Introducción editorial sobre algunos aspectos de las Tecnologías Limpias

AutorVera Calenbuhr
CargoIPTS

Asunto: La implantación de conceptos de tecnología integrada que conducen a reducir el uso de materiales tóxicos y a mejorar la productividad de materiales, está alcanzando una difusión cada vez mayor. Varias prospecciones realizadas entre inversores e industriales institucionales, han mostrado que el desarrollo sostenible en sus tres dimensiones, - medioambiental, social y económica - está desempeñando un papel en los procesos de toma de decisiones de las empresas.

Relevancia: Varias iniciativas nacionales, el tratado de Amsterdam de la UE, y también los Ministerios de Economía, Finanzas y Comercio de la OCDE (1), apoyan ahora el desarrollo sostenible como objetivo político importante. La complejidad del tema de las tecnologías limpias requiere instrumentos reguladores flexibles que permitan a las empresas explorar completamente las posibilidades de las tecnologías integradas. Resulta instructivo hacer una revisión del potencial y de las limitaciones de los conceptos de la tecnología limpia con vistas a cambiar los objetivos políticos.

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Originariamente, el principal objetivo del debate, la política y la práctica medioambientales fue limitar el vertido de materiales tóxicos al aire, al agua y al suelo. Las reglamentaciones relativas a esta cuestión prescribían valores límites y normas que obligaban a las industrias a instalar filtros, convertidores catalíticos etc., sobre los equipos existentes. Con el paso de los años emergió una rama de la industria totalmente nueva: la tecnología medioambiental, en su mayor parte representada por las tecnologías llamadas "add-on" o "end of pipe". A pesar de sus efectos positivos -conseguir un aire y un agua más limpios- la tecnología "add on" ha recibido críticas de la industria, de los responsables políticos y de los ecologistas. Los dispositivos son caros para una empresa y a menudo no resuelven realmente un problema medioambiental, sino que más bien trasladan el vertido de un contaminante de un medio a otro.

Paralelamente a la difusión y ejecución de tecnologías "end-of-pipe" (que aún continúan), el debate medioambiental ha derivado hacia cuestiones más complejas, tales como el agotamiento de los recursos, la reducción de los residuos, la biodiversidad, el cambio climático mundial y otros. La respuesta de la industria, en parte por propia iniciativa y en parte para cumplir con la nueva legislación, ha sido implantar tecnologías con una finalidad diferente: más que limitar las emisiones al final del proceso, el nuevo objetivo ha consistido en reducir el uso de los recursos y en limitar la utilización de sustancias tóxicas a lo largo del ciclo de vida de un producto.

Esto se puede conseguir de diferentes maneras: cerrando los flujos de materiales dentro y fuera de la empresa, con mejor logística, con mayor eficacia energética, rediseñando los procesos de producción y los productos, con un mejor control del proceso, sustituyendo las materias primas, usando menos productos químicos tóxicos y utilizando nuevas tecnologías. La tecnología limpia no es cuestión de innovaciones y cambios funcionales radicales. Hay ya una amplia evidencia empírica que demuestra que modificaciones marginales del proceso y del diseño del producto pueden revertir en reducciones significativas del uso de materiales y de la cantidad de contaminación, mejorando al mismo tiempo la competitividad de la empresa. Un examen más estricto demuestra que la integración de medidas de ahorro de recursos en el proceso de producción es, en grado considerable, un reto organizativo y el resultado de una buena administración, más que un problema únicamente técnico.

La implantación de tecnologías más limpias -como se han definido antes someramente- puede exigir la reordenación de estrategias dentro y fuera de una empresa. Muchas empresas afirman que se han hecho más competitivas y que obtienen mayor rentabilidad de sus inversiones. A pesar de los incentivos financieros y de que los cambios no sean necesariamente complejos, las PYME se enfrentan a dificultades en la realización de los conceptos de las tecnologías limpias. Mientras que muchas empresas grandes están integrando sistemáticamente sus procesos, las PYME van muy por detrás en este desarrollo. El artículo de Eder y Fresner analiza esta situación y destaca lo que es posible para las PYME y donde están los límites.

El debate medioambiental, las soluciones tecnológicas y la reglamentación medioambiental han evolucionado simultáneamente hasta altos grados de complejidad. Los sistemas de dirección y control se han suplementado o se han sustituido por instrumentos más flexibles basados en el mercado. Por una parte, la reglamentación debe garantizar la realización de los objetivos políticos. Por otra parte, no debe conducir a situaciones indeseables de bloqueo tecnológico. Además, se deberá evitar la implantación de soluciones técnicamente inferiores. Estos imperativos son muy difíciles de alcanzar. Por consiguiente, se discuten acuerdos voluntarios alternativos. Por un lado pueden ser flexibles, pero por otro no siempre conducen a los efectos deseados. Actualmente se está utilizando, en Holanda y en EE.UU., una interesante variante de este tema, un sistema voluntario basado en el consenso, manteniendo al mismo tiempo reglamentaciones más estrictas como mecanismo de seguridad. Celia Greaves informa sobre las experiencias realizadas utilizando este sistema de convenio que se está evaluando en la actualidad.

