Los novísimos: un arma cargada de futuro

AutorSergio Arlandis
Páginas79-102
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Los novísimos: un arma cargada de futuro
SERGIO ARLANDIS
UNIVERSIDAD DE VALENCIA
Ya son muchos los estudios que, de una manera más específica y detallada, han
abordado la poesía escrita entre los años 1963 y 1976 teniendo como centro de toda
articulación crítica la exclusión de una antología que quiso mirar más al futuro que
al pasado: nos referimos, claro está, a la paradigmática selección que José María
Castellet hizo, bajo la etiqueta de novísimos, de un grupo de jóvenes poetas que,
salvo Gimferrer, Vázquez Montalbán, Martínez Sarrión y Carnero, poco o nada ha-
bían apuntado hasta ese momento y más allá, incluso, de él. Lo malo de este debate
crítico ha sido, sin embargo, la falta de acercamiento a los textos poéticos sin mirar
de reojo esta y otras tantas antologías de la época; y es que tal vez fuera más práctico
dejar at rás tan aparat osa controversi a y centrarse en las diversas (o unitarias, según
se mire) propuestas estéticas en concreto, más allá de lo superficial y perentorio de
las discusiones. Baste revisar la amplia y vasta cantidad de estudios, poéticas y tex-
tos de todo tipo para ver con qué insuficiencia siempre nos hemos acercado a la
poesía de esta época teniendo como telón de fondo, tan solo, la nómina (más o
menos representativa, más o menos fruto del marketing) de poetas en la citada
antología de 1970. Poco estudiadas quedan, por ejemplo, la articulación de una mi-
tología como testimonio simbólico de un fracaso existencial, la ineludible represa-
lia del tiempo contra el yo como individuo como tal y tantas otras fosas temáticas y
formales en las que no se ha entrado aún con suficiente claridad y profundidad de
conjunto, muy a pesar, incluso, de los loables intentos de Miguel Casado (1988),
César Nicolás (1989), José Luna Borge (1991), Pilar Yagüe (1997) o Miguel García-
Posada (1996) en las páginas prologales de su personal propuesta antológica. No
será este el foro donde pongamos sobre la mesa alguna de estas claves novísimas,
porque excedería nuestros límites en este caso, pero cabe apuntarlas para que quede
bien clara la necesidad de superar los resortes de la crítica literaria avezada en la
materia en cuestión. En lo que a mí respecta, lo que ahora se pretende es revisar el
centro del debate en torno a la supuesta «ruptura» que estos poetas llevaron a cabo
a mediados de la década de los sesenta, y con qué objetivo quisieron dirimir (o
tomar parte) del nuevo rumbo de la poesía española del último tercio del siglo
pasado. Porque es cierto que se da una variación significativa a partir de la irrup-
ción de estos poetas en el panorama poético, pero esto también excedía los límites
de una única antología y de un único planteamiento generacional. Quizá porque, en
el fondo, el debate fue otro y la tendencia a acusar, a reprochar o incluso a desmar-
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A LA ÉTICA POR LA ESTÉTICA. CANON, COMPROMISO POÉTICO Y ANTOLOGÍAS EN ESPAÑA
carse de ciertas etiquetas, llevó toda la atención a aquello que no tenía más valor que
lo puramente anecdótico.
En una carta, fechada el 2 de marzo de 1970, Vicente Aleixandre escribía a un
joven Jaime Siles, tras la publicación de la plaquette Génesis de la luz,1 que con
aquellos tres poemas ya era, sin duda, «el benjamín de la novísima poesía» (Emi-
liozzi, 2006, 41). La palabra «novísima» no podía ser más oportuna por aquellas
fechas, sobre todo porque preparaba el camino de lo que iba a venir pocas fechas
más tarde en el conjunto del panorama poético español, pero también porque
parece como si el término en cuestión ya estuviera divagando entre los corrillos
literarios y con un objetivo terminológico generacional visible. La sucesión de los
hechos es ya bien conocida: en 1952 se publicó la Antología consultada de la joven
poesía española2 de Francisco Ribes, donde se anunciaban nueve poetas3 cuya voz
iba a recalcarse muy notoriamente. Haría lo propio, de nuevo, el mismo Ribes en
1963 con Poesía ú ltima,4 pero esta vez con la entrada, en exclusiva, de los llamados
poetas del 50, posicionando un cambio de rumbo frente a la poesía de preguerra,
que había identificado (muy reduccionistamente) como evasiva y formalista. Y
esto iba a generar un punto de referencia sobre el que comenzar un nuevo cambio
años más tarde, tal y como propuso Juan José Lanz: «La idea de ruptura se iba, de
esta manera, fraguando entre 1967 y 1968 como un modo de enfrentamiento a la
estética que había dominado durante los primeros años de la posguerra, es decir,
contra los poetas que habían sido recogidos en la Antología consultada, esto es, los
autores de la primera generación de posguerra» (Lanz, 1994, 55). Se sumaría ese
mismo año de 1963 la selección propuesta por José Luis Cano, Antología de la
nueva poesía española,5 donde se iba a tratar más la idea de una poética contex-
1. La plaquette de Jaime Siles se publicó en Librería Anticuaria El Guadalhorce, en la ciudad de Málaga en
1969 y gracias al inestimable empeño de Rafael Caffarena. Fue la misma editorial donde, por ejemplo,
Guillermo Carnero publicó, poco antes, Dibujo de la muerte (1967) en su primera edición, Libro de horas
(1967), Modo y canciones del amor ficticio (1969) y Barcelona, mon amour (1970). La conexión levantina
con la editorial malagueña no acabaría ahí: un valenciano de adopción, como Jenaro Talens, también pu-
blicó allí Una pere nne aurora en 1970. También Luis Antonio de Villena, por ejemplo, publicó El viaje a
Bizancio en 1976 en su primeriza edición. Esta editorial fue, junto con El Bardo, Endymion, Rialp-Adonais
los más visibles trampolines de public ación por aquellos años. Con total segurida d y considerando que
Gimferrer es uno de los autores más representativos, no extraña que Ángel González titulara su poema
imprecatorio «Oda a los nuevos bardos» recogido en Muestra, corregida y aumentada, de algunos procedi-
mientos narrativos y de las actitudes que habitualmente comportan (1977), con clara referencia a la colec-
ción de poesía de El Bardo, donde el poeta catalán, por ejemplo, había publicado en 1966 Arde el mar.
2. Libro publicado en la e ditorial Mares, en Valencia. Más tarde se hizo una reedición del libro, también en
Valencia, en 1983 en la editorial Prometeo.
3. José-Carlos Mainer (1998, 10-11) da muy buena cuenta de los caprichosos que fueron los procedimien-
tos a la hora de confeccionar esta antología. Resulta inevitable su consulta por lo mucho que clarifica.
4. Libro publicado en l a editorial Taurus, en Madrid.
5. Libro publicado en la editorial Gredos, en Madrid. En concreto, el volumen de 1963 sería la segunda
edición, que fue ampliada con respecto a su primera entrega de 1958. Más tarde volvió a reeditarse pos-
teriormente en 1972 en la misma editorial. El propio José Luis Cano publicó un año más tarde otra nueva
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