AutorSantos-Ortega, Antonio
CargoMONOGR

[en] What Is This Thing Called Intrapreneur? Work management, cognitive capitalism and entrepreneur conception

Sumario: 1. Introducción. 2. El surgimiento del intraemprendedor en la retórica empresarial. 2.1. Aspectos terminológicos previos de la noción de intraemprendedor. 2.2. El intraemprendedor como arquetipo del trabajador emprendedor e innovador en la literatura de gestión empresarial. 2.3. El intraemprendedor y sus metáforas: perfiles y rasgos de carácter. 3. La figura del intraemprendedor en el núcleo de los cambios del posfordismo. Una revisión desde las ciencias sociales. 4. Conclusiones. 5. Referencias bibliográficas.

  1. Introducción

    La figura del emprendedor se ha convertido en esta última década en el equivalente general de las conductas socioeconómicas, una escala de medida, un canon frente al que compararse. Desde el momento en que alguien se confronta con algunas de las figuras más visibilizadas, excelentes y heroicas de este canon, comienza a desplegarse un código no escrito de comportamientos y protocolos dignos de imitar; un estilo que nos orienta hacia las expectativas sociales más sobresalientes que han de guiarnos para definir nuestros objetivos hoy. En caso de que aún no los tuviésemos, el modelo de conducta que se propone desde la figura del emprendedor los desencadena, los activa, incita a fijarlos porque ya están a la orden del día. A la manera de los eficaces plug and play, el sistema operativo del emprendedor se instala automáticamente e imperceptiblemente en nuestros códigos de apreciación social. La reiteración, la réplica permanente, la difusión ubicua, su continua repetición en boca de todos, de jóvenes deportistas, artistas, científicos, compañeros de aula, presentadores televisivos y, por supuesto, emprendedores, normalizan el mensaje, pudiéndonos llevar a pensar que estamos personalmente muy atrasados en nuestro carácter emprendedor. Los medios de comunicación están copados por personajes que enarbolan la energía emprendedora en su estado puro, ensanchando el mito del emprendedor y todos sus valores: el éxito económico, el conocimiento técnico, el progreso, un espíritu de esfuerzo, el respeto por el medio ambiente o por la justicia social. Blogueros, periodistas, personas influyentes, profesores universitarios construyen un relato sirviéndose de todo este storytelling de valores, arrebatadoramente cool, que se presenta de manera desacomplejada y natural, acelerando nuestra credulidad. Resulta difícil oponerse a esta magnífica escenificación optimista de la vida, sobre todo, cuando la realidad social y económica es cruda y escasa en alternativas.

    Aunque, como se deriva del párrafo anterior, el lado más visible del emprendedor hoy es su faceta popular y su espíritu positivo, en realidad, su significación más profunda se desarrolla actualmente en el mundo de la economía y del trabajo. En estos ámbitos, ocupa un lugar central en esta última década ya que se enclava en el contexto de los grandes cambios sociolaborales actuales. En primer lugar, se enclava en el marco del trabajo asalariado tradicional, con una progresiva empresarialización del trabajo asalariado en sí mismo y una incitación a la individualización y la responsabilización, que se visibiliza, sobre todo, en los empleos más cualificados. En segundo lugar, se enclava en la rápida difuminación de las fronteras del trabajo asalariado con la variada proliferación de nuevas figuras laborales basadas en el trabajo por cuenta propia. El capitalismo de plataforma y el digital labor generan nuevas prácticas y arquetipos que traerán un profundo impacto en el mundo del trabajo.

    En este texto, vamos a concentrarnos en el análisis del primer tipo de cambios. Es decir en las transformaciones que se están produciendo en el seno del trabajo asalariado a raíz de su progresiva empresarialización, de su reconceptualización desde la lógica emprendedora en estos últimos años. En este proceso, el intraemprendedor emerge como nuevo arquetipo del trabajador asalariado. La retórica empresarial rediseña el rol tradicional de asalariado a través de esta categoría de intraemprendedor -un asalariado que emprende dentro de su empresa, un trabajador que se comporta como empresario- y lo presenta como tipo ideal en el cual ha de proyectarse cualquier empleado. Con ello, se pretende redefinir las viejas identidades asalariadas, los viejos enfrentamientos entre el capital y el trabajo, las relaciones laborales, y se trata de introducir nuevos hábitos respecto a la implicación del trabajador, su compromiso en la empresa. El intraemprendedor es un dispositivo de activación para los asalariados. Este artículo tiene el objetivo de explorar cómo se construye el intraemprendedor desde la literatura managerial y cómo actúa sobre la subjetividad de los individuos de cara al trabajo. Para ello, dedicaremos un apartado inicial a analizar la terminología en la que se enclava el concepto de intraemprendedor, que, evidentemente, comparte raíz con el término matriz de emprendedor. Veremos en este apartado cómo es perfilado, revestido, el intraemprendedor en la literatura empresarial, cuáles son sus cualidades, su retrato-robot en la comunicación empresarial (3). A continuación, en un segundo apartado, más allá de los aspectos terminológicos y de la literatura managerial, abordaremos la contextualización de cambios en el trabajo y en las empresas en estas últimas décadas que han condicionado el ascenso del intraemprendedor. El posfordismo ha sido un vivero de transformaciones en la organización del trabajo que apelan a la idea del intraemprendedor. Recogeremos los análisis de algunos autores -entre otros muchos posibles- que desde las ciencias sociales han dedicado una atención particular a esta idea del trabajador emprendedor. Un tercer capítulo de conclusiones servirá de cierre a este artículo.

