículo de E. Amanatidou y F. Psarra de dicho número puede encontrarse en http://europa.eu.int/comm/research/science-society/documents_en.html El informe ofrece un enfoque metodológico para seguir y evaluar el proceso de asesoramiento científico y su impacto. Se está trabajando actualmente para ensayar y validar este marco, centrándose en la comunicación del riesgo. Los resultados de este trabajo estarán disponibles a finales de 2004.

    11. Para más información sobre investigación prospectiva sobre el riesgo, véase el Journal of Risk Research. Número especial: Riskworld, volumen 6, números 4-6, julio de 2003.

      ContactosIsidoros Karatzas, Unidad de Asesoramiento Científico y Gobierno, Dirección C, Ciencia y Sociedad, DG Investigación

      Tel.: +32 2 295 00 27, fax: +32 2 296 20 06,

      correo electrónico: isidoros.karatzas@cec.eu.int

      Dimitris Kyriakou, IPTS

      Tel.: +34 95 448 82 98, fax: +34 95 448 83 39,

      correo electrónico: dimitris.kyriakou@jrc.es

      Sobre el autor

      Isidoros Karatzas es bioquímico de formación y trabaja en la Unidad de Asesoramiento Científico y Gobierno, Dirección C, Ciencia y Sociedad, de la DG Investigación. Su trabajo actual versa sobre la evaluación del impacto del asesoramiento científico y sobre la gestión del riesgo.

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