En torno de los problemas agrarios

AutorJosé del Río Pérez
CargoRegistrador de la Piopiedad
Páginas425-433

Page 425

I Trascendental importancia de la «política agraria»

Es un viejo postulado de la Ciencia Económica reconocido por los especialistas y sancionado por la fuerza incontrovertible de la realidad. Que «la Agricultura es el fundamento básico de la Ganadería, de la Industria y del Comercio, y, por tanto, la piedra angular sobre la que debe asemarse y descansar la prosperidad y el bienestar de los pueblos».

Por ello se le ha llamado con razón el «alma mater».

De ella decía lord Crawford 1 en un mitin celebrado en Taunton el 2 de Octubre de 1916 que «si hace diez años la agricultura era considerada simplemente como una industria, hoy se la reconoce como la fuente y el sostén de la energía nacional. Antes era una mera ocupación particular, y no de las más brillantes. Al presente es una de las armas con las cuales Inglaterra podrá ganar la guerra empeñada» (refiriéndose a la «europea»). Y el vizconde de Eza 2 por su parte afirmaba ya en el año 1917. que era «de desear que en España la consagráramos el espacio que debería ocupar en nuestras deliberaciones de gobierno»... y que asi todos coincidimos en que la agricultura es base de la produc-Page 426ción nacional, será bien conocer la estructura de la misma para elevarnos a sus necesidades y remedios».

A pesar de ello, pocos han sido en nuestra Patria los representantes en Cortes presentados con verdadero carácter «agrario», y pocos también los paladines parlamentarios defensores de la causa de la primera de nuestras fuentes de riqueza, acaso más importante aquí que en país alguno, por ser el nuestro esencialmente y eminentemente agrícola y ganadero.

Pero como ya manifestaba Jovellanos en su notabilísimo «Informe sobre la ley Agraria» 3 «para reglar el sistema económico, se ha contado siempre con el comercio, casi siempre con la industria y casi nunca con el cultivo». Y a pesar del tiempo transcurrido sostiene hoy con razón el Sr. Pando y Armand 4 que «la agricultura se halla en notorias condiciones de inferioridad: eslá dispersa y alejada de los Poderes constituídos.. y es que la inmensa mayoría de los labriegos son gentes humildes. Según datos oficiales, de un millón de propietarios sólo 18.700 tributan con cuólas mayores de 500 pesetas». Sobre este particular resulta también muy interesante el «Diálogo del hombre de los cuarenta escudos y el geómetra» que nos describe Voltaire 5.

Y así es como en nuestros tiempos puede comprenderse y explicarse en buena parle, la crisis de la Agricultura, y con ella la de nuestra ganadería, ya que una y otra, ésta y aquélla, más que repelerse puede decirse que se complementan recípocramente, y con la crisis de ambas se justifica también la de una multitud de industrias «derivadas».

A este propósito, D. Baldomero Argente 6 escribía con gran detalle lo siguiente : «En la primera mitad del siglo XVI Sevilla encerraba 16.000 telares con 130.000 obreros. Toledo 50 fábricas de lanería, que daban ocupación a cerca de 40.000 operarios, y labraba 435.000 libras de seda anuales, de cuyo trabajo se sustentaban 50.000 personas. Segovia consumía 7.000 quintales de lana en fabricar sombreros, y 3.000 piezas de paño fino. En 16.000 se calculan ram-Page 427bien los telares de Zaragoza. Renombrados eran en el mundo los guantes españoles; solamente Ocaña tenía 72 maestros cortadores que aderezaban anualmente 123.484 docenas de guantes.

A todas excedía Granada en la fabricación de la seda, cuya materia prima abundaba en Murcia y Andalucía. Por sus paños y sedas era famosa igualmente Valencia. La industria del jabón tenía asiento en Triana, Ocaña y Yepes... Los cueros, en Toledo y Córdoba. De los curtidos, hilados y sederías vivían prósperamente Ciudad Real, Huete, Villacastín, Ubeda y Baeza. Exportábamos 180.000 arrobas de lana merina. Brujas recibía de 36 a 40.000 balas anuales...»

Y más tarde las Cortes de 1573 se expresaban en estos términos: «Cuando estaba en su ser el comercio de seda y lana, en estos lugares no había hombre ni mujer, por viejo e inútil que fuese. muchacho ni niña de ninguna edad, que no tuviesen orden y manera con que ganar de comer y ayudarse tinos a otros.»

Pero después, en 1594, las Cortes decían a Felipe II : «En los lugares de obraje de lanas, donde se solían labrar 20 y 30 arrobas, no se labran hoy seis, y donde habia señores de ganado de grandísima cantidad han disminuido en la misma proporción, acaeciendo lo mismo todas las otras cosas del cnmercio universal o particular.» 7.

Sin admitir absoluta y exclusivamente, como afirma tan notable articulista, que «esta fuese la obra funesta de la concentración de la propiedad territorial», sino más bien considerando ésta como una de las muchas causas que se pueden apuntar (incultura, abandono, falta de protección oficial a la industria ngropecuaria, incertidumbre de la propiedad y de sus cargas y gravámenes por la carencia de un buen sistema de Registro e hipotecario, desbordamiento de...

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