Situación actual de la delincuencia

AutorM. Elena Nieto-Cabrera/Inés María Martínez Cramer/Concepcion Nieto-Morales
Cargo del AutorGrado RRLL/Lda. Derecho. Letrada Ilustre Colegio de Abogados Sevilla. Especialidad: Penitenciario/Dra. Sociología. Pfra. Universidad Pablo de Olavide. Sevilla
Páginas39-39
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Como se ha dicho antes, con los cambios sociales también han surgido nuevos delitos y otros han
desaparecido. Los delitos pueden ser muy graves, graves y leves y el castigo depende de la
aplicación de la ley y de las pruebas existentes, aunque no deben de existir diferencias ante un
mismo delito. Los jueces deben interpretar y aplicar la Ley y ser lo más imparcial posible.
Los delitos se miden por el daño causado personal y socialmente aplicando penas dependiendo del
delito cuyo fin es la reinserción social y la paz social (Beccaria, 1738-1794).
La diferencia entre delincuencia de hombres y mujeres es importante, aunque hay delitos que se
cometen tanto por hombres como mujeres y un ejemplo es el tráfico de estupefacientes, que suele
estar asociado a la falta de trabajo y el consumo. Las estadísticas reflejan índices delictivos en
hombres increíblemente mayores que la mujer, también en condenas, destinándose la mayor parte
de los recursos destinados a la población reclusa a cárceles de hombres.
Generalmente el perfil mayoritario de personas en prisión procede de sectores económicamente
deprimido y desfavorecido, aunque no se puede desligar de otro tipo de actividades delictivas entre
ellas delitos contra la salud pública, estafa, en los últimos años malversación y delitos económicos
de políticos, delitos informáticos, etc. se considera que la mujer delinque más por instigación de
otras personas.
Las vivencias en la cárcel tanto de los hombres como de mujeres son diferentes, y la percepción de
la vida carcelaria de los delitos y demás circunstancias son diferentes, aunque estar privados de
libertad, la convivencia, y el perfil puede complicar la estancia en prisión.
En la Ley Orgánica 1/1979, de 26 de septiembre, General Penitenciaria se reflejan las diferencias
entre presos del sexo masculino y femenino, pudiendo tener peores condiciones en prisión las
mujeres; aunque en prisión existen normas de convivencia y hábitos que se recogen en el Real
Decreto 190/1996, de 9 de febrero, por el que se aprueba el Reglamento Penitenciario. La mujer
puede estar en desventaja e incluso de exclusión, en parte debido a que existen déficit en la
formación, discapacidad y problemas psiquiátricos lo que agrava la marginalidad. En definitiva,
las personas que suelen cumplir penas privativas de libertad tienen bajo nivel educativo y
formativo laboral, muchos en parte estan excluidos laboralmente.
La formación e inserción laboral se encuentran estrechamente relacionadas con la posición social
de la persona, siendo una cuestión que se suele arrastrar desde la infancia y donde la familia tiene
una gran influencia en la formación de los hijos.
Los profesionales que trabajan en las cárceles deben de favorecer la resocialización de la persona,
aunque es un trabajo complicado que produce el efecto del “profesional quemado”, lo que complica
el trabajo y la reinserción del penado.
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