Obituarios

Páginas723-757
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AHDE, tomo XCII, 2022
OBITUARIOS
John Elliott y la Historia del Derecho y de las Instituciones.
Monarquías, validos, uniones y desuniones
EL FALLECIMIENTO DE JOHN H. ELLIOTT Y LA ORIENTACIÓN DE ESTE
ARTÍCULO
El fallecimiento de Sir John Elliott, el pasado 10 de marzo (2022) en Oxford, no ha
dejado de ser inesperado. En la avanzada edad en que, objetivamente, se encontraba sus
últimos años, han estado presididos por una incansable actividad, traducida en su pro-
ducción escrita, en sus conferencias y asistencia a diversos actos de orden académico y
cultural y en las entrevistas concedidas y difundidas en diferentes medios de comunica-
ción. Creíamos que podríamos seguir contando con él, en compañía de su esposa
Oonah, por mucho tiempo.
En los meses transcurridos desde su muerte se han publicado numerosos escritos
de recuerdo y testimonio de afecto, admiración y agradecimiento. El Anuario no podía
faltar a la ocasión de expresar el sentimiento de los historiadores del derecho por la
pérdida sufrida. Tengo la oportunidad de hacerlo, con gusto y agradecimiento, para
acercarme y valorar la persona y obra del maestro oxoniense, precisamente desde la
perspectiva de la historia del derecho y de las instituciones. Es bien sabido que la obra
de Elliott ha sido analizada desde diversos puntos de vista, por lo que no estará de más
la advertencia de que en este caso me ceñiré al ángulo de visión que corresponde a
nuestra revista, que espero resulte ser adecuadamente complementaria de las tantas y
tan acertadas que se han hecho, por ejemplo, en el libro John Elliott. El oficio de histo-
riador (2001) 1.
Tendrán estas líneas el tono de la evocación, recuerdo y homenaje, no solo por las
varias razones que la ocasión ofrece, sino también por las que acuden a mi memoria
referentes a los historiadores con los que Elliott tuvo relación, especialmente con los
dedicados a la historia del derecho y de las instituciones. Al proceder a ese sentimental
recorrido me ha sorprendido que el resultado era mayor y más rico del esperado, y de
ello quisiera dejar constancia, pues he podido reparar en el hecho de que la inevitable
orientación de estas líneas a lo que Elliott aportó a la historia del derecho y de las ins-
tituciones se complementa muy bien con los frutos obtenidos a la recíproca. La brillan-
te y extraordinaria cosecha, abundantemente glosada a lo largo de esos meses en obi-
tuarios y necrológicas, irá siendo desarrollada en las páginas que siguen.
DEL MUSEO DE EL PRADO A BARCELONA
La formación académica de John Elliott (Reading, 1930) es bien conocida. Se suele
citar su paso por el Colegio de Eton. Conviene precisar que lo hizo en condición de
becario, por los méritos que ya en temprana edad había mostrado. Tuvo muy clara su
1 John Elliott. El oficio de historiador, coord. Roberto F, Antoni P T-
, Maria José V (coords.), Editorial Milenio, Lleida, 2001. El propio Elliott aporta el
artículo que da pie al título del libro (pp. 7-20) y una larga lista de especialistas analiza la obra del
historiador oxoniense desde diferentes puntos de vista.
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vocación por el estudio de la historia que desarrolló en la Universidad de Cambridge,
donde obtuvo el doctorado, para lo que contó con Herbert Butterfield como director, y
ejerció la docencia durante una década (1957-1967).
Los pasos que le llevaron a dedicarse a la historia de España han sido detallada y
frecuentemente descritos por el interesado, que ofrece una adecuada síntesis en su
Haciendo Historia 2. Siempre recordó con nostalgia su gira de dos semanas por España
y Portugal en 1950, con un grupo de amigos estudiantes de Cambridge. El viaje le causó
honda impresión por el estado en el que aún se encontraba el país, pero también por el
carácter y personalidad de sus gentes. Fue seguramente el elemento atractivo que le
animó a dedicarse a la historia de España. Se decidió a comunicarlo a su director, Sir
Herbert Butterfield. Este le mostró su complacencia y le animó a seguir por ese cami-
no 3. Efectivamente, lo transitó durante varias décadas para completar un brillante reco-
rrido, creó escuela repleta de destacados discípulos, que han multiplicado una enorme
y prestigiosa producción historiográfica, y fue reconocido con los más altos galardones.
En esta breve referencia a su trayectoria, parece obligado recurrir a otro episodio que
quedó grabado en la memoria de Elliott: su «encuentro» en el museo de El Prado con la
figura del Conde Duque de Olivares, el hombre que mandaba sobre no uno sino dos impe-
rios, el español y el portugués, que habían ocupado durante más de dos siglos un lugar
adoptado luego, en cierto modo, por el imperio británico. Al percatarse de que no iba a
poder contar con todas las fuentes que el proyecto requería, decidió abordar el tema de
uno de los asuntos que más preocuparon al valido. Fue así como se plantó en Cataluña,
donde el estudioso que venía de fuera definió su manera de entrar en el país tomando dos
decisiones: convivir con una familia barcelonesa y aprender la lengua catalana. Se sumó
a la mayoría de los catalanes bilingües, condición más precisa que la de «catalanohablan-
tes» (como con frecuencia se suele decir, enfocando mal, en mi opinión, la cuestión lin-
güística) para entender, como bien decía al explicar los motivos, a las gentes con las que
iba a convivir, tanto las coetáneas suyas como las que protagonizaron los hechos historia-
dos. Además de conseguir entrar directamente en la sociedad que quería conocer, disfrutó,
según ha declarado también repetidamente, de un entorno cálido y amable.
