Presentación

AutorJavier Divar Garteiz-Aurrecoa
Páginas15-18

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El estudio de la empresa no precisa de engorrosos prolegómenos para ensalzar su importancia. Sencillamente la empresa es vital para la sociedad. Es la organización básica productiva, siendo la productividad, por suponer la gene-ración de recursos, preferencial en el orden social. En todo sistema por cierto. Tirios y Troyanos están de acuerdo en señalar la productividad como imperativo económico de la comunidad, en cuanto que ningún programa social es factible, en general, sin contar con el vehículo productivo.

Pero la importancia del medio lo ha convertido en fin en sí mismo, como siempre ha sucedido con los institutos consecutores del poder. Efectivamente, durante milenios la propiedad de la tierra y en los tiempos modernos los medios de producción, genéricamente, han acompañado al poder político. Y desde luego, al sirviente de los poderes político-económicos, el poder jurídico, pues el Derecho es regulador de los conl ictos (el otro camino es simplemente la fuerza) y el interés más poderoso inclina el fiel de la balanza, ya que poder y peso son la misma cosa a estas medidas (el bien jurídico preferente).

De manera que la titularidad jurídica («propiedad» simplistamente) de los medios de producción ha supuesto y supone el poder en su triple dimensión (económico, jurídico y político). Y la ausencia de tal poder el convertimiento en esclavo, siervo o proletario.

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La clase de los detentadores del poder económico (y de los demás poderes, a la postre) y la de los marginados de tal soberanía tuvieron que acabar enfrentándose en la Historia, produciéndose el enfrentamiento máximo, lógicamente, con la maximalización de posiciones. Esto es, cuando unos tratan de aumentar su poder (teorías del máximo beneficio) y dejan a los otros en marginación miserable y fronteriza, y éstos, en consecuente reacción, oprimidos por el infortunio, subvierten el orden social violentamente (teorías revolucionarias) o pacíficamente (teorías socialistas utópicas).

Así, resumiendo posiciones, las relaciones productivas y de poder, han llegado a situar a la humanidad ante tres vías. Una la del capitalismo, defensora de la llamada libre empresa, del beneficio ilimitado (o moderado sólo por las circunstancias) y de la soberanía del capital, de los aportantes patrimoniales en la organización productiva. Otra la del comunismo, defensora de la socialización de los medios de producción mediante su toma por el proletariado, con el posterior control estatalista...

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