John Ford. ¡Qué verde era mi valle! (How green was my valley)

AutorÁngel Arias Domínguez
CargoCatedrático de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social
Páginas916-925
916 Recensiones bibliográficas
Anuario de la Facultad de Derecho. Universidad de Extremadura 38 (2022): 895-972
ISSN: 0213-988XISSN-e: 2695-7728
John FORD, dir. ¡Qué verde era mi valle! (How green was my valley). Estados
Unidos: 20th Century St udios, 1941
John For d recibió su tercer Óscar como mejor director en 194 2 por esta
obra intimista y dura. Los dos anteriores fuero n por El delator, en 1936 y por
Las uvas de la ira, en 1941. Más tarde recibió su cuarto galardón de la Academia
en 1953 por El hombre tranquilo. Curiosamente no fue pre miado por ninguno
de sus magníficos Western, aunque está considerado el mejor exponente del gé-
nero, con permiso de Henry Hathaway y Anthony Mann. Aunque en 1940 estuvo
nominado por La diligencia, finalmente el galardón fue para Victor Fleming por
Lo que el viento se llevó, probablemente porque no se lo podía dar al productor,
David O. Selznick, auténtico artífice del relato sureño e inaugurador de lo que
podríamos denominar ‘cine de productor’, no de director, fórmula más tarde de-
nostada cuando el sistema de producción en cadena de las películas se vino abajo,
corriendo paralelo en el tiempo con la elevada consideración que adquirió el cine
como séptimo arte y los director como los verdaderos protagonistas de la indus-
tria.
La trama es bien conocida y no vamos en insistir mucho en ella. Los Morgan
son una familia tradicional de Gales dedicada por generaciones a la minería del
carbón. Orgulloso de su forma de vivir asumen el duro trabajo como parte de su
existencia, aunque les permite manejarse en una econo mía de subsistencia. Las
enfermedades, la desnutrición y los accidentes fatales forman parte de su vida
cotidiana, de la que escapan a duras penas con una pétrea unión familiar que va
s allá de los afectos sentidos y sinceros: es prácticamente una religión, que
reclama fieles y devotos servidores, no voluntarios adheridos a la causa.
La nostalgia forma parte de la vivencia, quererse y estar unidos en la adver-
sidad es algo más que una obligación, moral o civil. Es la base de su exist encia.
Y en esa forma de vivir, de ser, de comportarse el recuerdo de lo que fue siempre
es más bello que la realidad vivida. Es una nostalgia recreada, un recordar cosas
que no fueron, que no sucedieron, o que sucedieron de otra manera, de otra
forma, con otros matices, o incluso con otras personas. Lo importante es lo que
fue. Los recu erdos forman parte de la vida diaria, pero éstos no siempre se re-
cuerdan como fueron. Es lo de menos, lo important e es recordar cómo fueron
las cosas, aunque no fueran como se imaginan que fueron.
El cobro salarial diario (a destajo), el miedo, la solidaridad de los hombres
duros, el cántico a la hora de ir a trabajar, las mujeres que gestionan el dinero

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