Información de confianza: el nuevo paradigma de inteligencia de W. J. Lahneman

AutorEnric Miravitllas
Páginas273-289

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1. Introducción

En el contexto de seguridad actual, marcado por la existencia de amenazas a la seguridad de naturaleza transnacional y compleja, el paradigma tradicional de inteligencia afronta problemas para mantener su eficacia. El presente artículo pretende revisar algunas de las aportaciones realizadas por William J. Lahneman, investigador de la Universidad de Towson, a la construcción de una nueva aproximación teórica a los nuevos «asuntos de información».

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La clave de este nuevo enfoque, que plantea la necesidad de transformaciones profundas en la Comunidad de Inteligencia (CI), es la redefinición del concepto de información utilizado en el paradigma vigente. Lahneman se pregunta qué tipo de información es necesaria en el nuevo entorno de seguridad y qué cambios deben tener lugar en la organización de la inteligencia.

En el primer apartado del artículo, exploraremos el diagnóstico que el autor realiza sobre la situación actual de los flujos de información en la Comunidad de Inteligencia (CI). En segundo lugar, analizaremos la nueva aproximación que propone hacia el concepto de información (información de confianza). Finalmente, trataremos de valorar la aplicabilidad de las propuestas de Lahneman en relación al diseño organizativo de los asuntos de inteligencia.

2. El problema de los flujos de información en la CI actual

Según Lahneman, en la actualidad sólo se contemplan dos tipos relevantes de información en la producción de inteligencia: información clasificada (secreta) e información abierta (de acceso no restringido). El paradigma tradicional de inteligencia, y todas las operaciones que tienen lugar en el marco de la actual CI, tan sólo reconocen la existencia de esas dos tipologías de datos. Toda pieza de información —procedente bien de fuentes secretas, bien de OSINT— se destina a la elaboración de productos de inteligencia de naturaleza clasificada o abierta. Esa limitada concepción de la información sólo permite la existencia de cuatro flujos de datos relacionados con los asuntos de inteligencia: I. de fuente secreta a destinatario secreto; II. de fuente abierta a destinatario secreto; III. de fuente secreta a destinatario abierto; IV. de fuente abierta a destinatario abierto (Lahneman, 2011: pp. 125 y 127).

En los últimos años, la mayoría de los servicios de inteligencia han apreciado la necesidad de expandir el universo de información disponible para hacer frente al terrorismo transnacional. Sin embargo, según Lahneman, las CI han tendido a ampliar significativamente los flujos con destinatarios secretos y poco o nada los flujos con destinatarios abiertos, cuya importancia es clave para prevenir las nuevas amenazas a la seguridad. ¿Por qué? La respuesta de Lahneman es que los flujos I y II cuentan con la aprobación de un

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amplio sector de las CI, ya que estas corrientes generan un tipo de información (secreta) que contribuye a preservar la vigencia del paradigma tradicional de inteligencia (Lahneman, 2011: p. 129). Así, la resistencia al cambio de las propias CI, de marcado sesgo secretista y renuentes al intercambio de datos, explicaría el escaso desarrollo de los flujos abiertos de información.

Ahora bien, respecto al diagnóstico planteado por Lahneman cabe plantearse si la expansión de la información secreta en la última década ha sido causada exclusivamente por la resistencia institucional de las CI. En este sentido, es difícil aislar el incremento del universo de la información secreta de la emergencia de las nuevas amenazas a la seguridad. Estas amenazas, planteadas por actores no estatales bajo un prisma difuso y no militar, dejan escasas pistas acerca de su materialización geográfica o temporal. Tomando en consideración la variabilidad y amplitud de los objetivos a atacar, junto con la flexibilidad y capacidad para modificarlos, parece aconsejable limitar los destinatarios de los flujos de información de inteligencia. Y ello sin menospreciar ni laminar el valor de la información procedente de fuentes abiertas que, como remarca Lahneman, son fundamentales en la prevención de este nuevo tipo amenazas.

Para el investigador de la universidad de Towson, las amenazas tradicionales (de carácter militar, concentrado y originadas por actores estatales) pueden combatirse bajo el paradigma actual de inteligencia. La información clasificada, obtenida a través de los flujos I y II, constituye un recurso eficaz para neutralizarlas. En cambio, para hacer frente a las nuevas amenazas, es necesario un nuevo paradigma (las «interpretaciones adaptativas») que combine adecuadamente tres tipos de información: clasificada, información abierta y otro tipo de información, llamada información de confianza, que no está disponible en fuentes abiertas ni se puede recopilar por medio de fuentes secretas.

En este sentido, antes de analizar el concepto de información de confianza, es necesario preguntarse por la relación que Lahneman establece entre los flujos de información y el tipo de amenazas. La necesidad de maximizar los flujos abiertos (III y IV), así como la incorporación de un nuevo tipo de información, son también aplicables y necesarias para hacer frente a amenazas estatales. La información con destinatarios abiertos parece igualmente relevante para identificar, prevenir o neutralizar la amenaza de un Estado. De hecho, los flujos abiertos son utilizados a menudo por algunos estados como

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instrumento para movilizar apoyos frente a amenazas o riesgos de naturaleza estatal. Es el caso, por ejemplo, de Israel frente a otras potencias regionales como Siria (antes de la primavera árabe) o Irán (en la actualidad).

3. La información de confianza
3.1. Definición formal

La «información de confianza» es aquella información que circula a través de unas mallas de comunicación global prácticamente inexistentes hasta la fecha, a las que Lahneman llama «redes de confianza». Pese a no delimitar el concepto con claridad, el investigador de la Universidad de Towson especifica que los datos que transitan por estas redes no son equiparables a información procedente de fuentes abiertas, dado que no son accesibles por la ciudadanía. Tampoco equivalen a información clasificada, puesto que no han sido obtenidos mediante métodos o fuentes secretos ni su acceso está restringido a un pequeño grupo de personas con «necesidad de saber». Se trata de contenidos seguros —no secretos— obtenidos de cada individuo a través de un proceso abierto de recopilación. Su valor no reside en las piezas de información aisladas que proporciona, sino en la capacidad de explotarlas y analizarlas (Lahneman, 2011: pp. 130-133).

La definición formal de este nuevo concepto de información plantea algunas dudas, puesto que no se diferencia de forma clara de la información clasificada. Desde el punto de vista del origen de sus contenidos, la información de confianza se obtiene mediante fuentes y métodos que podríamos calificar de «secretos» o «no abiertos», en tanto que éstos no son accesibles por los ciudadanos. Por ejemplo, el conjunto de datos sobre tráfico aéreo y marítimo en una región —uno de los ejemplos de información de confianza que menciona Lahneman— se recopila a través de medios que implican una movilización de recursos fuera del alcance de los individuos. Por otra parte, si tenemos en cuenta sus destinatarios, la información de confianza no se dirige al público en general, ni siquiera a una parte significativa del mismo, sino a un grupo de personas que se deduce mayor que en el caso de los flujos de información secreta. Sin embargo, ¿cuál es la frontera entre la «necesidad de saber» y los datos «de confianza»? ¿A partir de qué número de destinata-

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