In memoriam' Paolo Grossi y Maurizio Fioravanti

AutorIgnacio Fernández Sarasola
CargoProfesor Titular de Derecho Constitucional (acreditado catedrático)
Páginas1-2
“In memoriam”
Paolo Grossi y Maurizio Fioravanti
Una vez cerrado el presente número de “Historia Constitucional”,
nos ha llegado la tristísima noticia del sucesivo fallecimiento, con poco
más de un mes de diferencia, de dos de los más grandes historiadores del
Derecho a nivel mundial: Paolo Grossi y Maurizio Fioravanti.
Aunque debido a la clausura del volumen no ha sido posible rendir
el homenaje que merecerían dos figuras del calibre de los finados, no
podemos menos que dejar constancia al menos de la profunda
consternación que nos produce su pérdida.
Glosar la figura de Paolo Grossi se antoja casi tan imposible como
innecesario: lo primero, porque sus contribuciones profesionales y
científicas resultan inabarcables; lo segundo, porque fue una figura
perfectamente conocida en el mundo académico. No obstante, conviene
recordar que sus contribuciones a la historia del derecho de propiedad,
y de la estructura del orden jurídico medieval son referencia inexcusable
para el estudio de ambas materias. Doctor honoris causa por varias
universidades (Frankfurt, Autónoma de Madrid, Nápoles, Rio Grande do
Sur, Paraná, Estocolmo y Autónoma de Barcelona), ejerció también como
abogado y fue presidente de la Corte Constitucional italiana entre 2016
y 2018.
Tuve la enorme fortuna de conocerlo personalmente cuando tuvo
la deferencia de invitarme a una instancia de investigación en el Centro
di Studi del Pensiero Giuridico Moderno de la Universidad de Florencia.
Un centro de referencia internacional que en ese momento él mismo
dirigía. Allí puede comprobar que aquel excelso maestro era, también,
una bellísima persona, que no tenía empacho en tratar con exquisita
deferencia y amabilidad a quien entonces no era más que un modesto
doctorando.
Recuerdo en una cena con él, que me comentó: “¿Sabes, Ignacio?
De lo que me siento más orgulloso no es de mis publicaciones o mis
doctorados honoris causa. De lo que me siento más orgulloso es de mis
discípulos. De haber logrado crear una escuela y que esos discípulos se
hayan convertido en reputados catedráticos. Es lo mejor que puede
pasarle a un profesor universitario”. Esas palabras me marcaron de
forma especial, porque me percaté de cuán ciertas eran. Pero además
decían mucho de Paolo Grossi: lejos de cobijarse en sus innumerables
méritos personales, tenía un sentido de escuela y de grupo que
engrandece más si cabe su colosal figura.
Entre esos discípulos se hallan en efecto investigadores de la talla
de Mario Sbriccoli, Paolo Capellini, Giovanni Cazetta, Bernadro Sordi,

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