La «Década Digital» de la Unión Europea: desarrollos e impactos sobre su ciudadanía y economía
Autor | David Ramiro Troitino |
Cargo | Universidad Tecnológica de Tallin (TalTech) |
Páginas | 1-14 |
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IDP N.º 34 (Diciembre, 2021) I ISSN 1699-8154 Revista de los Estudios de Derecho y Ciencia Política
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2021, David Ramiro Troitiño
de esta edición: 2021, Universitat Oberta de Catalunya
Dossier «Europa ante el reto digital: obstáculos y soluciones»
ARTÍCULO
La «Década Digital» de la Unión
Europea: desarrollos e impactos
sobre su ciudadanía y economía
David Ramiro Troitiño
Profesor titular de la Universidad Tecnológica de Tallin (TalTech)
Fecha de presentación: mayo de 2021
Fecha de aceptación: julio de 2021
Fecha de publicación: diciembre de 2021
Resumen
La Unión Europea (UE) es una organización en continua evolución desde su creación a mediados
del siglo
XX
. Su capacidad de adaptación a las necesidades generadas por el proceso de integración
es encomiable. La UE ha superado obstáculos imponentes, como la crisis derivada del rechazo a la
Comunidad Europea de Defensa y la Unión Política Europea; la activa oposición de un titán político
como el presidente francés, De Gaulle; diversas crisis económicas y monetarias; el Brexit y el auge del
populismo. Constantemente, la UE ha superado las crisis que le afectaban con la introducción de ele-
mentos estabilizadores comunes introducidos por el proceso de integración, creando más Europa. En
la actualidad se enfrenta a un nuevo reto, la adaptación a un progreso tecnológico brutal que influirá
en el modelo de sociedad imperante en las próximas décadas. Ante este reto, la UE pretende crear un
Mercado Único Digital europeo, entre otras iniciativas, que evidentemente tendrá una influencia subs-
tancial en las relaciones económicas entre sus miembros y a escala internacional. Esta investigación
se centra en el análisis del desarrollo europeo en torno al mundo digital y su influencia en la propia
esencia de la organización.
Palabras clave
Europa digital; comercio digital; desarrollo digital de la UE
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The “Digital decade” of the European Union: developments
and impacts on citizens and economy
Abstract
The European Union (EU) is an organisation in continuous evolution since its creation in the middle
of the 20th century. Its ability to adapt to the needs generated by the integration process is commen-
dable. The EU has overcome imposing obstacles, such as the crisis derived from the rejection of the
European Defence Community and the European Political Union, the active opposition of a political
titan such as French President de Gaulle, various economic and monetary crises, the Brexit and the
rise of populism. The EU has consistently overcome the crises that affected it by introducing common
stabilising elements introduced by the integration process, creating more Europe. The EU is currently
facing new challenges, the adaptation to the outstanding technological progress that will influence the
prevailing model of society in the coming decades. Faced with this task, the EU wants to create a Digital
Single Market for Europe, among other initiatives, which will obviously have a substantial influence on
economic relations between its members and also internationally. This research focuses on the analysis
of European developments around the digital environment and its influence on the own essence of the
organisation.
Keywords
digital Europe; digital trade; digital development of the EU
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1. La digitalización y la
automatización como desafíos
para la Unión Europea (UE)
De acuerdo con la definición proporcionada por la Comi-
sión Europea sobre Tecnologías Habilitadoras Clave (THC)
en 2009, se incluyen en esta categoría tecnologías van-
guardistas tan diversas como la micro y nanoelectrónica,
la biotecnología industrial, los materiales avanzados, la
fotónica y las tecnologías de fabricación avanzadas. Se
estima que actualmente el mercado global de las THC
supera los mil millones de euros de facturación, por lo
que ya en el presente tiene un impacto significativo en la
economía europea.
El desarrollo de nuevas tecnologías, en todas sus vertien-
tes, cambiará radicalmente la vida de los ciudadanos eu-
ropeos a corto plazo, y la Unión Europea debe adaptarse
al cambio (Telefónica, 2020). Por tanto, la organización
supranacional europea prioriza la integración digital
dentro de un marco social más amplio para un desarrollo
equilibrado del proceso de integración europea.
En este sentido, ya se aprecia cómo está cambiando la
forma en la que los ciudadanos europeos se comunican,
trabajan y usan los servicios de salud, por nombrar al-
gunos ejemplos más notorios. Estos cambios no son solo
sociales, sino que también están fuertemente vinculados
al desarrollo económico; en los próximos años cambiará la
forma en la que se llevan a cabo los negocios y la manera
de operar de las empresas. Se espera que se redefina la
forma en la que las compañías europeas diseñan, produ-
cen, comercializan y generan valor a partir de productos
y servicios (Bueno Campos, 2017). La economía digital ya
es una realidad, aunque su desarrollo potencial es enorme
y se esperan grandes innovaciones en un futuro cerca-
no. Consecuentemente, la Unión Europea debe prestar
atención a los progresos de la economía para adecuarse
y asumir de manera efectiva un liderazgo digital que
estimule la economía europea, fomente el desarrollo y
proteja el modo de vida europeo basado en sus valores
intrínsecos frente a otros modelos de sociedad altamente
digitalizados o en plena transformación, pero con visiones
sociopolíticas muy dispares.
El fomento del proceso de digitalización de la Unión
Europea crea grandes expectativas de desarrollo econó-
mico; se estima que intensificando el proceso se podrían
añadir 2500 millones de euros al PIB de la UE para
2025, una cantidad considerable para tan corto periodo
de tiempo. Además, teniendo en cuenta la pandemia
generada por la COVID-19, el proceso de digitalización
económica se ha intensificado de manera natural como
respuesta a los problemas de movilidad generados por
las restricciones impuestas para frenar la pandemia
(Barnes, 2020). Paralelamente, se ha intensificado la ne-
cesidad de la Unión Europea, no ya de liderar el proceso,
sino de adaptarse a este de la manera más rápida y efec-
tiva, para hacer frente a otros actores internacionales,
especialmente Estados Unidos y la República Popular
China (Puleri, 2020).
