Geografía y política. La gobernación de Tucumán en 1582, según la Relación de Pedro Sotelo Narváez
Autor | Margarita Elvira Gentile Lafaille |
Cargo | Investigador CONICET - Museo de La Plata. República Argentina |
Páginas | 581-607 |
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En 1563, el Conde de Nieva, virrey del Perú, creó la gobernación de Tucumán a fin de, entre otros problemas, cancelar pleitos por jurisdicciones con "los de Chile", que databan de más de veinte años, desde las primeras entradas1. Santiago del Estero (1553)2era residencia del gobernador cuya autoridad se extendía por unos setecientos mil kilómetros cuadrados; al norte limitaba con la provincia de los chichas; hacia el este, con la gobernación del Paraguay cuya cabecera era la ciudad de La Asunción (1537); por el este y sudeste limitaba con la jurisdicción del puerto de Buenos Aires (1536); el sur era un espacio donde se creía que estaban las metas de las jornadas de La Sal, Trapalanda y Linlin; al oeste, la frontera con Chile era la cordillera nevada que venía desde Santa Marta y llegaba al Estrecho.
Durante la segunda mitad del siglo XVI, conquistadores y colonizadores de este territorio resolvieron sangrientamente sus intrigas y venganzas personales frente al telón de fondo de las órdenes reales de fundar y sostener las fundaciones a lo largo del camino incaico, a fin de asegurar el abasto de productos de Tucumán al asiento de minas de Potosí. La lucha contra los indígenas que se negaban a trabajar sin las acostumbradas contraprestaciones andinas llegó hasta fines del siglo XVII, y a partir de allí tanto el mestizaje como los cambios en las formas de acceso a la tierra y mano de obra, fueron modificando la organización sociopolítica sobre la que se asentarían las reformas administrativas del siglo XVIII.
La idea de hacer fortuna en el Perú y regresar a disfrutarla en sus pueblos de origen estaba en los planes de la mayoría de los funcionarios hispanos; pero no todos los conquistadores y colonizadores la compartían, es decir, la mayoría de ellos formó su familia e impulsó sus negocios en territorios de dicho virreinato, y los viajes a España fueron para tramitar prebendas para sí
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y para las ciudades fundadas. Este punto de vista es notable en asuntos tales como el idioma, ya que la mayoría de los españoles en Tucumán hablaban corrientemente "la lengua general del Inca", es decir, quechua; en otro orden, también se transformaron y adaptaron al derecho las formas prehispánicas del trabajo comunal (mita y minga), hay noticia de varios colonizadores que legaron bienes a sus hijos mestizos, etcétera3.
Las autoridades peninsulares reunieron información de sus territorios ultramarinos, en todos los niveles, mediante el envío de cuestionarios que debían ser contestados detalladamente por los funcionarios locales. La gobernación de Tucumán no habría sido exceptuada de esto pero, hasta donde sabemos, no se hallaron las respuestas; tampoco tenemos noticia de las visitas ordenadas a partir de 1570 por el virrey del Perú, Francisco de Toledo, y son muy pocas las actas de cabildo tempranas.
En nuestra opinión, es probable que los cuestionarios fuesen recibidos pero no contestados dadas las condiciones de incertidumbre en que se vivía en la región4; había sospecha permanente de un ataque de los indios, eran reales las fugas de españoles que buscaban tesoros dejando las ciudades desprotegidas, lo mismo que periódicas plagas de langostas, derrumbe de cerros por exceso de lluvias, o sequías de varias temporadas5. En la misma línea de datos tenemos que las mudanzas y refundaciones de las primeras ciudades de esta gobernación se debieron tanto a la necesidad de buscar abastecimientos para un grupo de gente que estaba en pie de guerra y era incapaz de producir sus propios insumos, como a las malocas de los grupos de españoles que se saqueaban entre sí fardaje y gente6.
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Esta situación de "guerra viva", como la llamó un testigo, limitó el acto de escribir a los instrumentos legales imprescindibles, entre ellos las extensas probanzas de méritos y solicitudes de prebendas.
Para nuestra región, acerca de las llamadas "relaciones geográficas", hubo en el siglo XVI noticias esporádicas y localizadas. La "Crónica ..." de Gerónimo de Bibar (1558) contiene datos de la gobernación de Chile, y a su paso por Tucumán recogió algunos, dispersos7. En su "Gobierno del Perú" (1566) el oidor Juan de Matienzo dio alguna noticia de la región que nos interesa cuando propuso cuatro rutas para sacar el mineral de Potosí por el puerto de Buenos Aires; el gobernador de Buenos Aires, Diego Pacheco, describió brevemente las provincias de Tucumán c.1570; c.1573, Lorenzo Suárez de Figueroa describió a los indios de Córdoba; Diego Flores describió c. 1583 el camino desde el Río de la Plata hasta Chile y Perú. La carta del jesuita Alonso de Barzana (1594) contenía datos interesantes, pero incompletos y dispersos8. El único texto que abarcó la totalidad de la gobernación de Tucumán fue la "Relación ..." de Pedro Sotelo Narváez, fechada en la segunda mitad de 1582, escrita durante la estadía de este vecino en Charcas mientras aguardaba para dar testimonio en la probanza de méritos del capitán Pedro de Zárate.
