Chueca Goitia, F.: Madrid, ciudad con vocación de capital. Biblioteca de Bolsillo Pico Sagrado, Santiago de Compostela, 1974

AutorJosé María Chico y Ortiz
Páginas1487-1489

    CHUECA GOITIA, F.: Madrid, ciudad con vocación de capital. Biblioteca de Bolsillo Pico Sagrado, Santiago de Compostela, 1974.

Al ofrecer al lector la recensión de este libro debo precisar dos cosas: la primera es que su tardía presentación se debe única y exclusivamente a las dificultades sufridas para lograr un ejemplar, cosa que puede atestiguar mi librero, al que hace tiempo tenía encargado su adquisición; la segunda es que el título-y por supuesto el autor-ofrecían a mi espíritu curioso un campo impresionante de posibles reflexiones en torno a la verdad que parece encerrar la frase que da base a la publicación. Aparte de ello, el contenido en determinados capítulos de materias de urbanismo hacían plenamente encajable esta publicación en la sección bibliográfica de la revista.

La personalidad y la proyección universal que el autor de este trabajo tiene, Fernando Chueca Goitia, harían pretenciosa su presentación al lector, aparte de que si la hiciera tendría que valerme de referencias. A Chueca Goitia, lo mismo que al actual dirigente de la nación, sólo los conozco de foto. Y aunque dicen que la cara es el espejo del alma, cualquiera sabe si la foto que me ofrece su figura no está retocada o poco afortunada. De las tres proyecciones que el autor ofrece-arquitecto, humanísta e historiador-, podríamos considerar que todas ellas están reunidas en una especie de milagro en esta obra que ofrecemos al lector.

De todas formas, presiento que en los comienzos de estas líneas existe algo dentro de mí que se rebela contra el título de la obra, que es, por supuesto, el primer capítulo que la encabeza. Yo no he creído nunca en vocaciones, ni tempranas ni tardías. Quizá porque yo quise ser una cosa y la autoridad paterna-entonces no funcional-decretó otra, y también porque siendo o ejerciendo una función, lo que de verdad me gusta es otra. No, no creo en la existencia de una vocación y sí en la de una «conformidad». Creo que la ciudad manchega que llena de gracia ofrecía un punto geográfico central se vio honrada con el título de capital y se conformó con serlo. Si la ciudad pudiese hablar, y no sus habitantes, ante la situación caótica de su estructura arquitectónica, su falta de proyección hacia un futuro, su congestión circulatoria y contaminante, su incomodidad habitable, su ingente población visitante y la incapacidad de sus gerentes diría: llevaros donde queráis la capital y dejad que viva tranquila y feliz con mis viejos rincones, plazas, plazuelas y recintos...

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