El sector privado no es el único que se ve inmerso en el
proceso de digitalización de la sociedad, también se con-
jetura que el sector público se beneficie enormemente
de un uso más amplio de las nuevas tecnologías digita-
les. Las tecnologías de la información y la comunicación
(TIC) permiten que el sector opere de una manera más
transparente y eficaz, ya que contribuye a la reducción
de la corrupción mediante un control de las actividades
públicas más transparente. Asimismo, son relevantes
las posibilidades de participación política que ofrece el
proceso de digitalización, al permitir que los ciudada-
nos —incluidas las minorías, los habitantes de las zonas
rurales, los discapacitados, o cualquier otro grupo en
riesgo de exclusión— tengan acceso digital a la vida po-
lítica, incrementando así su participación en los asuntos
comunes, protegiéndose de situaciones de discriminación
y fomentando una visión política más inclusiva (Schou y
Hjelholt, 2018). El concepto de participación derivado de
la creación de un espacio digital político es también de
suma importancia para el avance de la integración desde
el punto de vista europeo (Broka, 2015). La Unión Europea
es un proyecto de asociación en constante evolución para
afrontar las necesidades generadas por el propio proceso.
La evolución progresiva de Europa ha alcanzado grandes
niveles de integración, pero como en cualquier proceso
de crecimiento y profundización, no se ha avanzado en
todos los campos de manera homogénea. Desde una
perspectiva política, la integración se ha encontrado con
obstáculos significativos que han reducido la velocidad
del proceso, y que han retrasado este campo en compa-
ración con otras áreas, como la económica (Hanschitz,
2017). El desarrollo digital ayudará a la implementación de
un espacio europeo más integrado políticamente, ya que
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reduce las distancias y facilita la participación de todos los
ciudadanos europeos en el desarrollo político de la Unión
Europea. El futuro político de Europa pasa por involucrar
estrechamente a los ciudadanos en su desarrollo, elimi-
nando barreras para que el entramado político común se
convierta en una realidad.
El desarrollo digital está imbricado en la optimización de
recursos y la reducción de costes tanto a nivel privado
como público. Por tanto, la Unión Europea busca acelerar
un proceso, ya de por sí inevitable, para mejorar la compe-
titividad económica y el gasto público. Europa se enfrenta
a una cuarta Revolución Industrial basada en el desarrollo
tecnológico de los últimos años. Las tecnologías avanza-
das —como el análisis de datos, la inteligencia artificial
(IA), los sistemas automatizados, la computación en la
nube, el internet de las cosas (IdC), los robots, la impre-
sión 3D o el 5G— parecen ofrecer infinitas posibilidades de
aplicación en casi todos los campos y aspectos de la vida
que marcarán el futuro de Europa y del mundo.
Ante esta situación, es necesario analizar el impacto tec-
nológico en la economía europea y las posibilidades que
ofrece al desarrollo del sector público europeo. El carácter
supranacional de la Unión Europea y su desarrollo políti-
co basado en el concepto jacobino del ciudadano como
centro del sistema político, sin tener en cuenta su nacio-
nalidad, género, edad o cualquier otra variable, hace de la
organización un embrión para el desarrollo de la ciudada-
nía digital. Asimismo, el éxito de la creación e implemen-
tación del Mercado Único Europeo hace de la adaptación
digital una premisa. Ambos temas son desarrollados en
este trabajo en busca de una mayor claridad en la actual
revolución digital que está transformando el mundo y que,
evidentemente, afecta sobremanera a Europa.
1.1. La Agenda Digital para Europa
Teniendo en cuenta que la Estrategia de Lisboa, y su revi-
sión introducida en 2005, se agotaron a finales de 2010,
la Comisión necesitaba un nuevo marco para afrontar con
éxito las mencionadas posibilidades de futuro, por lo que
en mayo de 2010 introdujo un nuevo instrumento deno-
minado Agenda Digital para Europa (ADE). Esta, incluía
entre sus pilares básicos la adecuación del mercado a la
revolución tecnológica a través del Mercado Único Digi-
tal. Esta iniciativa busca una economía digital europea
sin fronteras en la que se garantice la libre circulación
de bienes, personas, servicios y capitales. Este espacio
común también promueve la protección efectiva de los
datos de los usuarios europeos, ahora en manos de multi-
nacionales que se escapan de los controles de los Estados
miembros. En definitiva, se trata de la creación de un área
donde los ciudadanos y las empresas puedan acceder sin
problemas a bienes y servicios independientemente de la
ubicación dentro del espacio económico europeo. La ADE
anticipa un mejor uso de las tecnologías de información
(TIC) para impulsar el empleo, el crecimiento, la compe-
tencia, la inversión y la innovación, y para derribar las
barreras que bloquean las oportunidades de un uso más
extenso de internet. El 90 % de todas las empresas de
la UE son pequeñas y medianas empresas (PYME) y tan
solo el 7 % de estas vende en el extranjero. Se espera que
la digitalización del Mercado Único cambie esta situación
anómala y expanda la actividad económica europea a
niveles inimaginables hace tan solo unos años. La Comi-
sión Europea estima que la creación del Mercado Digital
Único generará 415.000 millones de euros adicionales a
la economía de la UE y el PIB combinado de los Estados
miembros crecerá hasta un 1 % anual, y aproximadamen-
te un 2 % en combinación con otros pilares de la ADE.
