Capítulo 14. El teletrabajo como catalizador de la consecución de los objetivos de desarrollo sostenible en las cooperativas de trabajo asociado

AutorAlicia Villalba Sánchez
Páginas405-429
CAPÍTULO 14.
EL TELETRABAJO COMO CATALIZADOR DE LA
CONSECUCIÓN DE LOS OBJETIVOS DE DESARROLLO
SOSTENIBLE EN LAS COOPERATIVAS DE TRABAJO
ASOCIADO
Alicia Villalba Sánchez
Profesora Ayudante Doctora de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social
Universidad de Santiago de Compostela
I. INTRODUCCIÓN
La regulación del trabajo, tanto asalariado como cooperativo, se articuló
en atención a un entorno organizativo que aglutinaba físicamente a quienes
integraban el engranaje productivo. La congregación de los trabajadores en
torno a la maquinaria que impulsó la Primera Revolución Industrial distin-
guió la prestación de trabajo orquestada por la empresa, haciéndola objeto
de la incipiente normativa obrera, de aquella otra ejecutada por el artesano
en su taller y con arreglo a su propio criterio. Pero desencadenó, a su vez, una
transformación ad extra, dejando su impronta en el entorno donde se escenifi-
có. Fue entonces cuando las urbes industrializadas medraron, nutriéndose de
quienes antaño poblaban extensiones rurales u otras ciudades cuyo peso eco-
nómico y, por ende, político, fue aligerándose. De este proceso emergió una
nueva clase social: el proletariado. Y, para darle cabida, surgieron también
nuevos espacios bajo la forma de barrios obreros a lo largo de los cuales flore-
cieron numerosos negocios destinados a avituallar a sus moradores. Adquiere
forma así una nueva ciudad que todavía constituía un punto de encuentro en-
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tre pares, un lugar «de ayuntamiento civil» 1 donde el hombre se afanaba «por
evadirse de la sociedad nativa dentro de la cual la sangre lo [había] inscrito» 2.
Acertaba Ortega y Gasset en apreciar la esencia de toda polis en su capaci-
dad de concitar a la ciudadanía. La urbe industrial no se sustrajo a esta regla y,
al igual que sus predecesoras, prosiguió su desarrollo en torno al foro o ágora.
A costa de un medio rural en declive, el urbano fue conquistando más
pobladores, migrantes que no dejaron de llegar aun cuando la era industrial
tocó a su fin. O, para ser más exactos, se extendió a otros horizontes, en busca
de caladeros en los cuales adquirir un producto abaratado merced al empleo
de asalariados remunerados al coste de siglos pasados. El imperio de la glo-
balización, forjado gracias al transporte impulsado por combustibles fósiles,
asestó un fuerte impacto al proletariado patrio, cuyos logros sociales comen-
zaron a peligrar. Trasladada su empresa allende las fronteras nacionales, el
obrero del s. XX devino prescindible y la menguante demanda de fuerza de
trabajo local lo ubicó, de nuevo, en una delicada posición. La decadencia del
campo hizo poco atractivo un posible retorno, también amenazado por la
importación de productos cultivados y recolectados por una mano de obra
considerablemente menos costosa. De esta guisa, aunque la superpoblación
de la ciudad persistió, su perfil fue mutando a medida que la devaluación del
trabajo redujo las rentas de quienes vivían de prestarlo, obligados a exiliarse a
la periferia de la ciudad en pos de una vivienda más asequible.
Este éxodo dio rienda suelta al fenómeno conocido como gentrification, o
colonización de antiguos barrios humildes por nuevos habitantes de elevado
poder adquisitivo 3 o de inversores, cuando el entorno urbano en cuestión go-
zara de atractivo turístico. En ese caso, el inversor dejó de ser otro ciudadano
más pudiente. Fue entonces cuando hicieron presa del barrio los negocios
turísticos, expulsando de él a sus moradores. La ciudad, otrora construida en
torno al foro, se transforma en un atolón en cuyo anillo habita un vecindario
que apenas comparte bloques de viviendas carentes de lugares de encuentro.
Huelga añadir que las ventajas venidas de la mano de las nuevas tecnologías
de la información y de la comunicación propias de la Revolución Industrial en
curso hacen más llevadero este exilio, trayendo a cada habitáculo el producto
solicitado, y a menudo manufacturado en ultramar.
1 Ortega y Gasset, 2008: 304.
2 Ortega y Gasset, 2008: 307.
3 Procede aclarar que dicho anglicismo procede de gentry, vocablo con el cual se
designaba antaño a individuos pertenecientes a la clase alta, a tenor del Cambridge Dictionary
(documento consultado el día 7 de septiembre de 2021 en el siguiente enlace: https://
dictionary.cambridge.org/es/diccionario/ingles/gentry).

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