Mesa redonda: 'Los tiempos en los mayores

AutorD. Eduardo Rodríguez Rovira - D. Ángel Expósito - D. José María Alonso - Dña. Carmen de Alvear - D. Licinio de la Fuente
Cargo del AutorPresidente de la Confederación Española de Organizaciones de Mayores (CEOMA) y del Consejo de Personas Mayores (COPEMA) - Director General de Europa Press - Director General del Mayor de la Comunidad de Madrid - Vicepresidenta del Consejo de Personas Mayores (COPEMA) - Abogado del Estado, Ministro de Trabajo (1969-1975), Vicepresidente del ...
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De izquierda a derecha: Dña. María Teresa Ruiz de la Parte, Secretaria General de los Congresos Nacionales de Organizaciones de Mayores; D. José Fornes, Presidente del Consejo Valenciano de Personas Mayores; D. Licinio de la Fuente, Abogado del Estado, Ministro de Trabajo (1969-1975), Vicepresidente del Gobierno para Asuntos Sociales (1974-1975); D. Eduardo Rodríguez Rovira, Presidente de la Confederación Española de Organizaciones de Mayores (CEOMA) y de COPEMA; D. Ángel Expósito, Director General de Europa Press; Dña. Carmen de Alvear, Vicepresidenta del Consejo de Personas Mayores (COPEMA); D. Ricardo Díez-Hochleitner, Presidente de Honor del Club de Roma Internacional, y D. José María Alonso Seco, Director General del Mayor de la Comunidad de Madrid.

D. Eduardo RODRÍGUEZ ROVIRA

Presidente de la Confederación Española de Organizaciones de Mayores (CEOMA) y del Consejo de Personas Mayores (COPEMA) Presidente de Mesa

Como lo exige un Congreso para racionalizar los horarios, comenzamos puntualmente la Mesa Redonda "Los tiempos en los mayores"

Supongo que se me ha asignado la presidencia de esta Mesa como miembro de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios y Presidente de la Confederación Española de Organizaciones de Mayores (CEOMA).

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En el año 1999 se celebró el Año Internacional de las Personas Mayores, bajo el lema "Una sociedad para todas las generaciones". Está bien que el programa de este Congreso tenga en cuenta a todas las edades, juventud, edad adulta y mayores, como corresponde siguiendo aquel lema, y no se discrimine a las personas de edad, como si no les afectaran los problemas de la sociedad. Pero puede ser que alguno piense que el tiempo no tiene relevancia para los mayores y que la racionalización de los horarios es algo que no les afecta.

Efectivamente, hay mucha gente que piensa que a los mayores les sobra el tiempo, y muchos mayores piensan así y hasta les resulta difícil llenar su tiempo. Incluso cuando se les pregunta qué hacen, contestan que "matar el tiempo". Tremenda respuesta. Cuando el avance de la edad lo que verdaderamente significa es que se acaba el tiempo, que queda cada vez menos tiempo. La ventana de oportunidad se estrecha día a día. Y hay que aprovechar inteligentemente, racionalmente, el poco tiempo que nos queda. El tiempo es lo más importante para una persona mayor.

Una sociedad para todas las generaciones, para todas las edades, significa que los mayores no deben estar aparcados en guetos, sino que tienen que estar participando activamente en todas las actividades, todos los acontecimientos, como el de hoy. No sólo el tiempo es algo vital para nosotros, también los horarios nos afectan activa y pasivamente.

Por ejemplo, a veces falta tiempo, especialmente en las grandes ciudades, para dedicarlo a la familia, a los nietos, porque los horarios son complicados y los mayores no son personas de andar a deshoras o tienen problemas de movilidad. En otros casos, como se piensa que les sobra el tiempo, las familias abusan de ellos y sustituyen a los padres en sus responsabilidades, cuando ya no tienen las fuerzas físicas para hacerlo. Es el caso de las abuelas esclavas. Hay que trazar una línea roja para determinar cuáles son las ayudas que razonablemente pueden prestar, que siempre las harán gustosamente, del exceso -en gran parte de tiempo- que se convierte en abuso. Por otra parte, y desde el punto de vista pasivo, también los problemas que afectan a las personas mayores repercuten en sus familias, en sus tiempos, en sus horarios. Especial- mente en el caso de personas de edad, frágiles y, sobre todo, en el caso de personas que han perdido su autonomía, que son dependientes. Se acaba de aprobar la Ley que llamamos en corto de Dependencia, que trata de resolver estas situaciones, primero atendiendo a las personas dependientes, pero también a sus cuidadores informales, casi siempre sus familiares más directos. Seguramente, sobre alguno de estos temas incidirán los miembros de la Mesa. Valgan estas reflexiones para introducir el tema. Sin más cedo la palabra al Moderador, D. Ángel Expósito, Director General de Europa Press. Muchísimas gracias.

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D. Ángel EXPÓSITO

Director General de Europa Press Moderador

Muchas gracias. Yo imagino que, a diferencia de D. Eduardo, no estoy aquí por cuestión de edad, sino por cuestión de que me toca en ocasiones moderar mesas como ésta, imagino que con asuntos menos importantes muy centrados en la política habitual. Digo, hablando con franqueza, imagino que menos importantes que éste. Uno ya está ducho en estas lides.

