La gestión de la investigación

AutorGuy Paillotin
CargoINRA

La elegancia del concepto de gobierno no debe llevarnos a olvidar que gestionar la relación entre ciencia y política es aún una tarea muy delicada. Aunque sin menoscabar el derecho de los políticos a intervenir en la definición del balance total de la investigación o a pedir investigación específica para apoyar una decisión específica, es también cierto que los investigadores no aceptan que su trabajo sea guiado por consideraciones políticas a corto plazo. La curiosidad es, y debería ser, la principal fuerza impulsora de su actividad. No obstante, la responsabilidad del gestor de un organismo u organización no está limitada sólo a evaluar la calidad de los investigadores bajo su dirección. Esto implicaría una ilusoria e ingenua negación de la dimensión social de la investigación.

Aunque la curiosidad es, y debería ser, la principal fuerza impulsora de la actividad científica, las necesidades de los ciudadanos deben tenerse en cuenta en el trabajo científico

Para eludir esta aparente contradicción, es importante que no se reduzca la cuestión de la política científica a un simple tête-à-tête entre el responsable político y el científico, sino que se introduzca a una tercera parte en esta relación dual, esto es, el ciudadano y sus demandas, las cuales son cada vez más independientes del enfoque estrictamente político. Hecho esto, la idea no es tanto responder a las demandas de los responsables de la política como extender la curiosidad del científico a nuevas cuestiones, que a menudo son de naturaleza social, pero que no son inaccesibles a las demandas lógicas de la investigación. Estas cuestiones están ligadas al concepto de desarrollo sostenible e incluyen aspectos tales como los siguientes: asegurar la creación global de riqueza sin causar exclusión, combinar globalización y diferenciación, garantizar la salud pública, preservar el medio ambiente, garantizar la sostenibilidad de los recursos naturales- y de modo especial el agua-, reciclar nuestros residuos de modo aceptable y desarrollar el concepto de ciudadanía en cada habitante de nuestro planeta.

Para cubrir las necesidades de los ciudadanos es necesario extender la curiosidad científica a todas estas cuestiones. Esto a menudo implica alterar los límites y el contenido de las disciplinas "tradicionales"

Para inducir a los científicos a extender su curiosidad considerando estas cuestiones sociales es necesario modificar sustancialmente el contenido de las disciplinas "tradicionales", o al menos permitir la posibilidad de relacionarlas de nuevas maneras. Esto es lo que se ha hecho en el INRA (Instituto Nacional de Investigación Agronómica) y en muchas de sus instituciones homólogas en todo el mundo. Esta reestructuración agrupa los temas de agronomía, ciencias del suelo y bioclimatología en torno a cuestiones medioambientales; enlaza la patología animal con la cuestión esencial de la salud humana; integra enfoques sobre la protección de los cultivos; pretende que los economistas tengan en cuenta cuestiones de desarrollo local; analiza el comportamiento del consumidor, etc.

Al elegir la relación directa con las exigencias del ciudadano, consideramos que hemos asumido nuevas responsabilidades, independientes de las asumidas por los políticos. Adicionalmente, el INRA ha desarrollado sus enfoques prospectivos sobre la base de una detallada consulta con los actores económicos y sociales; ha asumido como regla de oro el avisar e informar al gobierno sobre aquellos temas en los que su nivel de información pudiera ser significativamente más elevado que el de los políticos (BSE, GMOO, etc.); posee un comité ético y de prevención para cumplir mejor sus responsabilidades frente a los ciudadanos, y se comunica directamente con los medios de comunicación sobre aquellas cuestiones que considera importantes para nuestros conciudadanos.

Conectar directamente con las preocupaciones de los ciudadanos significa asumir nuevas responsabilidades, independientes de las que recaen en los políticos, y puede propiciar una comunicación directa que contemple además el uso apropiado de los medios de comunicación sobre temas de importancia para el bienestar público

Desde el momento en que se alcanzó un consenso sobre esta cuestión y se organizaron redes de corresponsabilidad sobre temas comunes a nivel europeo (siguiendo el ejemplo que iniciamos en el campo agronómico), la Unión Europea se ha interesado en enlazar la política científica con las instituciones que la gestionan sobre la base del día a día. El caso de la BSE (encefalopatía espongiforme bovina) es, en este sentido, altamente ilustrativo, ya que cuando llegó el momento de la crisis, se vió la ausencia de un acuerdo entre las instituciones europeas sobre la investigación que se tendría que llevar a cabo, mientras que, muy posiblemente, sí que existía un acuerdo informal entre los propios equipos de investigación.

Finalmente, desde el momento en que se trató de extender la curiosidad de los científicos a nuevos temas, ha sido conveniente dar una proyección internacional a los enfoques exclusivamente europeos, con vistas a asumir la naturaleza universal de la ciencia. Después de todo, el desarrollo de modelos de oferta y demanda para los productos alimenticios o los combustibles, el crecimiento de estos modelos y sus impactos climáticos, son cuestiones universales. Y esta universalidad es una parte intrínseca de su naturaleza científica. En vista de este hecho, se ha buscado siempre dar un carácter internacional a nuestras actividades y aplicar la experiencia extranjera a nuestros propios esfuerzos, ya que esta proyección internacional añade valor a las opciones que se tomen en el campo de la política científica.

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