Marcos tecnológicos y políticos para el comercio electrónico.

AutorBernard Clements y Ioannis Maghiros
CargoIPTS

Durante el pasado año, el comercio electrónico se ha convertido en una estrategia de éxito para algunos, y en un campo de minas para otros. No todos los que han adoptado este nuevo canal de distribución lo han encontrado económicamente rentable; pero los recién llegados a ciertos sectores han podido subir de nivel, hasta el punto de amenazar a los gigantes del gremio. Las predicciones sobre el volumen del comercio electrónico y su velocidad de crecimiento varían ampliamente (y, con frecuencia, están distorsionadas por intereses económicos). Pero la realidad es que el comercio electrónico es, hasta ahora, minoritario, y supone menos del 1 % del comercio al por menor. Aunque las cifras indican que Europa sufre un cierto retraso respecto a Estados Unidos, muchos creen que la distancia desaparecerá y esperan tasas de crecimiento de hasta el 100 % anual en los próximos tres años (suponiendo que la penetración del PC aumente y que las tarifas telefónicas bajen aún más; Forester Research, 27/12/99).

Sea cual fuere su uso actual, que está fuertemente influido por el número total de usuarios activos de Internet, el comercio electrónico traerá consigo cierto número de transformaciones. Es una fuente de nueva riqueza, de nuevos paradigmas de organización en las empresas, de nuevos métodos de trabajo y puede conllevar un cambio de los patrones sociales. Ofrece facilidad de uso y ahorros de tiempo y dinero para el usuario final, además de subrayar las diferencias que existen en muchos niveles sociales y económicos. La principal razón de su crecimiento se atribuye a que refuerza las cadenas de oferta y demanda (por ejemplo, influye sobre inventarios, ventas, distribución) y ello se traduce rápidamente en reducciones de costes, aunque no necesariamente en rebajas inmediatas de precios.

Hasta ahora, para el crecimiento del comercio electrónico ha sido decisivo un enfoque en el que la regulación ha estado casi totalmente ausente. Pero, para garantizar que este crecimiento continúe, serán fundamentales ciertos aspectos: (a) Desarrollar una infraestructura suficientemente amplia y garantizar que el acceso a ella sea asequible. (b) Fortalecer la confianza, tanto de los ciudadanos como de los empresarios. (c) Adaptarse al rápido ritmo del cambio tecnológico. (d) Identificar qué reglas deben aplicarse, y también dónde y cómo. Además, apenas se está empezando a evaluar el impacto del comercio electrónico sobre el comercio internacional, sobre los sistemas impositivos y sobre el funcionamiento de los mercados financieros mundiales. Más aún, serán propiedades esenciales del esperado crecimiento la capacidad para medir con precisión la composición y el crecimiento del comercio electrónico (especialmente del amplio segmento empresa-a-empresa) y la capacidad para formar los recursos humanos necesarios para su funcionamiento a largo plazo (probablemente el primer paso hacia una economía digital).

Ante este telón de fondo, los gobiernos y las empresas parecen estar de acuerdo, por doquier, en que un marco jurídico estable y predecible, aunque no sea mundialmente uniforme, es una condición necesaria para un crecimiento continuo, supuesto que se garantice la interoperabilidad. La línea de pensamiento actual parece ir en la dirección de que la mayor competencia y la mayor capacidad de elección del consumidor serán los principales motores, mientras que los problemas de privacidad y seguridad deberán abordarse a través de regímenes de auto-regulación, que proporcionen un marco seguro, sin crear nuevas barreras. No obstante, el progreso tecnológico, que resuelve problemas al tiempo que crea otros nuevos, sólo puede significar que es preciso considerar un nuevo enfoque para desarrollar un marco político. Tal marco debe definir principios universalmente aceptados, permitir a las fuerzas del mercado que creen sus propios instrumentos y sistemas para enfrentarse a los nuevos problemas y, al mismo tiempo, desarrollar medios para homologar instrumentos de mercado y formar a los usuarios de modo que puedan hacer frente, por sí mismos, a cualquier consecuencia negativa.

