La société anonyme a directoire, de Paul Le Cannu.

AutorJosé M. Piñol Aguadé
Páginas1474-1778

    LE CANNU, PAUL: La société anonyme a directoire. Librairie Generale de Droit et Jurisprudence, 1979, París, 398 págs.

La Sociedad Anónima francesa de corte clásico, con su Asamblea, Consejo de Administración, Presidente-Director General y Comisarios de Cuentas, tradicionales organismos de soberanía, administración-gestión, ejecución y control, fue objeto en 1966 de nueva revisión estableciéndose la posibilidad de organizarse en Asamblea, Consejo de Vigilancia y Directorio, aparte Comisarios de Cuentas. El sistema gestión-control pasaba a ser facultativo, junto al de gestión-administración; una aproximación a la versión alemana, que, a su vez, constituía el modelo de los proyectos Sanders y de la Comunidad Económica Europea.

La nueva fórmula no responde a las preocupaciones normales del derecho de sociedades: protección del ahorro y de los terceros. Tampoco constituye una revisión ordinaria de la regulación del citado fenómeno social impuesto constantemente por el dinamismo de la vida y el permanente deseo de subsanar deficiencias que el perenne funcionamiento pone de relieve. Más bien implica la tendencia hacia la armonización legislativa europea y el deseo de ensayar el sistema germano, que, con la instrumentación jurídica complementaria, parecía ser uno de los elementos fundamentales de su atractiva prosperidad económica y paz social. Aún, en el fondo del proyecto elaborado, latían intentos de reforma general de la empresa, propugnados por amplia doctrina desde 1945, que quedaron frustrados al ser juzgados inoportunos por los Cuerpos Legislativos que tamizaron el proyecto al convertirse en norma.

La estructura, vocablo cómodo y peligroso, implica construcción homogénea, sistema de fenómenos solidarios e interrelacionados en estado dinámico, un real equilibrio en movimiento. Alterar la estructura de la Page 1475 Anónima abriendo la puerta a innovaciones constituye algo seductor, pero también peligroso, pues de lo experimentado se conocen las consecuencias, de lo novedoso sólo los anhelos. Y la nueva estructura, aceptada con carácter simplemente facultativo, implica cambiar las manos y parte del cerebro de las Anónimas tradicionales.

Once años después de la reforma se constata que sólo un escaso 4 por 100 de las Anónimas francesas han adoptado el nuevo sistema, aunque para enjuiciar tales cifras, de las que se deduce un relativo fracaso, hay que tener presente el diverso uso que se hace de tales sociedades en Francia y Alemania. Mientras que en ésta sólo eixsten unas 2.300 Sociedades Anónimas y las empresas relativamente modestas adoptan la técnica de la Limitada, en Francia ésta no está de moda y cuenta con más de 104.000 Sociedades Anónimas, de las que sólo 1.800 cotizan en Bolsa.

A la vista de ello, Le Cannu, con la minuciosidad de un artesano con taller o laboratorio exclusivo, pasa a efectuar un profundo examen de piezas y mecanismos, desde sus perspectivas estática y dinámica, coloreándolo con reflexiones interesantísimas y destacando lo que puede obtenerse, lo que no se ha alcanzado, lo no utilizado y lo dudoso o defectuoso; todo ello complementado con incursiones a temas próximos de índole social, empresarial, económica o simplemente humana. El lector se siente absorbido con la detalladísima disertación que le obliga a observaciones y meditaciones no corrientes hasta alcanzar la conclusión de la ligereza con la que actualmente juristas, en el mejor de los casos, con superficiales e insuficientes conocimientos de una empresa, por su naturaleza y sus problemas, la encuadran en sistemas societarios prét a porter que pueden conducirla a la esterilidad o al fracaso. Sin adecuado diagnóstico del enfermo...

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