Tengo un montón de preguntas que hacer, pero antes de todo ello que cada ponente haga su intervención y posteriormente hacemos el coloquio. Lo que sí les pido, por favor, es que cumplan los horarios como corresponde. Comenzamos por D. José María Alonso, Director General del Mayor.

D. José María ALONSO SECO

Director General del Mayor de la Comunidad de Madrid Ponente

En primer lugar, quisiera agradecer a Ignacio Buqueras, a la Fundación Independiente y a todos los organizadores de este Congreso su amable invitación para participar en él. Con mucho gusto trataré de responder, o al menos aproximarme, a las expectativas de todos ustedes. Quiero expresar también mi satisfacción por estar con estos ilustres compañeros de Mesa, y lo de ilustres no lo digo únicamente por la mayor edad, sino por su sabiduría, talento y por su trayectoria vital, de todos conocida.

Me ha sorprendido mucho ver como título en el programa "Los tiempos en los mayores". Nunca había tratado este asunto. De ahí mi sorpresa. Cuando empecé a pensar en él me dije: "qué idea más excelente, qué tema más sugerente, hablar de los tiempos en las personas mayores". Creo que ha sido un acierto, porque generalmente se habla del tiempo, esa categoría al decir de Kant que conforma nuestro vivir, referido a la juventud, la niñez, etc.; pero no sé hasta qué punto se suele poner en relación con las personas mayores, quizá porque tiempo y persona mayor son nociones que tienen en común referirse al pasado, y menos al presente.

"El tiempo en las personas mayores". ¿Qué es el tiempo Les aconsejo, si tienen ustedes la ocasión, que lean el magnífico discurso de una persona, creo que conocida de todos ustedes, Julio Iglesias de Ussel, quien en su reciente ingreso en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas pronunció una disertación que me sorprendió por su profundidad y claridad. Se titula "La dimensión social del tiempo". Dice Julio Iglesias que el sentido del tiempo es propio y exclusivo del ser humano. Habla de muchos aspectos: el tiempo en la infancia, el tiempo y familia y la conciliación de la vida familiar y profesional, pero él se refiere al tiempo como una secuencia ineludible de pasado, presente y futuro, cosa que puede parecer bastante elemental. El tiempo es pasado, presente y futuro, pero cuando uno lee con pausa lo que él escribe se da cuenta de que no es tan

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elemental. Dice que sin el pasado no somos lo que somos y que las sociedades bien asentadas en el pasado, en cuanto memoria que da sentido al presente y se proyecta al futuro, resaltan la relevancia de las personas mayores. Debe destacarse este carácter intrínsicamente esencial del tiempo como algo secuencial que define nuestro vivir. El tiempo no es sólo futuro, ni tampoco pasado; es la conjunción de ambos en el presente, que no sería explicable sin el pasado; y que adquiere su mayor dimensión con la trascendencia del futuro.

Cito a continuación a dos grandes autores que han escrito sobre la vejez: Cicerón, en su obra clásica De Senectute, y Norberto Bobbio, filósofo y politólogo italiano del siglo XX, que también escribió un libro al que dio el mismo título que Cicerón al suyo.

Comenzando por el segundo de ellos, Norberto Bobbio concibe la vejez como el pasado. Dice: "El mundo de los viejos, de todos los viejos, es de forma más o menos intensa el mundo de la memoria. La dimensión en la que vive el viejo es el pasado. El tiempo del futuro es demasiado breve para que se preocupe por lo que sucederá. La vejez se convierte en el momento en el cual tienes plena conciencia de que no sólo no has recorrido el camino, sino que ya no te queda más tiempo para recorrerlo y debes renunciar a alcanzar la última etapa". Nadie podrá negar que esta visión que tiene Norberto Bobbio tiene mucho de cierta. Pero, con el mayor respeto a su pensamiento, tengo necesidad de rebelarme ante ella; no puedo pensar que vejez es sólo sensación de acabamiento, fin de etapa. Prefiero a Cicerón, que ofrece una visión más optimista sobre la vejez.

Saben ustedes que Cicerón, como todo el mundo latino, recoge la tradición de la filosofía griega, en la que la psiche y el soma eran fundamentales para el entendimiento de la realidad humana. Escribe en De Senectute: "La vejez me resulta ligera y no sólo no me molesta, sino que es incluso agradable. Y si me equivoco en esto, en creer que las almas de los hombres -la psiche griega- son inmortales, me equivoco con gusto y no quiero que me saquen de este error tan placentero mientras esté vivo. Y si cuando haya muerto, tal como piensan algunos filósofos insignificantes [se refería a los filósofos epicúreos], no sintiera nada, no temo que los filósofos muertos se rían de mi error". De Senectute de Cicerón es un verdadero canto al optimismo de la mayor edad, de la vejez.

El otro día estaba leyendo un artículo en un diario matinal madrileño. Se titulaba "Las residencias como espera". Y me impactó ese artículo. Tenía su razón. Decía: "Las residencias para personas mayores son como estaciones de tren donde nunca llega un tren, como estaciones de taxi donde nunca llega el taxi". Era una visión también pesimista. Si se concibe así la vejez, como espera de algo que pronto va a acabar, la sensación es deprimente. Hemos de rebelarnos internamente, porque tenemos que hacer de la vejez no sólo...

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