De la obra ?principios fundamentales ' del profesor Antonio Remiro al nuevo orden mundial y al derecho global

AutorMartín Ortega Carcelén
Páginas387-398

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1. Influencia del profesor antonio remiro
  1. Los comienzos de mi carrera universitaria se sitúan en un pupitre de la universidad de Murcia, donde se sentaba un joven estudiante que se vio capturado de manera irremisible por la pujanza de Antonio Remiro, joven catedrático de Derecho Internacional Público quien, más allá de los contenidos, enseñaba la más noble tarea que puede realizar la mente humana: el pensamiento crítico. El azar quiso que nos encontrásemos de nuevo en un curso de la universidad de Cambridge, y desde allí surgió una empatía y una amistad sinceras entre un maestro que era la estrella ascendente de la disciplina y un discípulo principiante pero abierto a toda curiosidad intelectual. Antonio Remiro supuso un soplo de aire fresco en el Derecho Internacional de principios de los años 1980, y renovó muchos aspectos de nuestra materia. En particular, cuando llegó a la universidad Autónoma de Madrid en el verano de 1982, traía bajo el brazo el manuscrito del volumen Principios Fundamentales, que iba a suponer un revulsivo en la comprensión del Derecho Internacional Público. Desde octubre de 1982, asistí como doctorando a sus clases y conferencias, y tuve el privilegio de compartir sus trabajos e ilusiones durante los años siguientes. Sin duda, la visión amplia, dinámica y crítica que tenía de nuestra disciplina impactó para siempre en mi interpretación de la realidad internacional.

  2. un aspecto del magisterio de Antonio Remiro que a veces pasa desapercibido es que, además de las dos materias que dominaba, el Derecho Internacional Público y el Privado, también cultivó y promovió estudios en el campo de las Relaciones Internacionales. En esto fue también pionero. El profesor Remiro no concebía el Derecho Internacional como un orde-

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    namiento técnico estanco al modo de la pirámide kelseniana, donde las normas están todas confeccionadas por el mismo patrón y creadas por procedimientos tan estrictos como los parlamentarios. Tal enfoque era una tentación permanente para las escuelas dominantes de nuestra materia, que pretendían alejarse lo más posible del terreno de cultivo incierto donde aparecían las normas jurídicas internacionales, descalificándolo como "política internacional" o como una forma de periodismo. Antonio Remiro aceptó el reto de mirar hacia esa realidad previa al Derecho entendiéndola como un sustrato naturalmente conectado con las normas, que aparecían como setas de la manera más imprevista y con formas irregulares. "En una sociedad en cambio y transformación", escribió entonces, 1 "sería ilusorio concebir al Derecho internacional como un orden pacífico y compacto. Es normal que los Estados nuevos y revolucionarios pretendan romper el status quo, cambiar los contenidos de un Derecho que no refleja adecuadamente sus intereses y aspiraciones. El Derecho internacional general se modifica frecuentemente a partir de la provocación." Entre 1992 y 1999, Antonio Remiro dirigió uno de los primeros think tanks de España, el Centro de Estudios de Relaciones Internacionales (CERI), con la colaboración de un llorado amigo común, Fernando Rodrigo, y desde allí fomentó investigaciones a medio camino entre disciplinas. Ese doble enfoque también influyó de forma permanente en mi comprensión del Derecho Internacional y me permitió la apertura a otros retos sin temor a fronteras académicas o mentales. Al final, los investigadores estudiamos con nuestros instrumentos de ver, pesar y medir sectores diferentes de una realidad que, en sí misma, no está compartimentada, por lo que aquel enfoque metodológico de no poner puertas al campo era adecuado, por muy difícil que fuese de aplicar.

  3. En esta línea de trabajo que combina Derecho Internacional Público y Relaciones Internacionales, Antonio Remiro produjo dos obras remarcables. Primero, su libro Civilizados, bárbaros y salvajes en el Nuevo Orden internacional (1996) insistía en la necesidad de respetar los principios y valores del Derecho Internacional en una etapa de expansión del orden mundial tras la Guerra Fría. El predominio occidental, con Estados unidos a la cabeza, presentaba un problema de coherencia. La expansión debía ser no solo económica, sino también de las normas fundamentales en las que se basaba nuestra concepción de la dignidad humana y del mundo. Antonio Remiro se situaba así en la mejor tradición humanista que provenía de los mismos Montaigne y Vitoria, quienes, al comienzo de la etapa colonial, subrayaron que a veces los salvajes parecían más civilizados que sus propios compatriotas. La segunda obra que refleja una visión amplia del Derecho Internacional (en este caso junto

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    con el Derecho de la unión Europea) es Los límites de Europa (2008). Aquí, Antonio Remiro aceptó un nuevo desafío: pronunciarse sobre una cuestión controvertida que no era exclusivamente de naturaleza jurídica sino además de carácter político o histórico. La decisión sobre la ampliación de la unión Europea, sobre todo por lo que se refería a Turquía, era una definición del mismo concepto de Europa. En la introducción de aquel volumen, Remiro afirmaba: "Europa, por tanto, más que un espacio geográfico a la espera de su constitución política, constituye un conjunto de rasgos de identidad, variables en el tiempo, que conforman diversas resultantes históricas en un mismo espacio geográfico. En otras palabras, frente a la existencia de una Europa eterna o de una Europa esencial o ideal..., en cada período histórico hay un conjunto de rasgos clave que los Estados invocan y movilizan para argumentar las condiciones de posibilidad de una Europa unida." El profesor Remiro añadía acertadamente que el proyecto de Tratado constitucional y el mismo Tratado de Lisboa afirmaban que ser europeo supone compartir una serie de valores y principios comunes: el respeto de la dignidad humana, la libertad, la democracia, la igualdad, el Estado de Derecho y la defensa de los derechos humanos. 2

2. El nuevo orden y cambios de los principios en el siglo xxi
  1. En las tres décadas mencionadas, 1980, 1990 y 2000, el orden inter-nacional sufrió un vuelco, y puede argumentarse que esa transformación fue de tanto calado histórico como el inicio de la Edad Moderna en el siglo XVI, la aparición de Naciones unidas tras la Segunda Guerra Mundial, o el final del orden colonial en la segunda mitad del siglo XX. Muchas veces se identifica ese vuelco con el fin de la Guerra Fría ocurrido en 1989; sin embargo, otras transformaciones fundamentales vinieron a sumarse en la década de 1990 para producir un cambio de época. La actuación decidida del Consejo de Seguridad, las nuevas instituciones, incluyendo la unión Europea y la Organización Mundial del Comercio, la globalización y el ascenso de potencias emergentes que aceptaron participar en ese orden, la aparición de nuevas tecnologías y de espacios de cooperación y regulación, todo ello provocó una renovación en los principios fundamentales, tal y como se reflejó en la Declaración del Milenio de Naciones unidas del año 2000...

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