Además, los cálculos de la institución europea indican
que se crearán 1,3 millones de nuevos puestos de trabajo
para 2025, en un momento de crisis generalizada debido
a la pandemia que ha afectado enormemente al mercado
laboral europeo (Parlamento Europeo, 2019). Un mercado
único verdaderamente digital generará nuevas oportuni-
dades comerciales, promoverá la innovación y fomentará
la creación de nuevas empresas. Esta visión idílica se en-
frenta a numerosos obstáculos, entre los que destaca el
nacionalismo económico, el poder de las grandes empre-
sas tecnológicas, la falta de un marco común en materia
impositiva, o la imposición de medidas de efecto equiva-
lente a aranceles por parte de los Estados miembros para
proteger sus intereses particulares. La hercúlea tarea de
sobrepasar estas adversidades dependerá enormemente
de la situación económica de Europa, donde un crecimien-
to robusto y continuado comparado con otros actores in-
ternacionales será un factor fundamental. La receta para
el éxito es voluntad política para avanzar en la integración
digital de la económica, reduciendo sus efectos adversos
sobre los agentes económicos y los consumidores. Pero
dicha voluntad puede ser crucialmente influenciada por la
situación internacional. Si Estados Unidos o la República
Popular China avanzan más que Europa, los gobernantes
entenderán que la integración digital es una necesidad y
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sacrificarán sus intereses más particulares en aras de un
desarrollo común europeo. Sin embargo, si Europa consi-
gue afianzarse en la economía digital global de manera
efectiva, sin comunalizar demasiado, estos no tendrán
el estímulo necesario para implementar una reforma tan
relevante y que tendrá un impacto considerable en la eco-
nomía europea.
La hoja de ruta definida por la Comisión para alcanzar
el Mercado Digital Europeo está basada en tres pilares
fundamentales sobre los cuales el entramado digital eu-
ropeo descansará en un futuro cercano. El primer pilar,
vinculado con el acceso digital, consta de elementos tan
destacados como el comercio en internet, la distribución
y logística de productos encargados a través de la red, la
eliminación del geobloqueo en todo el territorio europeo,
leyes de copyright que protejan a los creadores y fomen-
ten la innovación mediante de la creación de un marco
regulatorio a nivel europeo y con influencia mundial, y un
tipo de impuesto de valor añadido estándar para toda las
compañías que trabajan en el Mercado Digital Europeo
para evitar distorsiones que afecten a la competitividad y,
así, eliminar barreras fiscales que afecten a la igualdad de
condiciones para todos los operadores europeos.
El siguiente desarrollo pasa por la creación de un entrama-
do estable que apoye los desarrollos tecnológicos necesa-
rios para la implementación del Mercado Único Digital. El
desarrollo de un marco regulatorio común para las grandes
empresas tecnológicas de telecomunicación y un marco
común para los medios de información digital son objetivos
prioritarios para la Unión Europea, ya que se espera que
faciliten un espacio estable en el cual el desarrollo europeo
pueda asentarse. En este mismo capítulo se incluyen ac-
ciones para el fomento y la creación de plataformas online
a escala europea y aspectos concernientes a la seguridad
y los datos personales. Europa busca proteger a sus ciu-
dadanos de los efectos perniciosos del desarrollo digital
con la creación de una legislación protectora con vocación
previsora más que correctora. Anticiparse a los problemas
dará más credibilidad al esfuerzo digital de la UE.
El tercer pilar se basa en aspectos relacionados con la
economía y la sociedad, e incluye aspectos importantes
diversos, como el mercado de datos, uno de los principales
campos de desarrollo, tanto para la venta como para la
producción y la implementación de tecnologías basadas
en algoritmos que necesitan un gran flujo de datos para
su correcto funcionamiento, como la inteligencia artifi-
cial. Regular el acceso y la distribución de dichos datos
es fundamental para el desarrollo económico sostenible
en un Mercado Único Digital. Otros aspectos básicos, son
la introducción de estándares europeos. Un mercado
requiere de normas comunes para su correcto funciona-
miento, de manera que se eviten competencias desleales,
discriminaciones y alteraciones artificiales del funciona-
miento basado en la libre competencia, donde los más
competitivos sobreviven y los demás desaparecen (Lips,
2020). La selección natural explicada por Darwin puede
perfectamente aplicarse al desarrollo tecnológico empre-
sarial, aunque la delicada etapa inicial necesita de cierta
protección y dirección para evolucionar de manera acorde
con los principios sociales europeos. Desde el punto de
vista político, cabe destacar el esfuerzo realizado para el
desarrollo del Gobierno digital o gobernanza electrónica,
que es la aplicación de tecnología para la prestación de
servicios gubernamentales, el intercambio de informa-
ción, las transacciones de comunicación, la integración
de varios sistemas independientes entre el Gobierno y el
ciudadano, la dirección empresarial, la gestión laboral, así
como procesos e interacciones de la parte administrativa
dentro de todo el marco gubernamental. Mediante la go-
bernanza electrónica, los servicios de la Unión Europea se
pondrían a disposición de los ciudadanos de una manera
conveniente, eficiente y transparente (Kerikmäe et al.,
2019). Los tres principales grupos destinatarios se pueden
distinguir en tres niveles diferentes: el administrativo e
institucional a nivel europeo, los ciudadanos y las empre-
sas y los grupos de interés.
Una vez establecidos los cimientos, su desarrollo hará
posible la implantación de un Mercado Digital europeo
que fortalezca el proceso de construcción europea in-
ternamente, al crear reglas comunes y un espacio digital
sin fronteras entre los Estados miembros. A su vez, exte-
riormente, una Europa digital fuerte protegerá el modo
de vida de esta y de sus ciudadanos frente a gigantes
tecnológicos extranjeros cuyos parámetros de desarrollo
son discordantes con la visión europea de sociedad.
