Patrimonio, deudas y controversias post mortem de Salgado de Somoza

AutorManuel Peláez del Rosal
CargoCatedrático de Derecho Procesal, jub. C. de la Real Academia de la Historia
Páginas21-33

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Es éste un capítulo prácticamente inexplorado y, por consiguiente, desconocido del célebre jurista y jurisconsulto don Francisco Salgado de Somoza. Forma parte de su identidad y aunque pertenece a la microhistoria del personaje lo complementa enriqueciéndola. Pese a los cada vez más abundantes y fundamentados estudios sobre el instituto procesal de la insolvencia, como aspecto trascendental de su producción científi ca, tanto por autores españoles1como extranjeros2, lo cierto es que poco se sabe de esta importante parcela del ilustre gallego, coruñés de nacimiento. Antes, al contrario, algunas noticias pertenecen al ámbito de lo artifi cioso, e incluso algún autor3construye su argumentación sobre la base de un dato erróneo, como es el de su edad o vida profesional.

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En anterior ocasión4nos planteábamos la cuestión del papel que debieron desempeñar los herederos del abad Salgado de Somoza tras su fallecimiento, en orden a la reedición de sus obras publicadas, dada su amplia acogida, o a la impresión de otras inéditas, así como al conocimiento de ciertos pormenores económicos de especial interés.

Un nuevo rastreo de las fuentes manuscritas notariales de los protocolos de Alcalá la Real nos alumbran diversos e interesantes particulares del célebre canonista, civilista y concursalista.

Comencemos por los avatares de su herencia. Una magnífica monografía sobre su sucesor en la abadía, don Alonso Antonio de San Martín5, nos ha situado en el camino.

Murió don Francisco Salgado de Somoza en la ciudad de Alcalá la Real el 12 de febrero de 1665, tras haber otorgado testamento y codicilo los días 2 y 3 del mismo mes, respectivamente6. En los márgenes de la escritura de testamento se inserta la fecha de la hijuela dos días después y varios traslados en los años 1666 y 1667. Estos lacónicos datos nos han advertido de que en lo relativo a las disposiciones testamentarias y con posterioridad a la fecha del fallecimiento se continuaban discutiendo el contenido de algunas de las cláusulas, sin duda, tanto por sus legatarios como por sus parientes más propincuos. Declara nuestro protagonista tener un hermano, don García Salgado de Somoza, casado con doña Antonia de Losada Rivadeneira, y tres sobrinos, doña Mariana Salgado, monja del convento de Nuestra Señora de Belén de Valladolid, fray Álvaro Salgado de Somoza Losada, agustino, y don José Salgado,

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vecino de la Coruña. Su filiación queda adverada en su famosa obra De Regia protectione, en la que apoyando cierta causa opuesta en 1606 contra el arzobispo compostelano don Maximiliano de Austria en la Real Audiencia de Galicia destacaron dos abogados, uno el doctor Camero del Villar, y otro su queridísimo padre, el licenciado Gaspar López Salgado de Somoza «preclaro por su virtud, autoridad y nobleza» (virtute, gravitate et nobilitate, praeclarus) «cuya figura todos veneran» (cuius effigies omnium venerabilis)7.

El patrimonio del abad Francisco Salgado de Somoza se nutre básicamente de las rentas obtenidas por la prelacía alcalaína, al menos en los años en los que desempeñó esta prebenda. En tiempos de Carlos V ya recibía el abad la quinta parte de las nueve en que se dividían los diezmos y primicias, que ascendían entonces a 5.000 ducados, y que paulatinamente fueron incrementándose hasta alcanzar la no desdeñable cifra de 15.000 ducados a mediados del siglo XVII8. Un pingüe beneficio, por tanto. El producto de las ventas de los libros publicados y por publicar constituiría otro ingreso. Y a ello se sumarían otras rentas inherentes a su persona, como las procedentes del Real Priorato de Breamo, Graíces y Villanueva de los Infantes en el reino de Galicia, cuya iglesia románica dedicada a san Miguel que aún se conserva tenía adosado el monasterio habitado por clérigos regulares de San Agustín desde 1169 y en cuyo capitel central, casi en el arranque de la bóveda, todavía se encuentra grabada la cruz de los templarios, posiblemente sus fundadores. En 8 de agosto de 1663 el abad había otorgado un poder a su sobrino fray Álvaro, lector jubilado que a la sazón residía en su convento de Santiago de Compostela, para que

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cobrase 1.500 reales que paraban en poder del arcediano de Orense, don Pedro Pereira de Lemos, procedentes de las pensiones del Priorato que le correspondían al otorgante9.

El 20 de agosto de 1666 acudió al escribano el regidor alcalaíno don Andrés Álvarez Sotomayor y declaró que el abad le había nombrado su albacea y había dejado por su heredero universal a su sobrino don José Salgado de Somoza, agregando al mayorazgo que poseía todos los bienes de su herencia. Añadió que para pagar las mandas y legados cumpliendo con su obligación trató de venderlos en almoneda pública debidamente inventariados y depositados, por haber tratado el corregidor de Alcalá don Diego Antonio de Ovando de intervenir en la venta con el pretexto de haber salido acreedores y costas en perjuicio de la hacienda. Ante esta situación don José Salgado acudió a la Real Audiencia de Granada pretendiendo que se le despachase Real Provisión para que no se embarazase al albacea ni a los herederos, la que obtuvo en 9 de junio de 1665. El señor corregidor la acató pero declaró que se había ganado con siniestra relación por haberse alegado que no había acreedores a los bienes del abad cuando constaba lo contrario. El pleito se enconó hasta tal punto que representando numerosos escritos y alegatos don José Salgado a los jueces de Su Majestad en la Real Audiencia de Granada hubieron de recaer varias reales provisiones y sobrecartas ordenando dar fianzas de los importes de los bienes a fin de que no quedaren insatisfechos los presumibles acreedores. A tales requerimientos y no sin antes mediar querellas ante la justicia ordinaria acudió solícito el albacea testamentario don Andrés Álvarez de Sotomayor que con su hijo don Francisco la prestaron «in solidum», liberándose las trabas contra la almoneda pública de los bienes del abad en la fecha indicada10.

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No sería éste el único contratiempo que soportarían los herederos del abad. Un nutrido expediente del año 166711nos revela el calvario jurídico que padeció don José Salgado de Somoza, con motivo de uno de los censos que el abad había consignado en el año 1664, por importe de 1.000 ducados, al regidor de Alcalá y vecino del Castillo de Locubín Juan Muñoz de Navas y a su yerno don Alonso de la Jurada. Cuando se otorgó la escritura de referido censo12ante Juan Navarro que fue quien la...

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