El IPTS viene analizando las repercusiones socioeconómicas del comercio electrónico desde 1998. Para conseguirlo, ha realizado estudios y organizado una serie de seminarios1, con vistas a establecer perspectivas comparativas sobre las regulaciones, informar a los políticos europeos sobre la situación en otras regiones y proporcionar un foro de debate abierto. Como un paso más en este proceso, el IPTS cofinancia, junto con la Dirección General de Empresa de la Comisión Europea, el desarrollo de un Observatorio Europeo sobre sistemas de pago electrónicos (véase: http://www.jcr.es/pages/ projects/e-business.html).

Este número especial del IPTS Report trata de presentar algunos temas que se suscitan al definir los marcos tecnológicos y políticos necesarios. Las cuestiones principales se centran en identificar los mejores sistemas para conseguir un marco político que fomente el crecimiento, en vez de asfixiarlo, y, al mismo tiempo, en establecer normas y reglas generalmente aceptadas y que reflejen el cambio tecnológico. Los principales aspectos examinados en los seis artículos de este número son los siguientes:

El primer artículo describe el papel de los organismos nacionales de regulación para garantizar un acceso universal asequible; las circunstancias bajo las cuales las redes de acceso local pueden ser ventajosas; cómo abordar los problemas de interconexión; y finalmente cómo hacer frente al riesgo de que aparezcan oligopolios.

El segundo artículo analiza algunos de los problemas de regulación existentes en lo que respecta a la protección del consumidor, en vista de los nuevos desafíos creados por la aparición del correo electrónico. A continuación describe las iniciativas internacionales/regionales y públicas/privadas que se están lanzando para resolverlos; la solución óptima probablemente será una combinación de regulación estatal y auto-regulación.

En el tercer artículo, los autores tratan algunos de los problemas relacionados con la protección de la privacidad, examinando los distintos sistemas de protección de datos en Estados Unidos y en la Unión Europea y cómo los está abordando el sector público/privado. Proponen unas directrices generales para crear un proceso de "normalización" capaz de equilibrar las necesidades del mundo de la empresa y las de los consumidores.

En el cuarto artículo se discute la codificación criptográfica, como medio para proteger la confidencialidad de los datos transmitidos en Internet. El posible abuso de la codificación suscita una serie de problemas que los gobiernos, la industria y el público tendrán que resolver, si se quiere que florezca el comercio electrónico. Además, al abordar estos problemas, puede valer la pena tener en cuenta que no todas las necesidades pueden ser satisfechas a la vez, y también el objetivo de reglamentar los contenidos codificados.

Los autores del quinto artículo sugieren que, dada la identidad económica y cultural de Europa, es improbable que el patrón de adopción de tecnología sea idéntico al de Estados Unidos, con la única diferencia del desfase en el tiempo. En este caso, habría que prepararse para la posibilidad de que otras plataformas tecnológicas alternativas se conviertan en el paradigma del comercio electrónico empresa-consumidor en Europa. Se sugiere la conveniencia de estudiar sus ramificaciones y proponer escenarios adecuados.

El último artículo trata un problema relativamente menor, pero con implicaciones de largo alcance. Los autores defienden la necesidad de desarrollar un sistema ampliamente aceptado para pagos de pequeña cuantía y el impulso que esto podría suponer para el comercio de bienes y servicios intangibles, así como para la consolidación de la Unión Monetaria. Para que esto llegue a suceder, será preciso abordar diversos problemas tecnológicos, así como también políticos y culturales.

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Nota

1- Un seminario en junio de 1999 para explorar los límites y oportunidades de la auto-regulación, sobre todo desde una perspectiva europea; otro en octubre de 1999 para discutir las relaciones entre objetivos políticos, la auto-regulación y el papel de la normalización en materia de política sobre privacidad; y otro en enero del 2000 para examinar los marcos y procesos reguladores que pueden aplicarse al comercio en Internet, a nivel mundial. Este último aborda también el tema de los impuestos en un mundo electrónico (dirección web: http://www.jrc.es/pages/projects/e-business.html)

Contactos

Bernard Clements, Head of Unit

Life Sciences & Information and Communication Technologies, IPTS

Tel.: +34 95 448 84 49, fax: +34 95 448 82 08, correo electrónico: bernard.clements@jrc.es

Ioannis Maghiros, IPTS

Tel.: +34 95 448 82 81, fax: +34 95 448 83 39, correo electrónico: ioannis.maghiros@jrc.es

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