Autoempleo (y emprendimiento) juvenil: ?ahuyentar a los jovenes de los derechos y garantias laborales?

AutorSuárez Corujo, Borja
CargoMISCELANEA

Sumario: 1. Introducción. 2. El trasfondo de las políticas de apoyo al autoempleo y emprendimiento juvenil: algunas reflexiones críticas. 3. Una 'apuesta' errática por el autoempleo juvenil. 3.1. Una aclaración previa: el autoempleo detrás del emprendimiento. 3.2. Las medidas de apoyo al autoempleo de los jóvenes. 4. Balance: la necesidad de replantear la estrategia de apoyo al emprendimiento de los jóvenes. 5. Bibliografía.

[en] Youth self-employment (and entrepreneurship): chasing away young workers from labor rights and guarantees?

"Tal es el espectáculo que halla ante sus ojos hoy la juventud (...) ¡Prudentes consejos de la experiencia! Con ellos la envenenan hombres que dicen interesarse por su bien, siendo así que no buscan las más veces si no cómplices y encubridores de sus extravíos"

Francisco Giner de los Ríos, La juventud y el movimiento social

  1. Introducción

    No es necesario insistir en que el colectivo de jóvenes es uno de los más dramáticamente golpeados por la crisis económica que ha llevado el desempleo a unas cotas insoportables en nuestro país. Tal debe ser el punto de partida para analizar las políticas impulsadas por el Gobierno español desde 2013 que apuestan --de forma seguramente más retórica que efectiva--por el autoempleo y el emprendimiento de los jóvenes. Este trabajo examina el marco jurídico para el desarrollo de este tipo de actividad resultante de los cambios normativos más recientes. La atención se centra en la legislación estatal, que ha tenido como motor al Ministerio de Empleo y Seguridad Social. Pero no debe desconocerse la existencia de otras medidas--deslavazadas--aprobadas por el resto de administraciones públicas, sin olvidar la iniciativa privada (2).

  2. El trasfondo de las políticas de apoyo al autoempleo y emprendimiento juvenil: algunas reflexiones críticas

    Sin necesidad de entrar a analizar cuáles son las motivaciones profundas--de carácter ideológico, sin duda--que inspiran las políticas de apoyo al autoempleo (más que emprendimiento, como veremos), la orientación de las medidas adoptadas en los últimos años suscita serias dudas por varios motivos que merecen ser tratados sucintamente.

    En primer lugar, resulta llamativo el distinto grado de atención que este tipo de medidas ha merecido dentro de la iniciativa relativa a la denominada "Garantía Juvenil" en el ámbito europeo y en el español: el papel secundario que las medidas para favorecer el autoempleo juega en aquél contrasta con su mayor protagonismo en España. En efecto, en la Recomendación del Consejo, de 22 de abril de 2013, sobre el establecimiento de la Garantía Juvenil (3) la única referencia al emprendimiento entre las medidas contempladas para apoyar la integración en el mercado de trabajo (4) es aquella en la que se insta a los Estados miembros a poner "... a disposición [de los jóvenes] más servicios de apoyo a la creación de empresas ..." y a sensibilizar "... sobre las posibles oportunidades y perspectivas vinculadas al trabajo por cuenta propia, en especial con una cooperación más estrecha entre los servicios de empleo, las entidades de apoyo a las empresas y los proveedores de (micro)financiación" (recomendación 19). Y en esta misma línea de modesta relevancia, experiencias tan exitosas en la integración laboral de los jóvenes como la finlandesa otorgan el mismo papel (casi) residual a este tipo de medidas (5).

    Por el contrario, las acciones en este campo son de mucha mayor entidad en el caso español. No sólo porque se trata de uno de los objetivos prioritarios del "Sistema Nacional de Garantía Juvenil" regulado por la Ley 18/2014, de 15 de octubre, de aprobación de medidas urgentes para el crecimiento, la competitividad y la eficiencia (6) (artículo 90.1, b); sino también porque constituye un eje de actuación principal desde la aprobación de la Estrategia de Emprendimiento y Empleo Joven (7) en consonancia con su identificación como eje (quinto) de las políticas que integran la más amplia Estrategia Española de Activación para el Empleo (8).

    En segundo lugar, pese a este mayor peso de los incentivos al autoempleo respecto de otras ayudas dirigidas a la contratación de los jóvenes, la entidad de aquéllas sigue siendo insuficiente en términos comparados, si atendemos a las exitosas políticas de emprendimiento de dirigida a jóvenes en Alemania y Portugal (9). Pese a los esfuerzos retóricos por destacar la relevancia del emprendimiento, lo cierto es que no puede considerarse una alternativa profesional razonable pues, como tendremos ocasión de comprobar, se encuentra marcada por la precariedad. Tal observación da pie a apuntar otras dos objeciones más de fondo.

    Una, la tercera, es que el crecimiento del número de trabajadores por cuenta propia contribuiría a reforzar la dimensión "minifundista" de nuestro modelo productivo, precisamente uno de los factores que lastran la competitividad de la economía española (10). Téngase en cuenta que estas experiencia de autoempleo o de microempresas carecen de capacidad de inversión lo que va a proyectarse negativamente en términos de empleo desde una doble perspectiva cuantitativa--menos puestos de trabajo--y cualitativa--empleos de peor calidad y mucho más inestables--.

    Y otra, por último, apunta a un movimiento mucho más de fondo que, desde la búsqueda de un paradigma de flexibilidad a ultranza, trata de aligerar los condicionantes derivados del ordenamiento jurídico-laboral. Este fenómeno de 'huida del Derecho del Trabajo' (11) no es un asunto menor. Pese a los importantes avances producidos desde 2007 en la articulación de las garantías profesionales de los trabajadores autónomos (12) (jóvenes incluidos), no cabe duda de que el nivel de protección (profesional y social) del que disfrutan es sensiblemente inferior (13); repárese en la carga que supone para este colectivo el peso de las cotizaciones al sistema de Seguridad Social o en la inexistencia del derecho a vacaciones, por ejemplo. A ello se añade la impronta individualizadora que esta orientación lleva consigo y que socava un elemento básico en la configuración de las relaciones laborales cual es su dimensión colectiva (sindical).

  3. Una 'apuesta' errática por el autoempleo juvenil

    3.1. Una aclaración previa: el autoempleo detrás del emprendimiento

    Sorprende que una figura hasta hace muy poco desconocida como la del "emprendedor" haya adquirido un importante protagonismo en los últimos tiempos. Un hito normativo para el desarrollo de la actividad profesional por cuenta propia como el Estatuto del Trabajo Autónomo (Ley 20/2007) utilizaba este término en un única ocasión a largo de su articulado. En un brevísimo periodo de tiempo--y, sin duda, influenciado por el cambio político que supone la llegada al poder del PP a finales de 2011 (14)--hemos pasado a convertir a los emprendedores en sujetos cuyo interés debe ser tutelado por los poderes públicos a través de diversas acciones que, sin ánimo exhaustivo (15), abarcan desde la creación de una nueva modalidad de contrato indefinido específica--al menos en el nombre--para emprendedores (artículo 4 de la Ley 3/2012, de 6 de julio, de medidas urgentes para la reforma del mercado laboral), pasando por la puesta en marcha de un programa de actuaciones de apoyo explícito al colectivo de jóvenes emprendedores plasmado en la Ley 11/2013, de 26 de julio, de medidas de apoyo al emprendedor y de estímulo del crecimiento y de la creación de empleo [originalmente, Real Decreto-ley 4/2013] hasta la aprobación de la Ley 14/2013, de 27 de septiembre, de apoyo a los emprendedores y su internacionalización, la iniciativa legal más 'ambiciosa' en el apoyo a la actividad emprendedora, especialmente de los jóvenes (16), si bien apenas contiene medidas específicas para este colectivo ni medidas relevantes desde la perspectiva sociolaboral.

    Centrando nuestra atención en materia de empleo (17), y de forma específica en el colectivo de jóvenes, debemos referirnos a la Estrategia de emprendimiento y empleo joven--¡primera actuación de apoyo a los jóvenes con cierta entidad desde el estallido de la crisis!--que fundamentalmente se plasma en la aprobación de citado RDL 4/2013 (hoy Ley 11/2013), cuyo primer capítulo se dedica al "Fomento del emprendimiento y el autoempleo". En verdad, como se constatará enseguida, se trata más de medidas para favorecer el autoempleo que propiamente el emprendimiento (18). En todo caso, cabe hacer dos breves comentarios desde una perspectiva general.

    De una parte, sorprende la orientación de las medidas adoptadas por su carácter esencialmente estructural. Parece que pretende articularse un marco estable para el emprendimiento joven, relegando a un segundo plano una vocación más coyuntural -se aprueba en un año tan crítico como 2013--que persiguiera ofrecer respuestas a la grave crisis económica y al elevadísimo desempleo. En principio, una actuación de carácter estratégico debe ser bienvenida como presupuesto para la aplicación de políticas efectivas en la corrección de los problemas y, en particular, en la inserción profesional de los jóvenes. Sin embargo, en este caso parecen ignorarse los condicionantes derivados de la gravedad del contexto económico, lo que devalúa la importancia de la iniciativa por dos razones fundamentales. La primera es que en las actuales circunstancias--por mucho que lo peor de la crisis haya pasado ya--el tipo de medidas planteadas para el impulso de actividades de emprendimiento o autoempleo están llamadas a tener un efecto nulo--o, al menos, muy poco relevante-, por cuanto el principal obstáculo para la puesta en marcha de estas iniciativas sigue siendo la financiación, esto es, la sequía de crédito pese a lo cual las medidas adoptadas no tienen entidad suficiente para corregir esta carencia. Y como segunda razón, cabe manifestar cierta perplejidad por que el apoyo del original Real Decreto-ley 4/2013 se concentrara en hipotéticos, futuros, emprendedores olvidando la adopción de medidas específicas para evitar...

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