Prevención del uso y abuso de drogas entre los jovenes

AutorMa Cristina Torres Pozas
Cargo del AutorLicenciada en Ciencias Químicas Técnico de Soporte en Drogodependencias Fundación Canaria de Juventud IDEO
Páginas173-192

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I Introducción

El uso de drogas entre los jóvenes es hoy en día un fenómeno social de tal proporción que merece una reflexión profunda que ha de pasar necesariamente por una revisión de las ideas preconcebidas que de las drogas tiene la población adulta.

Lo que parece incuestionable para la mayoría de los expertos en la materia, aunque siguen existiendo divergencias sobre todo acerca del cannabis, choca frontalmente con la percepción que los jóvenes tienen acerca de las sustancias psicotrópicas. Si bien las campañas antidrogas han conseguido el efecto deseado con sustancias como la heroína, han fracasado estrepitosamente con otras sustancias que producen un deterioro menos evidente entre los consumidores. Se ha producido un efecto que no era el esperado, la política antidrogas ha generado un rechazo frontal hacia los derivados del opio entre los jóvenes ( heroína y morfina), lo que ha dado lugar a un enorme descenso en el número de casos detectados de nuevos adictos a estas sustancias, pero sin embargo ha generado una percepción equivocada de inocuidad de otras sustancias que desde su punto de vista son capaces de controlar, olvidando la dependencia psíquica que producen en la mayoría de los casos.

En este punto sería interesante recordar brevemente la definición y clasificación de las drogas que se encuentran actualmente en el mercado: Page 174

Entendemos como droga toda aquella sustancia que actúa sobre el cerebro, modificando su funcionamiento habitual, y cuyo uso regular puede generar tolerancia (adaptación progresiva del organismo a la presencia regular de la sustancia) además de dependencia (necesidad compulsiva de consumir la sustancia). Siendo la dependencia que generan tanto física, es decir, el organismo reclama la sustancia mediante la aparición de síntomas físicos y la falta de la sustancia en cuestión podría provocar en algunos casos lo que se conoce como síndrome de abstinencia, como psíquica, llevando al sujeto a consumir la sustancia compulsivamente.

Todas las drogas que existen se pueden clasificar en tres grupos: estimulantes del sistema nervioso central o psicoanalépticos (cocaína, anfetaminas, nicotina...) depresores del sistema nervioso central o psicolépticos (opiáceos, alcohol, sedantes...) y alucinógenos o psicodislépticos (cannabinoles, LSD, drogas de síntesis...)

De una manera sencilla, y a grandes rasgos, las drogas actúan de manera que activan lo que llamamos la senda de gratificación cerebral o sistema de recompensa mediante reacciones químicas que producen un aumento en la liberación de dopamina, neurotransmisor importante involucrado en la experiencia placentera. Aunque cada sustancia actúa de manera diferente, básicamente el resultado siempre está relacionado con el aumento de dopamina en una determinada zona del cerebro, lo que provoca sentimientos de intenso placer. El problema surge cuando el cerebro se acostumbra y llega a depender de la sustancia para funcionar normalmente porque la cantidad de dopamina natural es baja en comparación a la acostumbrada por el usuario, entonces experimenta la reacción opuesta al placer, incluso después de un largo periodo de tiempo sin consumir la droga.

Por lo tanto, parece necesario que las campañas actuales y futuras vayan encaminadas a informar y difundir de una manera clara las graves consecuencias que las sustancias psicoactivas producirán y están produciendo ya en nuestra población más joven.

El problema se trata, como viene siendo habitual, del enfoque. Si como ya hemos comprobado hasta ahora el mensaje no ha sido efectivo, se tratará de modificar las estrategias, sobre todo de acercamiento y comunicación real con los jóvenes.

No podemos obviar los esfuerzos realizados desde las distintas instituciones implicadas en materia de juventud y drogodependencias, de hecho, la disminución de adictos a sustancias como la heroína es consecuencia de una campaña agresiva contra la droga de la cual los jóvenes han extraído la conclusión de que el abuso de determinadas drogas conduce a la exclusión social y a la degradación física y psíquica del individuo, llevándolo al punto opuesto de lo que una persona joven espera de la droga: diversión, desinhibición... pero también su lectura, según nos muestran las estadísticas, ha sido la de cambiar de drogas en vez de renunciar a ellas.

Según las estadísticas PNSD (Plan Nacional Sobre Drogas) 2004, el hachís es la droga ilícita más difundida en nuestro país y continua creciendo. El 31.2% de los estu-Page 175diantes de 14 a 18 años han consumido cannabis alguna vez en su vida, y el 19.4% lo fumó en los últimos 30 días, es decir uno de cada cinco adolescentes de estas edades lo consume habitualmente.