1.2. Nuevos retos
La Unión Europea ha realizado grandes avances adecuán-
dose a las circunstancias socioeconómicas derivadas de
la revolución tecnológica; alguna de sus iniciativas se
encuentra en los albores con enormes posibilidades de
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desarrollo, otras han fracasado y algunas han sido eficien-
temente implementadas. El Mercado Único Digital presen-
ta incontables oportunidades, pero también se enfrenta
a retos significativos que pueden lastrar su desarrollo
y anclar el progreso europeo frente a otras zonas del
mundo. En primer lugar, hacer que el Mercado Único de la
Unión Europea se adapte a la era digital requiere derribar
barreras reglamentarias y pasar de los mercados naciona-
les individuales a un único código normativo para toda la
UE. La creación de un marco legal común a nivel europeo
se enfrenta a la oposición del nacionalismo político, que
aboga por una autonomía estatal frente a los impulsos
uniformadores que emanan desde Bruselas. El concepto
de la soberanía nacional desempeña un papel relevante
en el proceso de construcción europea desde sus inicios
hasta la actualidad, desarrollando un juego de equilibrios
entre la cooperación y la integración, entre el interguber-
namentalismo y el federalismo, entre una comunidad de
Estados independientes y la creación de un espacio común
(Iwabuchi, 2019). Por tanto, la Unión Europea, actualmen-
te muy integrada, ha evolucionado constantemente desde
la cooperación hacia la integración, en un proceso difícil-
mente reversible, pese a las constantes tensiones que, por
ejemplo, han derivado en la salida del Reino Unido de la
UE. El Brexit puede suponer el espaldarazo definitivo para
la creación de un marco legislativo común en la Europa
digital, ya que el país anglosajón era el adalid europeo de
la cooperación, mostrando constantemente su reticencia
a aumentar los niveles de integración a nivel europeo
(Troitiño et al., 2018).
Otro hecho fundamental para el desarrollo de un acer-
vo común digital es la incapacidad de los Estados para
influir en el mundo digital, al no poder controlar las gran-
des corporaciones tecnológicas que dominan el mundo
digital, de manera que imponen sus propias leyes sin
cortapisas nacionales incapaces de dictaminar normas
de control efectivas. Solo la unión del esfuerzo regulador
común daría como resultado un espacio suficientemen-
te relevante para acotar las acciones de los gigantes
de internet dentro de un marco estable que respete el
modelo de sociedad europeo. Por tanto, el debate sobre
la soberanía nacional en temas digitales es fútil, porque
la única manera de ejercer cierta soberanía de manera
efectiva es mediante la colaboración europea y que las
fronteras del mundo digital sobrepasen las de los Estados
europeos. Tan solo gigantes como los Estados Unidos o
China han mostrado músculo suficiente para ejercer un
control efectivo sobre el mundo digital, aunque partiendo
desde paradigmas radicalmente dispares y con resulta-
dos divergentes (Liaropoulos, 2017).
Existen numerosas iniciativas (a menudo descoordinadas)
encaminadas a una estrategia legal clara tanto a nivel de
la UE como de los Estados miembros. La necesidad de
presentar una estrategia común, respaldada por todos los
agentes relevantes involucrados, es un reto que requiere
una coordinación profunda. El mundo digital está en sus
inicios, por tanto, cuanto más avance la legislación a
escala nacional, mayores serán las divergencias a nivel
europeo y más difícil será la integración futura. Ante
este hecho, la Comisión Europea pretende avanzar en la
integración antes de que la proliferación de obstáculos
nacionales ralentice el proceso de manera significativa en
el futuro, rezagando Europa a nivel mundial en un sector
clave para la economía y la sociedad. Estos pasos podrían
contribuir con 415.000 millones de euros al año al creci-
miento económico europeo, lo que impulsa el empleo, la
competencia, la inversión y la innovación en la UE (Giovi-
nazzi, 2020), asienta la influencia internacional de Europa
y protege a los europeos de gigantes mundiales dirigidos
por Gobiernos totalitarios o que simplemente se guían por
la maximización de beneficios sin cortapisas sociales y
con contribuciones básicas al desarrollo de las sociedades
donde operan.
La nueva Europa digital necesita de un marco legal donde
asentarse y expandirse de manera efectiva y respetuosa
con los principios que guían a la sociedad europea. Por
tanto, la Unión Europea ha trabajado en este sentido
elaborando un primer informe anual sobre la situación
del Estado de derecho en la Unión Europea 2020, en el
que se incluyen cuestiones digitales. El concepto general
del marco europeo enfatiza el desarrollo de la resiliencia
económica y del mercado laboral con sostenibilidad eco-
nómica, social, ambiental e institucional como principio
rector de las políticas europeas al respecto. Se espera que
este acercamiento fomente la convergencia ascendente y
la equidad en la transición hacia una economía climática-
mente neutra, al tiempo que se gestionan los desafíos que
plantean la digitalización y el cambio demográfico (Co-
misión Europea, 2020). Dada la rápida evolución de este
campo, la UE prevé requisitos adicionales para revisar los
desarrollos en los Estados miembros.
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2. Beneciosparaelsector
público europeo
Pese a que las posibilidades económicas son las más
plausibles dentro de una revolución tecnológica que crea
mercados globalizados, donde las barreras entre produc-
tores y consumidores no están afectadas por las fronteras
tradicionales, existen otros campos en los cuales la Unión
Europea espera unos réditos considerables. Ante el deba-
te sobre el carácter de la Unión Europea, económico o po-
lítico, la realidad proporciona una respuesta híbrida. Por
tanto, los avances tecnológicos y la implementación del
Mercado Único Digital tienen también ventajas más allá
del plano económico, ya de por sí considerable, enfocadas
hacia el servicio público de los ciudadanos. La Unión Eu-
ropea está ante una gran oportunidad de mejorar la vida
de sus ciudadanos y, por tanto, de incrementar el apoyo
popular al proyecto de construcción europea. La digitali-
zación tiene un gran potencial para el desarrollo político
de la institución y para acelerar el proceso de integración
de manera considerable. Existen campos estratégicos
cuyo poder de arrastre implica otras políticas y, por tanto,
son una prioridad para la UE.