  2. El surgimiento del intraemprendedor en la retórica empresarial

    2.1. Aspectos terminológicos previos de la noción de intraemprendedor

    La moderna retórica empresarial que ensalza el cambio permanente no podía dejar de ser también cambiante en la forma de nombrar y usar la terminología para describir el fenómeno emprendedor. A la cultura innovadora de la empresa le acompaña una continua innovación en el léxico y la terminología con los que nombra sus procesos. Este ha sido el caso del término emprendedor. Sintagma exitoso, sobre todo durante esta última década, que condensa las virtudes de la conducta empresarial y a la vez la renueva. En los momentos de máxima efervescencia del término en España (en torno a 2010 se duplicó el número de noticias que contenían la palabra emprendedor), el término emprendedor y el acto de emprender convivieron con otras variadas denominaciones -"emprendedurismo", "emprendizaje", "emprendurismo"- (Santos, 2014). Finalmente, parece que esta profusa y acelerada dinámica terminológica se ha frenado con las denominaciones de origen "emprender" y "emprendedor", que se han consolidado hoy con su inclusión en la última edición del Diccionario de la Real Academia de la Lengua.

    El hecho de contar con un término más estable como es el de emprendedor no ha frenado la proliferación de denominaciones que le acompañan y que nos describen sus múltiples declinaciones, modalidades y matices. Las traducciones de la abigarrada literatura empresarial anglosajona han incorporado al léxico hispánico otras variedades en la taxonomía del campo emprendedor. Así, puede destacarse una especie particularmente valorada como es la del "emprendedor en serie", que no se conforma con emprender una sola vez, o la del "reemprendedor", que se hace cargo de una empresa cedida o no exitosa. Precisamente, el posible fracaso de la empresa es una ocasión para intentarlo de nuevo y esto constituye una de las esencias que se elogia repetidamente en el ecosistema emprendedor. El "emprendedor social" es otra variante destacada, que incorpora el adjetivo social al complejo universo emprendedor, en el que se trata de ajustar el difícil encaje entre el lucro y el servicio social. La proyección social del emprendedor es uno de los tópicos más difundidos en estos últimos años. Ello obliga aquí a hacer mención al acento filantrópico y preocupación por las causas justas que reposa en el ADN emprendedor y que ha dado lugar a toda una discusión encuadrada en el filantrocapitalismo, practicado sobre todo por la aristocracia emprendedora, que ha reactualizado las formas de caridad y el filantro-marketing, que se ha convertido en una especialidad en la formación de los directivos (McGoey, 2014; Duvoux, 2015).

    De más reciente aparición, y menos conocido, es el término "intraemprendedor", que aquí nos ocupa, y que describe al trabajador que dentro de una empresa tiene comportamientos emprendedores o crea incluso su propia empresa. Esta especie del intraemprendedor, recién llegada al repertorio terminológico de la cultura emprendedora, está destinada a extenderse dada la consabida capacidad colonizadora y afán de totalidad que caracterizan a la difusión del espíritu emprendedor. Con la buena intención de resolver dudas lingüísticas, la Fundación del Español Urgente (Fundéu), asesorada por la Real Academia, ha propuesto algunas alternativas para evitar el neologismo que supone el uso de "intraemprendedor" y sugiere sustituirlo por "emprendedor interno", "empleado con iniciativa", "trabajador creativo", "persona con dinamismo", "empleado proactivo". Nuevos vocablos que, sin embargo, agregan matices particulares y complican la clasificación intraemprendedora. En todo caso, la difusión del término intraemprendedor se mueve aún en círculos especializados y no ha aparecido con fuerza en los medios de comunicación. Ello no quita que la extensión del carácter emprendedor a los propios trabajadores sea ya un sólido indicio de la presencia de los discursos empresariales en cualquier ámbito de la realidad laboral y social.

    En este particular bestiario del mundo emprendedor, han aparecido también...

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