De esta manera, Elliott consiguió en poco tiempo una extraordinaria sintonía con
los personajes y la sociedad estudiada. Además de pasar directamente al conocimiento
de instrumentos y realidades que iban a estar en el centro de su investigación, ahorraba
mucho tiempo y pasos necesarios para acceder al mundo de los historiadores y de los
archivos.
LA INMERSIÓN EN CATALUÑA Y EN SU HISTORIOGRAFÍA. LA INFLUENCIA
DE JAUME VICENS VIVES
La sólida preparación que Elliott traía a España explica la eficacia de su acerca-
miento y el logro extraordinario de ser capaz de construir en poco tiempo su España
Imperial. Su desembarco en Cataluña quizá no entraba en sus planes iniciales, pero,
como él mismo siempre ha destacado, fue el país y sus historiadores quienes le sorpren-
dieron tan positivamente.
Al poco tiempo de instalarse en Barcelona tuvo lugar su encuentro con Ferrán
Soldevila y la conexión que estableció con Jaume Vicens Vives, este en plena madurez
creativa. Del primero de ellos Elliott supo apreciar la capacidad para adoptar una pos-
2 Haciendo Historia, Taurus Historia, Madrid, 2012, pp. 17-22.
3 España y su mundo (1500-1700), Madrid, Alianza Editorial, 1990, p. 12.
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tura global, aplicada a su Historia de España, en la que aportaba un enfoque nuevo
como era el de abordar la historia de España vista desde Cataluña. Además de recordar-
lo con afecto, Elliott recuerda la significativa anécdota de haberle explicado al maestro
Soldevila, cómo un «dissentiment» podía paralizar las Cortes 4. Ciertamente, el dato no
podía ser más jurídico-técnico-institucional.
Elliott ha recordado siempre su admiración hacia Vicens Vives 5, sobre cuyas razones
voy a extenderme por haber sido compartidas por otros autores que conviene traer a esta
cita de «Vicensvivéfilos». Se manifestó al respecto en varias ocasiones, especialmente en
los prólogos de sus libros y en los relatos sobre su estancia barcelonesa inicial. En el
prólogo de su La rebelión de los catalanes 6 (ed. 1982, p. 4) le atribuye el mérito de haber
emprendido, en solitario, la tarea de «revisar a fondo los dogmas tradicionales de la his-
toriografía española y catalana», y ello en una época «sumamente difícil». Captó desde el
principio el gran mérito renovador de Vicens Vives y estuvo muy atento a toda su produc-
ción. Julio Pardos, haciendo gala de su extraordinario conocimiento de las claves evoluti-
vas de la historiografía española y británica, ha diseccionado esa relación 7.
Se aprecia en la obra inicial de Elliott (1963, The Imperial Spain: The Revolt of the
Catalans) la naturalidad con la que hizo suyas las detalladas tesis de Vicens Vives. Es
el autor más citado en su España Imperial, y el que alcanza una lista más larga en la
bibliografía utilizada.
Vicens Vives había procedido a una completa revisión de la interpretación que se
había dado a los Trastámara que reinaron en la Corona de Aragón, y Elliott la tuvo muy
en cuenta. Otra de las variables aportadas por Vicens que el hispanista británico pudo
apreciar fue la de la necesidad de adoptar una visión global de los fenómenos, que par-
tiera de las condiciones que aporta la localización geográfica, las posibilidades de cre-
cimiento y las iniciativas económicas proyectadas al futuro.
Elliott no ahorra los elogios a un Vicens Vives superador del excepcionalismo espa-
ñol: Vicens era una excepción al mismo 8, y como tal contribuyó a que se viera con
naturalidad que Cataluña, a su vez, había formado parte de una monarquía plural. Se
trata de una consecuencia inevitable que va cristalizando a nada que se siga la obra del
gerundense. Vicens Vives era, sin duda, un buen guía, a través de la obra que sacó a la
luz en los años cincuenta: 1952, Aproximación a la historia de España;1954, Notícia
de Catalunya y El gran sindicato remensa; 1958, Els Trastàmares (en la serie
«Biografíes catalanes»); 1959, Historia económica de España 9. Me permito, sin embar-
go, destacar una obra anterior que se publicó en 1940 en una editorial marcadamente
4 «Catalunya dins d’una Europa de monarquies compostes», Pedralbes. Revista d’Història
Moderna, 13-I, 1993, pp. 11-23, p.12.
5 Haciendo historia…, pp. 35-36.
6 La rebelión de los catalanes. Un estudio sobre la decadencia de España (1.ª ed. en inglés,
1963; en castellano, Siglo XXI, 1978; 1982 –ed. manejada–; Siglo XXI, 2014, con Posfacio por
Pablo Fernández Albaladejo y Julio Pardos Martínez, «John Elliott: el intruso a escena»,
pp.614-631. En catalán, La revolta catalana. Un estudi sobre la decadencia d’Espanya, 1966
Vicens-Vives, Col. Biografies catalanes: sèrie històrica; 3. Trad. de Josep Vallverdú; reeditado por
Crítica, Barcelona, 1989, y por la Universitat de València, 2006. Para la cita, ed. 1982, p. 4. La
edición catalana de 1966 está dedicada a «Jaume Vicens i Vives, home universal i amic».
7 «Elliott in the Making, 1943-1963. Or: an Etonian Moment?, Espacio, Tiempo y forma,
Serie IV, Historia Moderna, t. 25, 2012, pp. 325-340.
8 España y su mundo…, p. 13.
9 F, Josep Maria, «El lloc d’industrials i politics a la represa catalana del anys cin-
quanta. Una lectura des de la distancia», Recerques: Història, Eonomía, Cultura, 63 (2011)
pp.57-64, pp. 57-58.

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