2.1. Democracia
Desde el comienzo del proceso de integración, la UE se ha
enfrentado al problema de la capacidad de una entidad
supranacional de ejercer de pleno derecho las prerroga-
tivas de una entidad soberana común. Uno de los cons-
tantes obstáculos para la integración ha sido la reticencia
de ciertos Estados y agentes sociales a permitir que la
soberanía pudiera ser ejercida más allá de lo estatal, que
en numerosos casos es a su vez nacional por la imbrica-
ción de dos conceptos diferenciados, Estado y nación. Los
defensores de esta postura abogan por una cesión mínima
de soberanía a una Europa vinculada orgánicamente con
el concepto de cooperación. Pero en cierta manera se
apropian de la soberanía, que en realidad reside en los
ciudadanos de sus Estados (no en sus nacionales, ni en
el propio Estado). Los sujetos políticos son quienes, de
acuerdo con un contrato social, ceden la gestión de su
libertad personal al entramado político para la creación
de reglas comunes que permitan la convivencia armónica
en sociedad de una amalgama variada de individuos. La
aceptación de dichas reglas por parte de los integrantes
del sistema, los ciudadanos, es lo que se conoce como
lealtad institucional desde un punto de vista político, o
patriotismo desde un punto de vista político-cultural. El
conjunto de los derechos cedidos por parte de los ciuda-
danos (sujetos políticos) conforma la soberanía. El Estado
no es necesariamente el último receptor de esta cesión
ni es el dueño de la soberanía, sino su gestor público. El
problema de la soberanía europea puede ser solventado,
o mitigado, con la implementación de soluciones digita-
les para los problemas de los ciudadanos, atrayendo su
lealtad al proyecto europeo, al ser la UE más efectiva a la
hora de solucionar los problemas ciudadanos (Jabko y Lu-
hman, 2019). Las soluciones digitales pueden incrementar
el apoyo a la UE entre los europeos que aun hoy en día
afrontan de manera confusa la creación de una casa co-
mún por el carácter dual de su lealtad institucional, por un
lado, dominada por la racionalidad basada en la gestión
eficaz de los problemas que les atañen y, por otro, pre-
determinada por las emociones emanantes del concepto
de nación que se confunde con política debido al fomento
del Estado-nación a partir del siglo
XIX
para atraer de una
manera más efectiva la lealtad de los miembros de la
sociedad (Hamul’ák, 2016). La UE no puede competir con
las emociones, pero sí con la racionalidad. Si se muestra
efectiva en la solución de los problemas de los ciudada-
nos, atraerá suficiente lealtad o apoyo para avanzar en
el proceso de integración. Asimismo, incrementar la
participación cívica en los asuntos europeos mediante el
fomento de herramientas digitales, influirá enormemente
en la creación de la casa de todos los europeos.
2.2. Impacto social de la integración
digital económica
El Mercado Único Digital permitiría a la UE la gestión de ser-
vicios online conectando de forma armónica los sistemas de
información electrónicos del sector público de los Estados
miembros y de las propias instituciones europeas, coordi-
nando la gestión, evitando congestiones, diseñando mejores
trazados digitales y optimizando las respuestas ante situa-
ciones de emergencia. Paralelamente, la libre circulación
de personas y mercancías actuales dentro de la Unión
Europea ha creado sistemas viales que transcienden las
fronteras estatales y que necesitan una gestión común para
su correcto funcionamiento. La digitalización de la gestión
permitiría grandes avances y numerosos beneficios para los
ciudadanos como modelos para predecir problemas con la
calidad de la carretera, accidentes de tráfico, problemas de
velocidad, rentabilidad, etc. (Mihet-Popa y Saponara, 2018).
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El impacto del Mercado Único Digital depende enor-
memente de la capacidad de generar datos suficientes
para la creación de modelos efectivos. La dependencia
de datos fiables es enorme y fundamental, lo que coloca
a Europa por delante de otros gigantes mundiales, gra-
cias al avance del sector europeo en comparación con
competidores internacionales. Esta ventaja es temporal,
ya que la generación de datos es una prioridad global
y las inversiones son significativas a escala planetaria,
constatando la máxima de que la información es poder.
La Unión Europea tiene como prioridad invertir en la
generación de datos por su potencial y por la necesidad
inherente de estos. La idea es simple: la generación de
datos es más rentable y efectiva a gran escala, por lo que
parece adecuado que sea la UE quien se encargue de
este aspecto crucial para el futuro más que los Estados
miembros, capaces de generar bases de datos menores.
Como ejemplo ilustrativo, vemos cómo la Política Agraria
Común, dependiente de la Unión Europea, necesita de una
gran cantidad de datos para incrementar su efectividad y
proteger el medio rural europeo en todas sus dimensio-
nes. El análisis para determinar el estado y la calidad de la
tierra utilizada en labores agrícolas y ganaderas se realiza
más efectivamente por satélite, por lo que sería más sabio
emplear un satélite único europeo a que cada miembro
utilice su propio satélite. Le generación de datos también
es indispensable para una gestión eficaz del sistema sani-
tario y la posibilidad de analizar las necesidades médicas
de un paciente y donde pueden ser mejor atendidas de
acuerdo con los recursos disponibles. La implementación
de un sistema digital de coordinación sanitario será de
máxima importancia para la Unión Europea por su claro
beneficio para los ciudadanos, la mejora de su salud, la
optimización de recursos y la planificación racional (Pa-
drón, 2018). Aunque los obstáculos son numerosos en
este tema, debido a la fuerte identificación de los países
con su sistema sanitario como parte transcendente de su
identidad común, de su imaginario colectivo. En cualquier
caso, todos estos ejemplos apuntan en la misma dirección:
Europa afronta grandes retos en términos de integración
digital, pero ofrece grandes posibilidades para avanzar
positivamente en el proceso de integración por los benefi-
cios potenciales que puede ofrecer a sus ciudadanos.
