Los regímenes agroalimentarios mundiales («food regime») y la seguridad alimentaria

AutorVictoria Soldevila Lafon
Páginas385-410

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I Introducción

La reciente publicación de «El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo, 2012» por la FAO pone de maná

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Los progresos en la lucha contra el hambre de los últimos 20 años, parecen haberse estancado desde la crisis de 2007-2008, que además de una crisis financiera fue también una grave crisis alimentaria. Además siguen existiendo diferencias notables entre las distintas regiones en el ritmo de reducción de la población afectada por la desnutrición. El sudeste y la parte oriental de Asia son las zonas donde se ha registrado una reducción más pronunciada en el porcentaje de personas subnutridas entre 1990-92 y 2010-12 (del 13,4 por 100 al 7,5 por 100 y del 26,1 por 100 al 19,2 por 100, respectivamente). También se observan mejoras en este período en América Latina (del 6,5 por 100 al 5,6 por 100). Por el contrario, la proporción de personas que pasan hambre ha aumentado en Asia meridional (del 32,7 por 100 al 35,0 por 100), Asia occidental y África del Norte (del 1,3 por 100 al 2,9 por 100), y especialmente, en el África subsahariana (del 17,0 por 100 al 27,0 por 100) (FAO, WFP y IFAD, 2012). En la actualidad, hay 35 países que necesitan asistencia exterior para alimentos1, de ellos 28 son africanos (FAO, 2012). Finalmente, no hay que olvidar que la crisis económica y el aumento de las desigualdades sociales está generando un crecimiento de los problemas de subnutrición en las regiones desarrolladas: en la actualidad, hay 16 millones de hambrientos en los países desarrollados. En esta zona, el número de personas desnutridas se ha incrementado en 3 millones de personas entre los períodos 2004-2006 y 2010-2012 (FAO, WFP y IFAD, 2012).

Las actuales circunstancias ponen de manifiesto que el crecimiento de la producción agrícola es ánsu2.

Esta aparente contradicción entre producción excedente y necesidades insatisfechas en un aspecto tan crítico para la supervivencia humana como es la alimentación, no puede entenderse sin comprender el papel que la agricultura y la alimentación desempeñan en la dinámica de acumulación capitalista.

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Los estudios de los «food regime» o regímenes agroalimentarios surgen como método de análisis del papel de la agricultura y la alimentación en las distintas fases de cçn

Este capítulo intenta realizar un esbozo de cuáles son las implicaciones para la seguridad alimentaria de los distintos regímenes agroalimentarios. En el siguiente apartado se describen las funciones de la agricultura en el modo de producción capitalista. En el apartado tercero, se aborda la metodología de los food regime y las características principales de los tres grandes regímenes agroalimentarios. La segunda parte del capítulo (apartado IV) analiza la conceptualización de la seguridad alimentaria, así como las causas de la inseguridad alimentaria y las estrategias de afrontamiento empleadas en cada food regime. Finalmente, las conclusiones ponen de manifiesto la dificultad para garantizar la seguridad alimentaria dentro de la lógica de acumulación del Tercer Régimen Agroalimentario.

II El papel de la agricultura en el desarrollo capitalista

La agricultura ha sido, desde siempre, una actividad económica indispensable al ser productora de bienes absolutamente necesarios para la super-vivencia humana: los alimentos.

Tanto la producción como el consumo de alimentos se organizan social-mente. El modo de producción campesina fue el sistema de organización social predominante en la producción agraria de las economías desarrolladas hasta finales del siglo xix y, aun hoy en día, continúa siendo el modo de producción agraria más extendido en muchos países en desarrollo3. En la agricultura campesina, la producción agraria se lleva a cabo a través de pequeñas explotaciones familiares. El objetivo principal de dicha producción es la obtención de alimentos para garantizar la subsistencia de la unidad familiar y, de forma secundaria, obtener ingresos económicos mediante la comercialización de los excedentes. En este modelo, prácticamente no existe disociación entre producción y consumo alimentario. Ello implica que una disminución en la producción de la explotación (por malas cosechas, conflictos DUPDGRV HWF UHSHUFXWH GLUHFWDPHQWH HQ HO DFFHVR D ORV DOLPHQWRV de la familia.