Los datos de la encuesta escolar del PNSD indican que el consumo de psicoestimulantes se ha estabilizado en su conjunto y tienen una presencia minoritaria entre los menores: 1 de cada 20 ha experimentado con estas sustancias y únicamente un 2.5% realiza un consumo de forma habitual.

Se observa, además, que ha habido una reducción en el número de consumidores habituales de cocaína, anfetaminas y alucinógenos, sin embargo aumentaron los de éxtasis, un 2.5% realiza un consumo habitual de esta droga, a pesar de que son conscientes de sus riesgos, pero la percepción de los mismos está estrechamente vinculada a la frecuencia de su uso.

Todo lo anterior nos lleva a la necesidad de replanteamiento de una realidad que requiere reflexiones sobre las motivaciones, o falta de ellas, que hacen que un joven se acerque a las drogas, o el mensaje contradictorio que recibe por parte de la sociedad sobre la aceptación de según qué drogas. No olvidemos que nuestros jóvenes de hoy serán los adultos del mañana, y serán ellos los que gradualmente aceptarán unas drogas u otras como lícitas, del mismo modo que los adultos de hoy les hemos impuesto como lícitas o legales determinadas sustancias como el alcohol o el tabaco que causan mayor número de enfermedades crónicas y muertes que cualquiera de las drogas ilícitas o ilegales

Por lo tanto, parece importante aclarar esta paradoja que a primera vista nos resulta fácil de entender, ya que la fuerza de la costumbre hace que se acepte como comportamiento válido y aceptable aquello que objetivamente no lo es en absoluto.

Antes del aporte de ideas acerca de cómo debe ir encaminada la prevención, parece necesaria la aclaración de dos términos utilizados en materia de drogadicción, uso y abuso: Lo que, en primer término, es de fácil distinción, en la práctica lo que para el consumidor puede parecer un uso moderado, puede ser considerado abuso para un observador neutral.

Se entiende por uso aquel tipo de relación con las drogas en el que, bien por su cantidad, por su frecuencia o por la propia situación física, psíquica y social del sujeto, no se detectan consecuencias inmediatas sobre el consumidor ni sobre su entorno. Y se considera abuso aquella forma de relación con las drogas en las que, bien por su cantidad, por su frecuencia y/o por la propia situación física, psíquica y social del sujeto, se producen consecuencias negativas para el consumidor y/o su entorno.

Será necesario, por tanto, el análisis de los distintos elementos referentes a las sustancias, a las pautas de consumo y al contexto personal y social en el que el consumo tiene lugar antes de decidir si nos encontramos en presencia de una situación de uso o de abuso. Page 176

Y, finalmente, como tercera fase en la que desemboca el abuso nos surge la necesidad de definir el término dependencia. La dependencia, según la OMS, es toda pauta de comportamiento en la que se prioriza el uso de una sustancia psicoactiva frente a otras conductas consideradas antes como más importantes. El consumo de drogas, que quizás empezó como una experiencia esporádica sin aparente trascendencia, pasa a convertirse así en una conducta entorno a la que se organiza la vida del sujeto.

Cuando hablamos de dependencia debemos ser cautos pues, en el caso que nos ocupa, a veces nos olvidamos de que un joven, dada su temprana edad difícilmente será considerado drogodependiente, pues no ha tenido tiempo material para alcanzar ese grado de abuso, y a menudo puede ser complicado acceder a determinados recursos diseñados para drogodependientes por no cumplir estos jóvenes el perfil requerido. Es fundamental que se tenga en cuenta por parte de la Administración la potencialidad de estos jóvenes que, con el paso del tiempo, pasarán a formar parte de los denominados drogodependientes. Esto nos hace reflexionar acerca de la necesidad de programas de deshabituación específicos para jóvenes, que no encajan en el marco de la prevención.

Pero ciñéndonos al tema que nos ocupa, a continuación se expone una pequeña pero gráfica descripción de las drogas que son consumidas actualmente entre nuestra población más joven. Se apreciará que los opiáceos no aparecen en la clasificación, esto es porque en la actualidad ha habido un cambio radical en cuanto la elección de las drogas a consumir, la heroína ha sido desechada entre nuestros jóvenes consumidores, dando paso al aumento en el consumo de otras drogas

II Drogas mas consumidas entre los jóvenes
1 Cocaína

La cocaína es el principal alcaloide de la planta Erithroxylon coca. El consumo de las hojas de este arbusto se remonta a la más remota antigüedad, y aún hoy los aborígenes mascan sus hojas para soportar los inconvenientes de las altitudes andinas, el hambre, y las fatigas del trabajo. Las hojas producen los mismos efectos psicoactivos que la sustancia química pura, pero al ser masticada, la cantidad de cocaína es menor y es absorbida de una forma gradual.

Durante el siglo...

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