La economía digital es un fenómeno nuevo y aún desco-
nocido que se refleja en el crecimiento exponencial de
las plataformas en línea que utilizan trabajadores que no
tienen un empleo a tiempo completo y que tienen horarios
flexibles. Parte de ellas son plataformas de economía co-
laborativa que se especializan en tareas puramente digi-
tales que no requieren presencia física o proximidad entre
trabajadores y sus clientes —mercados laborales en línea—.
Todos los sectores —desde especialistas en la tecnología
de la información (TI) hasta taxistas o repartidores de ali-
mentos, incluyendo todos los grupos de edad— muestran
una tendencia creciente y transfronteriza. Este carácter
supraestatal de la economía digital crea numerosos pro-
blemas de control por parte de las autoridades de los Es-
tados individuales, una disfunción que puede ser resuelta
con una gestión común. Por tanto, la gestión en Europa no
conlleva un socavamiento de la soberanía de los Estados
miembros, ya que estos carecen del poder necesario para
hacer efectiva dicha soberanía en el contexto de la eco-
nomía digital (Joamets y Chochia, 2020). El liderazgo eu-
ropeo en el control y la regulación de la economía digital
no es solamente recomendable, sino una necesidad básica
para el correcto funcionamiento del sistema político y so-
cial de sus miembros.
La situación laboral de los trabajadores de la economía
digital en la UE/EEA ha sido analizada por la Comisión
Europea, y ha arrojado datos que refuerzan la necesidad
de una acción común. El estudio se ha centrado en las
restricciones aplicables a las aplicaciones de transporte
compartido y entrega de comida, lo que ha revelado la
gran cantidad de factores de impacto y partes interesa-
das. Mientras que algunos países europeos favorecen
regulaciones laborales estrictas, otros intentan definir
«una tercera categoría de trabajadores» o luchan por
atraer innovaciones. En países como Alemania, Austria,
Dinamarca, Finlandia, Francia Suecia y Suiza, los emplea-
dos de la economía digital se consideran empleados de
la empresa con todas las consecuencias legales. Esto im-
plica el pago de impuestos sociales, el control del Estado
sobre las relaciones laborales que se tienen que adecuar
a la legislación pertinente sin existir una tercera catego-
ría de trabajadores. Asimismo, en este grupo de países
existe una fuerte presión por parte de los sindicatos para
regular estas relaciones laborables. Un segundo grupo
de países incluye el Benelux, España, Hungría, Italia, Is-
landia, Noruega, Polonia, Portugal y la República Checa,
donde se han introducido ciertas restricciones a la eco-
nomía digital en materia laboral, con una tendencia hacia
la creación de estándares comunes. Aunque se esperan
resoluciones judiciales futuras sobre la gestión laboral de
la economía digital, por los numerosos casos presentados
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ante los tribunales nacionales. Existe una emergente ter-
cera categoría de trabajadores que cuentan con ciertos
derechos laborables, por ejemplo, un número máximo
de horas o un seguro sanitario, aunque todavía existe un
debate político-social al respecto. Por último, existe un
tercer grupo de países, que incluye a Bulgaria, Chipre,
Croacia, Eslovaquia, Estonia, Grecia, Letonia, Lituania y
Rumanía, sin una legislación suficientemente definida
sobre el estatus de los trabajadores de la economía di-
gital, pudiéndose equiparar con la figura de trabajadores
autónomos, por lo que los pagos de impuestos sociales
no conciernen a la plataforma digital que emplea a los
trabajadores (Berg et al., 2018).
Estas divergencias en el incipiente mercado digital están
creando una alteración del actual Mercado Único Europeo,
porque pese a que haya reglas laborables especificas en
cada país y no sea una prerrogativa europea legislar al
respecto, vemos cómo estas plataformas funcionan en
Europa, lo que produce una distorsión en el sistema que
puede alterar de manera importante la competitividad de
las economías de los países miembros. Una armonización
total europea en este campo es hartamente improbable
por los vínculos de la política laboral con el sistema so-
cial. Sin embargo, la disfunción actual puede ser resuelta
con la introducción de una postura general común ante
el reto planteado por la economía digital, que solo puede
ser implementado con la creación de un Mercado Único
Digital. Los estándares comunes servirán para que las
divergencias entre las distintas economías se reduzcan y
potencien la convergencia a escala europea, pero permi-
tiendo diferencias significativas según las necesidades y
los modelos imperantes en cada país.
3. La digitalización
de las instituciones
democráticas europeas
El Parlamento Europeo es una de las instituciones centra-
les de la Unión Europea. Su evolución, en términos de rele-
vancia en el entramado institucional de esta, es constante.
Partiendo de una mera asamblea consultativa a inicios del
proceso de integración europea, ha evolucionado hacia
un parlamento democrático que representa a los ciuda-
danos de la Unión Europea y participa activamente en la
aprobación de leyes. No obstante, el proceso evolutivo del
Parlamento presenta diversos problemas que podrían ser
fácilmente resueltos desde una perspectiva digital.
