El derecho a la educación de todas las personas

AutorClara Souto Galván
Cargo del AutorLicenciada en Derecho en la Universidad Complutense de Madrid
Páginas99-184
99
V.
EL DERECHO A LA EDUCACIÓN
DE TODAS LAS PERSONAS
1. LA IGUALDAD AL DERECHO A LA EDUCACIÓN DE
MUJERES Y HOMBRES
a) Recorrido histórico
En la lucha por la consecución de la igualdad las primeras femi-
nistas exigieron igualdad para las mujeres en el puesto de trabajo,
el acceso a mejores empleos, mejores salarios y mejor educación.
En la reivindicación de estos derechos, Pisan argumenta que “si
fuera costumbre enviar a las hijas a la escuela lo mismo que a los
hijos, si a aquéllas les enseñaran ciencias naturales aprenderían de
forma tan total y comprenderían las sutilezas de todas las ciencias y
las artes tanto como los hijos”.
Bajo estos argumentos, Pisan escribió el Libro la ciudad de las
Damas, y tanto ella como escritoras posteriores, mantenían que la
supuesta inferioridad de las mujeres venía causada por la falta de
una educación decente. Desde los comienzos de la cultura europea
algunas voces se habían alzado a favor de que se educara a las joven-
citas para hacerlas más devotas, ya fuera dentro de la familia como
en los protegidos claustros de las órdenes religiosas femeninas 137.
137 Anderson, B y Zinsser, J.P (2009). Historia de las mujeres: una historia
propia, Crítica, Barcelona, p. 839.
100 Clara Souto Galván
Utilizando el mismo argumento Anna María Van Schurman
(1607-1678) escribió un tratado de 1637 “De si el estudio de las le-
tras es apropiado para una mujer cristiana”. Van Schurman sostenía
que la educación haría a las mujeres esposas y cristianas mejores y
más obedientes. Sin embargo, esta teoría se alejaba de los plantea-
mientos feministas que insistían en que a las mujeres se las educara
para que fueran mejores seres humanos y no para que fueran mejo-
res mujeres en su papel tradicional 138.
La lucha por la consecución de la igualdad, la equiparación de
derechos y el reconocimiento de las mujeres y de las niñas como
seres humanos, llevó a la reivindicación de un grupo de mujeres
para conseguir recibir una educación igual que los hombres, el mis-
mo acceso a una educación superior y los mismos derechos, pues
luchaban contra una situación de marginalidad social, política y
cultural por el simple hecho de su razón de sexo, situación que era
manifiesta.
Sobre el tema de la educación para las niñas, el arzobispo fran-
cés Fènelou observaba en un influyente tratado del S. XVII que “el
intelecto de una mujer es a menudo más débil y su curiosidad más
grande que los de un hombre; tampoco es deseable hacerla seguir es-
tudios que pudieran trastornarla. Las mujeres no deberían gobernar
o hacer la guerra o tomar sagradas órdenes. Sus cuerpos al igual que
sus mentes son menos fuertes y robustos que las de los hombres”.
A partir del S XV en adelante, algunas mujeres tuvieron la sufi-
ciente confianza en su propio criterio para manifestar su oposición
a las tradiciones que defendían la subordinación y sostenían la infe-
rioridad de su sexo.
La reivindicación de los derechos naturales de las mujeres ha
sido una pretensión histórica. Pero desde la filosofía, la práctica
política o el sentir popular, se levantó un sólido armazón ideológi-
co que, por negar, negó hasta su condición humana 139. “No es que
138 Ibidem…p.842.
139 Nuño Gómez, L. (2012), “Género, Desigualdad y Violencia”, Revista euro-
pea de derechos fundamentales, nº. 19, (Ejemplar dedicado a: Género, desigualdad
y violencia) p. 14.
EL DERECHO A UNA EDUCACIÓN UNIVERSAL E INCLUSIVA 101
sea cosa de un hombre o dos... no hay texto que esté exento de mi-
soginia”, denunciaría Christine de Pisan en la Ciudad de las Damas
(1405). Ellas serán construidas como naturaleza, sin capacidad de
juicio o discernimiento, sin atributos morales y, por tanto, ajenas
al contrato social; no serían portadoras de derechos ni gozarían de
posible autonomía moral, personal o económica. El feminismo na-
ció de la oposición 140.
Las primeras feministas escribieron para derribar los argumen-
tos masculinos sobre la inferioridad y la subordinación femeninas.
Habiéndose educado a sí mismas, reivindicaron el derecho a la edu-
cación para las otras mujeres y afirmaron que si las mujeres y los
hombres recibieran la misma educación “la joven estaría más per-
fectamente instruida que él y pronto lo superaría”, como escribió la
poetisa veneciana Lucrezia Marinella en 1600.
El período revolucionario de los siglos XVII y XVIII (Revolución
francesa 1789 y Revolución Industrial) permitió a las feministas
exigir más derechos para las mujeres, así que la aprobación de
nuevos derechos políticos y sociales para los hombres hizo que las
mujeres reivindicaran la igualdad de estos, exigiendo los mismos
derechos políticos y sociales, así como la misma enseñanza pública.
Entre finales del SXIX y principios del S XX, se consiguió la equipa-
ración de muchos de esos derechos, pero aún quedaba mucho ca-
mino por recorrer.
Ampliando los planteamientos que sostenían estas mujeres, en
los que se establecía que el primer paso para conseguir la igual-
dad era equiparar la educación de los hombres y mujeres, Bathsua
Makin en 1673, sostenía que la educación beneficiaría a las mujeres
mismas, a sus familias y a sus países, y basaba su tesis en la inteli-
gencia innata de las mujeres: “Si Dios hubiera tenido la intención de
que las mujeres fuesen una clase refinada de ganado no las hubiera
hecho razonables”.
Una generación después, Mary Astell proponía la creación de
una “institución” para la educación superior de las mujeres en
140 Anderson, B y Zinsser, J.P, Historia de las mujeres…p.833.

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR