Antecedentes históricos y legislativos del gobierno corporativo en los Estados Unidos de América: de 1840 a 2014

AutorIñigo Zavala Ortiz De La Torre
Páginas35-105

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A la hora de proceder a analizar la historia del gobierno corporativo, tendremos que hacerlo en paralelo con la evolución de tres tipos de normas que clasificaremos en función de su distinto origen. Nos referimos a las que proceden del derecho de sociedades norteamericano; las que se originan en el New York Stock Exchange (NYSE) y en National Association of Securities Dealers Automated Quotation (NASDAQ); y, sobre todo, las emanadas la Securities Exchange Commission (SEC) en virtud de la facultad delegada que, en el ámbito que nos ocupa, le otorgan tanto la Securities Act de 19331, como la Securities Exchange Act de 19342.

Comenzaremos nuestro camino tras la guerra de Secesión, que es cuando se dieron las circunstancias socioeconómicas que originaron el nacimiento y meteórica propagación de la moderna sociedad por acciones.

1. De 1840 a 1890 El nacimiento de la gran sociedad por acciones
1.1. Laissez-faire y la competencia incontrolada

La3 utilización del tipo legal de la sociedad mercantil capitalista, con responsabilidad limitada de los socios a su aportación al capital, tiene su

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época de esplendor entre los años 1840 y 1850, como consecuencia de la necesidad de grandes capitales para financiar la construcción de los ferrocarriles en los EE.UU. Para entonces, la estructura de la sociedad por acciones (ya desde la East India4) tenía las características definitorias de la actual.

Desde un punto de vista ideológico, la doctrina filosófico-económica del Laissez-faire, basada en el individualismo de los primeros colonos norteamericanos, dominó la escena económica de aquel país, sobre todo tras la guerra civil. Esta versión de la economía de libre mercado, propugnaba una sociedad no regulada en la que los negocios, la competencia, e incluso el egoísmo, crearían beneficios para la sociedad en general y riquezas sin límite para los ciudadanos que tuvieran éxito en sus empresas.

El Laissez-faire hundía sus raíces en la filosofía de Locke, en concreto en su defensa de la libertad y de la propiedad individual; así como en la doctrina económica de Adam Smith y John Stuart Mili. Suponía el apoyo a la idea de que cada individuo debía perseguir su propio beneficio, en dura competencia con el resto de los ciudadanos. Ligada a la concepción de la absoluta libertad de la persona, estaba la de propiedad privada, que llegó a ser considerada como una extensión del propio individuo5. El disfrute de la propiedad era el medio a través del cual los ciudadanos podían ejercitar su libertad. Una libertad expresada mediante la posibilidad de realizar transacciones con otras personas, no sometidas a más limitaciones que las propias del mercado.

Esta corriente de pensamiento estaba, además, espoleada por las oportunidades económicas que se presentaron tras el final de la guerra de Secesión (1865). El resultado fue la constitución de una gran cantidad de empresas que tuvieron que desenvolverse en un mercado sometido a una brutal y despiadada competencia estimulada desde el Gobierno, la Judicatura y la Universidad6. El resultado fue devastador7.

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Debido a los desastrosos efectos de esta política, surgieron movimientos ciudadanos (como el denominado Gospel Movement8) que propugnaban una cierta forma de cooperación empresarial, sobre la base de principios cristianos, para de alguna manera mitigar los daños causados por la no regulada y desaforada búsqueda del beneficio9. No pudo ser.

1.2. Concentración y Sherman Act

En efecto, como antes hemos mencionado, con la construcción de los grandes ferrocarriles10 se empezó a utilizar de forma generalizada la cor-poration11 como la forma social que ofrecía ventajas que eran impensables para los propietarios individuales, y para los socios de sociedades personalistas [partnership). En especial, la limitación de la responsabilidad, y la falta de una legislación que exigiera efectivos desembolsos, permitía a

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los socios emitir deuda y acciones de forma masiva12, sin realizar efectivas aportaciones al capital.

La antes mencionada recomendación de cooperación entre las empresas, tuvo un cierto éxito, aunque solo entre las constructoras de ferrocarriles. Estas eran compañías que tenían que desarrollar su trabajo en varios estados, por lo que la colaboración entre ellas se impuso como alternativa claramente preferible a una competencia que, en este sector económico, era suicida. Sin embargo, esta incipiente alianza entre sociedades pronto se vio obstaculizada por dos circunstancias bien distintas. La primera fue que los Estados federados intuyeron el peligro de perder el control sobre las sociedades domiciliadas en su territorio, lo que motivó que pusieran todo tipo de impedimentos al entendimiento empresarial13. En segundo lugar, el creciente miedo a los monopolios hizo que se aprobara también por los Estados federados, una legislación restrictiva de las fusiones y uniones; así como la prohibición de que las sociedades pudiesen ser propietarias de capital en otras sociedades. Para cuando el Gobierno federal aprobó en 1890 la Sherman Act14, existían ya catorce Estados que a su vez habían aprobado legislación antimonopolio. Si bien la etapa de la competencia total había sido superada por una nueva fase de mayor colaboración a través de las grandes concentraciones empresariales15, eran ahora los estados los que se oponían -con cierta lógica y no mucho éxito16- a las mismas.

La reacción de las grandes sociedades a estas limitaciones no se hizo esperar. Sírvanos como ejemplo la estrategia seguida por la Standard Oü para burlar toda la legislación estatal que impedía tener participaciones en

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empresas de otros estados. Samuel C.T. Dodd, abogado17 de Rockefeller, tuvo la idea de crear compañías en Ohio, New Jersey, Pennsylvannia, Maryland y New York, que serían las propietarias de los activos de la Standard Oü en cada uno de esos estados. Los propietarios del capital de estas sociedades, aportaban el mismo a un trust18, el cual emitía resguardos acreditando la aportación realizada. La consecuencia formal de esta figura era la unificación de todos los accionistas de las diferentes corporations en un mismo trust, mientras que la propiedad de estas compañías quedaba separada. El «trust» había nacido y con él la denominación para referirse a la combinación de varias formas organizativas19 destinadas a crear una estructura que sin entrar en conflicto con la legalidad, agrupase las aportaciones al capital de distintas corporations20.

Tras la entrada en vigor de la Sherman Act, diversas sentencias comenzaron a desmontar el claro fraude de ley en el que consistía la artificial construcción de este tipo de trust. Y así, en 1890, el más alto tribunal del estado de Nueva York declaró a la H.O. Havemeyer's Sugar Trust, ilegal, debido al ardid de buscar la unificación del accionariado en un único trust; incumpliendo con ello la ley de sociedades de este estado. Esta decisión fue seguida en 1892 por la de la Corte Suprema de Ohio que obligó a segregar Standard Oü en diferentes empresas (Mobil, Exxon, Chevron, etc.).

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1.3. La «revolución de New Jersey»

Ante esta nueva situación los legisladores del estado de New Jersey se dieron cuenta de que modificando su legislación, podrían atraer a su jurisdicción (y por tanto a su ámbito fiscal) a las más importantes empresas del país. La razón de fondo fue la necesidad imperiosa de captar dinero con el fin de poder atender el pago y amortización de la deuda pública emitida durante la guerra civil21. En el abogado James B. Dill encontraron la solución. Su plan tenía dos fases: la primera, la aprobación de una...

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