En sus inicios, el Parlamento Europeo (PE) estaba locali-
zado en Luxemburgo, pero la negativa del Gran Ducado
a acoger más instituciones, pero sin perder las ya ad-
quiridas, derivó en la creación de múltiples sedes para
aquel. Francia acogió la sede de las reuniones plenarias
en Estrasburgo, ciudad símbolo de la paz entre Alemania
y Francia, ya que fue foco de conflicto entre ambas enti-
dades en el pasado. A su vez, las oficinas principales del
PE se situaron en Bruselas, centro neurálgico de la Unión
Europea, por motivos meramente logísticos. Más allá de
las lógicas nacionalistas, y en cierta manera obsoletas,
la sede del Parlamento Europeo debería contar con un
único emplazamiento, Bruselas, el centro de la toma de
decisiones real de la Unión. En la actualidad, los servicios
del PE se dividen en tres ciudades, Bruselas, Estrasbur-
go y Luxemburgo. La digitalización de los servicios y la
burocracia parlamentaria reduciría estas localizaciones a
dos, y reduciría enormemente los traslados de los parla-
mentarios y sus equipos y el transporte de toneladas de
informes entre estas tres localizaciones. El traslado desde
Estrasburgo a Bruselas, para conseguir la sede única, es
un problema político en el que la digitalización solo puede
mitigar sus efectos perniciosos, pero no solventarlo.
En lo referente a las elecciones al Parlamento Europeo,
en la actualidad se rigen de acuerdo con las normas esta-
tales pertinentes, lo que crea divergencias considerables
en el sistema. Por ejemplo, en lo que respecta a la edad
de votación, que es de dieciséis en Austria y se fija en los
dieciocho en el resto de los países miembros, se producen
diferencias entre los ciudadanos europeos dentro de un
marco político común. Existen algunas reglas europeas,
pero las diferencias son todavía considerables y reducen
la eficiencia del sistema a la hora de generar un demos
europeo, un cuerpo elector europeo. Si el Parlamento Eu-
ropeo fuera elegido por los ciudadanos europeos, ya que
representa a los ciudadanos de Europa, se debería contar
con un procedimiento común en sus elecciones. La imple-
mentación de un sistema electoral único basado en un
sistema de votación digital (siguiendo el ejemplo de países
como Estonia) subsanaría este problema y fomentaría la,
hasta favorecer la igualdad entre todos los ciudadanos
europeos. Los principales obstáculos nacen de la negativa
de los propios Estados miembros a abandonar sus tradi-
ciones electorales en aras de un bien común (de solución
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política), y de la barrera a la que se enfrentarían aquellos
ciudadanos no familiarizados con el mundo digital. Por
tanto, un acercamiento híbrido, en el que se mantiene el
voto presencial y se introduce el voto digital, supondría
una transición moderada hacia un modelo más sostenible
desde el punto de vista de participación ciudadana.
Otro de los obstáculos relevantes para la implementación
de una democracia más efectiva en Europa está relaciona-
do con la carencia de partidos políticos a escala europea.
Las elecciones europeas están dominadas por los partidos
políticos nacionales, por tanto, la discusión durante la
campaña está más centrada en los problemas de ámbito
estatal que en los problemas y las prioridades europeas.
Teniendo en cuenta que los Estados miembros ya se
encuentran representados en el Consejo, el Parlamento
Europeo debería trabajar de acuerdo con los intereses
europeos, obviando las necesidades particulares de cada
Estado. Por lo tanto, son necesarios los partidos políticos
europeos para priorizar las acciones a escala europea.
Como solución, se podría implementar un sistema donde
solo los partidos presentes en al menos el 40 % del terri-
torio de la Unión, o en áreas donde más del 40 % de la
población europea resida, podrían presentarse a las elec-
ciones europeas. Esto obligaría a la creación de partidos
políticos europeos sobre la base de los nacionales, pero
su perspectiva sería mucho más europea, ya que se cen-
trarían en las cuestiones comunes a la Unión Europea, y
más independiente de los problemas particulares de cada
miembro. Las dificultades geográficas para implementar
este sistema serian fácilmente evitables con la creación de
plataformas digitales políticas europeas. De igual manera,
la barrera lingüística podría ser evitada con la creación de
páginas webs en distintos idiomas de una manera sencilla.
La creación de eventos en línea solventaría el problema
de las distancias. Es evidente que un acercamiento digital
facilitaría la creación de entidades políticas en Europa,
aunque con el riesgo de abandonar a aquellos sin las
capacidades ni el interés necesarios para participar digi-
talmente. Por tanto, el nivel de educación y capacitación
de los europeos en lo digital debe ser potenciado desde la
Unión Europea antes de implementar un paso tan impor-
tante y con consecuencias políticas fundamentales para
los ciudadanos europeos.
En relación con la participación ciudadana, un tema que
puede generar grandes sinergias a nivel europeo, es la
convocatoria de referéndums europeos sobre temas de la
UE bajo el control del Parlamento europeo. Es extraño que
muchas medidas no se discutan en Europa cuando tienen
una influencia determinante sobre los ciudadanos de la
Unión Europea. Si el Parlamento Europeo pudiera organi-
zar referéndums europeos, la gente sentiría la presencia
de esta institución mucho más, y que su opinión está
representada. Dado que la UE no es un Estado nacional,
los referéndums europeos deberían ser más restrictivos
y respetar el equilibrio de poder de las instituciones eu-
ropeas, y por tanto la aprobación del Consejo debería ser
obligatoria. La logística es otro de los factores que influ-
yen negativamente en el desarrollo de referéndums en
Europa, algo fácilmente salvable con la estructura digital
adecuada. La Europa digital daría voz a los ciudadanos,
aunque sin caer en los excesos de la democracia ate-
niense, sino respetando los límites legales y el equilibrio
institucional.
