Bodin, Jean, Coloquio de los siete sabios sobre arcanos relativos a cuestiones últimas (trad. Primitivo Marino, Introducción de Jaime de Salas). Clásicos Políticos, CEPC, Madrid, 1998.

AutorDiego Blázquez Martín
CargoUniversidad Carlos III de Madrid
Páginas372-375

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El mero hecho de que en 1593 se escribiese, o incluso que alguien imaginara, el dialogo entre siete personas de diferentes creencias que discutían, y solo discutían, de religión sin llegar necesariamente a matarse por ello, ya tiene suficiente importancia histórica, con independencia de qué es lo que dijesen, cuál fuese la posición de cada uno de ellos, o los argumentos que diesen para fundamentarla. Aquí ésta es la verdadera trascendencia del Colloquium Heptaplomeres de Jean Bodin.

No podía ser más que en la Serenísima (solo el nombre es todo un símbolo para la época) República de Venecia 1 donde Bodino, en una Europa asolada por las guerras de religión, situase a siete sabios, cada uno con sus propia y diferente fe religiosa. Viven juntos en un ambiente erudito, científico y piadoso, en casa de Coromeo, el católico, que es quien, además, dirige los debates, establece las conclusiones a las que llegan, e incluso nombra a los «ponentes» de cada cuestión. Probablemente, con ello, con el lugar que ocupa Coromeo, nos querría presentar Bodino un catolicismo hegemónico pero que debía encargarse de dirigir, precisamente por su posición dominante, un posible proceso de normalización, de pacificación religiosa.

El problema religioso se afronta desde su misma raíz; en ningún caso Bodino, a través de sus personajes, pretende quedarse en el planteamiento de las cuestiones más o menos polémicas del momento o de los asuntos que separaban a cada una de las religiones y sectas, sino, que, como digo, discute sobre la misma esencia del fenómeno religioso, y busca una base sólida desde la que empezar a discutir y sobre la que edificar una mínima estructura común: ésta será la necesidad de la religión y la posibilidad de discutir sobre religión.

En el libro I, a propósito de la inmortalidad de las almas, Toralba, a quien tra-dicionalmente se le califica como «el naturalista» (en cuanto a religión, pues filosóficamente, más bien seria «el racionalista»2), plantea la necesidad de justificar racionalmente, «llegar hasta el fondo de la manera más aguda en la demostración de todas las cosas», y añadirá, «sobre todo de aquellas que atañen a la piedad, para no vernos atacados de improviso...». Y las cosas que atañen a la piedad son, como dice el título del libro, «asuntos arcanos», escondidos, secretos, difíciles de asir..., espirituales. La misma elección del término nos revela ya la gran evolución del pensamiento de Bodino: «rerum sublimium arcanis», los arcanos de las cosas sublimes, de las cosas últimas, como traduce Primitivo Marino. Frente a estos arcanos nos encontramos los arcana imperii, las cuestiones del poder. Debido a la importancia que este término cobra en aquel momento histórico, la era, por excelencia, de «la razón de Estado», el más profundo, el último de los arcanos del Poder, sin duda, Bodino podría haber utilizado otro término, pero habiendo elegido esta fórmula no podemos evitar establecer cierto paralelismo con aquella otra, sugiriéndonos así, la existencia de un medio diferente, que no tiene nadaPage 373 que ver con la razón y la acción política. Aparte de esta interpretación en torno a la terminología latina de Bodino, lo importante de esta cuestión es la sugerencia de la necesidad de justificar racionalmente el fenómeno religioso, necesidad en la que coinciden el resto de interlocutores.

La necesidad de explicar racionalmente el sentimiento religioso se debe a la necesidad de la religión misma, otra de las...

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