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La relación entre agricultura y alimentación se transforma con la aparición del capitalismo como sistema económico dominante. En el modelo de producción capitalista, la agricultura, como el resto de actividades económicas, tiene que participar en el proceso de valorización y acumulación del capital. La agricultura participa en este proceso, básicamente, mediante tres vías:

En primer lugar, el principal cometido que asigna el modo de producción capitalista al sector agrario es la reducción del valor de los medios de subsistencia, es decir, producir alimentos baratos que permitan la reproducción de la fuerza de trabajo a un coste reducido. La producción de alimentos baratos permite mantener salarios bajos que favorecen la obtención de beneficios y la acumulación de capital necesaria para la reproducción del sistema. Por otra parte, los alimentos baratos permiten destinar parte de la renta obtenida al consumo de otros bienes o servicios (y, por consiguiente, favorece el desarrollo de otros sectores productivos).

En segundo lugar, no hay que olvidar que cómo cualquier otra actividad económica dentro del sistema capitalista, su razón de ser es la obtención de beneficios (etxezarreta, 2007). El objetivo de la explotación agrícola capitalista es obtener beneficios y así valorizar el capital invertido. El beneficio determina qué va a producirse y cómo. No importa si los beneficios obtenidos provienen de la producción de alimentos necesarios para la población o de la producción de plantas utilizadas como combustibles o de productos «exóticos» para satisfacer las demandas de las clases pudientes. La rentabilidad va a decidir los medios de producción empleados, frecuentemente sin considerar las repercusiones medioambientales y/o sociales que puedan generar.

Finalmente, la agricultura favorece el proceso de acumulación de otros sectores productivos, en especial, del sector agroindustrial. Por una parte, actúa como demandante de inputs industriales (fertilizantes, piensos para la alimentación animal, maquinaria, etc.). Por otra, provee a la agroindustria de materias primas baratas. La creciente interrelación entre el sector agrario y los sectores industriales han conllevado la necesidad de analizar la agricultura dentro de un contexto más amplio: el de la agroindustria. Una de las metodologías más efectivas para analizar las explotaciones agrarias dentro del sector agroindustrial es el análisis de las cadenas de valor agroalimentarias (o filières, en la terminología francesa, agri-food chains, en la acepción anglosajona). Estas cadenas están formadas por las empresas productoras de inputs para la agricultura, las explotaciones agrarias, las industrias alimentarias y la distribución. Los estudios de las cadenas de valor agroalimentarias ponen de manifiesto que las explotaciones agrarias desempeñan un papel marginal dentro de las relaciones de poder que se establecen en la cadena.

El modelo de producción campesina era incapaz de acometer estas tres funciones. No disponía de la capacidad necesaria para producir alimentos en

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masa que facilitaran una disminución de los precios. Por otra parte, su objetivo no era la obtención de beneinputs utilizados en la producción provienen de la propia explotación4.

Los productos generados por la explotación campesina se destinan al consumo de la unidad familiar o bien se comercializan en mercados locales, como bienes finales. La cadena de valor agroalimentaria de la producción campesina empieza y acaba en los lindes de la propia explotación.

Así pues, a medida que el capitalismo iba consolidándose como sistema hegemónico, la agricultura capitalista ha ido desplazando a la agricultura campesina como modo de producción dominante en el sector agrario.

La sustitución de la agricultura campesina por la agricultura capitalista supone, también, una creciente separación entre la agricultura y la alimentación. El objetivo de la producción agraria ya no es cubrir las necesidades alimenticias de la familia o de la comunidad, sino la obtención de benefi-cios. El agricultor ya no es productor de alimentos sino que es productor de bienes intermedios para la industria alimentaria. La distancia entre el agricultor y el consumidor se va agrandando a medida que van incorporándose nuevos agentes a la cadena de valor agroalimentaria (industria de primera y segunda transformación, servicios de transporte, cadenas de distribución y restauración, etc.).

Finalmente, conviene señalar que la seguridad alimentaria (ya sea familiar o nacional) no es un objetivo para el sistema agroalimentario capitalista, en la medida que no contribuye a los procesos de valorización del capital.

III Los estudios del food regime (o régimen agroalimentario)

Los estudios5 de los food regime (o regímenes agroalimentarios) surgen como método de análisis del papel que desempeña la agricultura y la alimentación en las distintas fases de configuración de la economía capitalista mundial (McMicHael, 2009).

El concepto de food regime surge de FriedMann y McMicHael en 19896. En el citado...

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