Por último, la revolución digital está en condiciones de
contribuir significativamente a la reducción de la corrup-
ción y la mala administración en el Parlamento Europeo.
La reforma digital de este supondría una mayor claridad y
un menor índice de mala praxis. A mayor claridad y acceso
a la información por parte de los ciudadanos, menor es el
riesgo de corrupción entre los representantes políticos de
los europeos, ya que sus acciones serían más públicas y se
reduciría el margen de maniobras opacas.
Tras lo aquí expuesto, parece razonable que el Parlamento
Europeo acometa una transformación digital profunda
para afrontar de manera eficiente los retos del siglo
XXI
y
cumplir así con las expectativas generadas por el proce-
so de construcción europea en su vertiente más política
(Floridi, 2020).
En lo referente al desarrollo normativo de la Europa di-
gital, el PE tiene una gran influencia debido a su peso en
el proceso legislativo europeo. El procedimiento de code-
cisión se introdujo por primera vez en 1992 y su uso se
amplió en 1999. Con la adopción del Tratado de Lisboa, la
codecisión pasó a denominarse procedimiento legislativo
ordinario y se convirtió en el principal procedimiento de
toma de decisiones para la adopción de la legislación de
la UE. Se aplica en unos 85 ámbitos de actuación y la res-
ponsabilidad final recae en el PE y en el Consejo de la UE.
Si una propuesta legislativa es rechazada en cualquiera de
las fases del procedimiento o si el Parlamento Europeo y
el Consejo no pueden llegar a una solución transaccional,
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la propuesta no se adopta y se da por concluido el pro-
cedimiento (Frosio, 2017). La revolución digital supondría
aligerar el proceso, comúnmente atacado por su falta de
agilidad, e intensificar las relaciones del PE y el Consejo
de manera digital.
Conclusiones
La Unión Europea afronta un reto sin precedentes en tér-
minos de evolución marcado por el desarrollo tecnológico.
La organización avanza, aunque se enfrente a poderosos
obstáculos que amenazan un desarrollo y una ejecución
conjuntos que maximizarían las acciones comunes y
dotarían a la organización de relevancia internacional,
bienestar económico e independencia interna.
La UE tiene una sólida base científica e industrial sobre la
que construir, con laboratorios de investigación líderes y
universidades destacadas mundialmente, así como nume-
rosas empresas innovadoras. Tiene un marco legal integral
que protege a los consumidores al tiempo que promueve
la innovación y está avanzando en la creación de un Mer-
cado Único Digital. Los ingredientes principales están ahí
para que la UE se convierta en un líder en la revolución
tecnológica mundial, a su manera y en función de sus va-
lores. El enfoque digital descrito en este capítulo muestra
el camino que Europa quiere seguir y la necesidad de unir
fuerzas a nivel europeo para garantizar la transformación
digital homogénea, sin vencedores ni perdidos, dedicán-
dose recursos adecuados al Mercado Digital Único y su
culminación. Es importante resaltar el compromiso de la
UE en el desarrollo digital y su convergencia con los valo-
res de la Unión y los derechos fundamentales. La Unión
Europea cuenta con los instrumentos para convertirse
en un líder mundial de un nuevo equilibrio internacional,
donde las nuevas tecnologías desempeñarán un papel
relevante. La incapacidad del nacionalismo de compartir
más soberanía nacional en Europa puede ser contrarres-
tada por la complejidad del mundo digital, que alejará del
debate populista la conveniencia de un manejo común.
Aunque la lógica no lo es todo en las relaciones sociales y
la UE tiene que mantenerse firme en su estrategia actual.
La conectividad internacional del Mercado Digital Único es
una premisa básica para su maximización y es ahí donde
las relaciones digitales con América Latina son fundamen-
tales. Para fomentar esa conexión, la UE debe fomentar la
interdisciplinariedad en proyectos e innovación (medicina
online, inteligencia artificial en el mercado laboral) con los
socios iberoamericanos, apoyar las capacitaciones trans-
fronterizas sobre GDPR y GovTech, facilitar la publicación
conjunta en revistas altamente indexadas e invitarse mu-
tuamente a foros (online) y grupos de expertos para un
mayor desarrollo de las relaciones digitales entre ambas
áreas.
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2021, David Ramiro Troitiño
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Sobre el autor
David Ramiro Troitiño
Universidad Tecnológica de Tallin (TalTech)
david.troitino@taltech.ee
Licenciado en Historia, Ciencias Políticas y Dirección y Administración de Empresas. Doctor en Historia
Contemporánea en el programa de Estudios de la Unión Europea de la Universidad de Salamanca.
Profesor titular de la Universidad Tecnológica de Tallin, Estonia, desde 2017. Anteriormente, docente
en las universidades de Tartu, Concordia y Audentes, también localizadas en Estonia. Autor y coor-
dinador de 5 libros académicos relacionados con la Unión Europea. Asimismo, autor o coautor de
122 artículos científicos publicados en revistas académicas internacionales indexadas. Líder de los
siguientes proyectos europeos: Módulo Jean Monnet VERT672 «Functional Capacity of the European
Union (1.09.2014-31.08.2017)»; VEU624 «WEBDATANET: web-based data-collection - methodological
challenges, solutions and implementations (16.06.2011-15.06.2015)», David Ramiro Troitiño, Tallinn
University of Technology, School of Business and Governance, Department of International Relations,
Chair of European Studies; VEU20036 «Remember Nansen- migration, refugees and humanitarian aid
(1.01.2021-30.06.2022)». Experto examinador de la Comisión Europea para la evaluación de proyectos.
Conferenciante en Chile, Perú, Argentina, Colombia, España, Chipre, Turquía, Italia, Alemania, Letonia,
Rusia, Malasia y Camboya.
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-0542-5724