En aquella oportunidad, tal vez a pedido del presidente de la Audiencia, Sotelo describió por escrito la gobernación de Tucumán, legándonos la única "relación geográfica" pormenorizada del territorio que hoy es el noroeste argentino, en el siglo XVI. La trascripción del original, que se encuentra en el Archivo General de Indias, está en apéndice documental.
Roberto Levillier9publicó las biografías de los conquistadores del noroeste argentino en base a la documentación cuya búsqueda y publicación él mismo
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había dirigido años antes10. Son textos concisos, cuyas referencias bibliográficas no permiten ubicar rápida y precisamente sus fuentes. Según este autor, Pedro Sotelo Narváez habría nacido alrededor de 1550.
Tras la muerte del virrey Nieva, durante el gobierno de Lope García de Castro (1564-1569), Sotelo compró en 1568, por dos años y por valor de mil pesos, el oficio de escribano, que le recibió el cabildo de la ciudad de La Paz. En 1574 estuvo en la jornada que el virrey Toledo organizó contra los chiriguanos, de la que dicho virrey pudo salir gracias a la ayuda de Gutierre Velázquez de Obando11. A partir de allí fue al sur con Pedro de Zárate a la conquista y pacificación de los valles de Jujuy, Salta y Calchaquí, y estuvo en la fundación de San Francisco de Alava, ciudad destruída c.1576 por enconos entre el gobernador de Tucumán, Gonzalo de Abreu, y Zárate. Estuvo con Abreu, Juan de Garay12y Zárate en la fundación, y fue alcalde, de San Clemente de la Nueva Sevilla, destruída tres veces.
En 1580, mientras Sotelo era teniente de gobernador de Abreu, llegó a Tucumán Hernando de Lerma como gobernador; fue perseguido por éste por negarse a testificar en contra de Abreu y por eso no estuvo en la fundación de Salta (1582) pero estaba en la Audiencia por la probanza de Zárate y, suponemos, por su propia defensa. En 1584, de regreso en Tucumán, fue testigo en la probanza de Hernán Mexía Miraval. Con Juan Ramírez de Velasco en la gobernación, en 1587 Sotelo fue alcalde de Santiago del Estero; al año, teniente de gobernador y justicia mayor, y un año después la ciudad de Córdoba le dio poderes, junto con Hernán Mexía Miraval, para pedir mercedes al rey. Continuó en todos estos cargos; en 1601 estaba en la audiencia de Charcas prestando declaración en la probanza de Juan Pedrero de Trejo, un antiguo conquistador y colonizador de Tucumán. Levillier lo dio como escribano mayor de la gobernación, ignorando la fecha de su muerte.
La acusación del tesorero Gerónimo de Bustamante, en carta al rey en 1586, acerca de que Abreu había favorecido a Sotelo con el repartimiento de Yuculiguala, que rentaba más de cinco mil pesos por año y lo había casado "con la hija de un vecino amigo suyo", más allá del despecho del tesorero, agregamos que dicha dama era Juana Núñez Roldán, hija de Pedro Núñez Roldán y Juana Dávila13, o Pedro García Nuño Roldán y Juana de Ávila; en
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1608, Juana Núñez tenía 60 años de edad y hacía tres años que era viuda de Pedro Sotelo Narváez14, es decir, nuestro autor había fallecido c.1605, cuando tenía unos 55 años de edad. Según el testamento de Rodrigo López de Haro, en 1615 también Juana había fallecido, y el testador reclamaba a sus bienes 918 varas de lienzo de algodón que le había vendido15.
Por otra parte, la merced de tierras que el gobernador Ramírez de Velasco dio a Juana Dávila, y que lindaba con la estancia de Pedro Sotelo Narváez16 era parte del cacicazgo prehispánico de Marapa. Es decir, igual que Gutierre Velasquez de Obando y su hijo Pablo Bernárdez de Obando conservaron los términos de la provincia incaica de Omaguaca porque el éxito comercial de su encomienda de Cochinoca y Casabindo se basaba en la continuidad de las autoridades indígenas en sus cargos y territorios prehispánicos17, Sotelo y su familia política actuaron de manera de integrar aunque sea una parte del antiguo cacicazgo de Marapa; la otra parte, como vimos en un trabajo previo, pasó a los franciscanos en 164018.
Los comentarios y notas acerca de este documento compaginan, de alguna manera, muchos de nuestros trabajos anteriores acerca de la organización sociopolítica de los grupos indígenas de esta parte del virreinato peruano.
El texto que describimos y trascribimos en apéndice es un original escrito y firmado por su autor. La exposición parte de la capital y solo nombra las ciudades de la gobernación que se encontraban en pie: Santiago del Estero (f.2r), San Miguel de Tucumán (f.4r), Nuestra Señora de Talavera y la ciudad de Lerma en el valle de Salta (f.4v), y Córdoba (f.5r). Las comparaciones y paralelismos las realizó con relación a Santiago; llamó "provincias" a las ciudades, y parece que se guió por un cuestionario, tal vez el de 157719.
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