La integración de medidas de producción más limpias puede a veces exigir a las empresas que intercambien materiales entre sí. En casos extremos, los residuos de una empresa pueden convertirse en recursos para otra, cambiando el objetivo de minimización de residuos al de optimización de residuos. De esta manera, las empresas forman redes y consiguen beneficios medioambientales y también económicos considerables. El artículo de Cohen-Rosenthal y McGalliard de la Cornell University describe las posibilidades de los llamados parques eco-industriales basados en este modelo simbiótico.

Se puede alcanzar la economía máxima a nivel de consumo de recursos si la idea de un producto se mira desde un ángulo diferente. Lo que un consumidor quiere en muchos casos no es el producto material como tal, sino más bien su prestación, es decir, el servicio que puede obtener del mismo. Así, una tendencia importante en la actualidad es que muchas empresas se apartan de la venta de un producto para vender un servicio, manteniendo la responsabilidad del producto subyacente a través de su ciclo de vida. Walter Stahel describe varios ejemplos de empresas que venden prestaciones, más que bienes materiales, y las implicaciones a nivel político y de gestión.

Un examen más cuidadoso de las motivaciones que conducen a las empresas a implantar tecnologías más limpias revela varios factores interesantes. El primero y más importante es todavía el coste. Las tecnologías limpias (incluyendo el vasto espectro de enfoques e iniciativas descrito antes) pueden ser económicas debido al consumo reducido de recursos, los costes reducidos de seguridad, limpieza y reparación, etc. Todos éstos son factores que tienen un impacto directo sobre la estructura básica de una empresa. Sin embargo, los conceptos de tecnología limpia no se traducen automáticamente en ahorro de costes. Entre las distintas posibilidades de optimizar las actividades de una empresa internamente y en relación con otros empresarios socios y con el consumidor, no todas las soluciones ecológicas son las más económicas. En muchos casos, la identificación de una solución buena desde el punto de vista medioambiental y también económica, requiere un esfuerzo considerable por parte de una empresa. Esto ha llevado a muchas empresas a desarrollar herramientas tales como indicadores que les ayuden a conjugar cambios en el diseño, impacto medioambiental y coste. Aunque estas iniciativas han comenzado sólo recientemente, contribuyen a incluir factores medioambientales en una serie de otros factores comerciales (Gameson, próxima publicación).

Además del coste, otros factores desempeñan un papel importante. Muchas compañías que se ven a sí mismas como implicadas y comprometidas con el medio ambiente y el desarrollo sostenible subrayan su responsabilidad social (BATE news service abril 1998; Schmidheiny y col. 1997). Otro factor es la imagen pública que tiene una empresa. Hoy en día, una empresa se puede permitir cada vez menos tener una imagen negativa. Además de los clientes, los accionistas quieren saber detalles relativos al comportamiento y a la gestión medioambientales de la empresa. Existe una percepción creciente entre los agentes industriales, los evaluadores en los bancos y los gestores de carteras de inversión, de que las empresas que tienen una buena historia medioambiental y sistemas de gestión medioambiental in situ están en general mejor gestionadas que otras empresas. Una encuesta reciente entre inversores institucionales ha mostrado que alrededor de las dos terceras partes consideran muy importantes los factores medioambientales para mejorar la competitividad de una empresa (BATE news service, abril 1998).

En comparación con la imagen, a menudo muy polarizada, con la que la industria tiene que convivir (siendo, por una parte, la creadora de riqueza y de trabajo, y por otra, una perversa contaminadora), la imagen que se obtiene de las empresas que aplican tecnologías limpias parece considerablemente más positiva. Sin embargo, se debe ser cuidadoso con los juicios y con las conclusiones generales. Las tecnologías limpias se están convirtiendo en una importante contribución para reducir el impacto medioambiental. Sin embargo, las tecnologías integradas son una tendencia emergente y pueden transcurrir años antes de que estas tecnologías se conviertan en habituales. Así, la mayoría de las historias de éxito de las tecnologías limpias representan la parte más pequeña, en su mayoría empresas muy innovadoras, de la comunidad industrial total. Además, aún cuando las grandes empresas tienen también el mayor potencial para el cambio, puede llevar muchos años integrar los procesos de producción en los gigantes industriales tales como las empresas multinacionales. A pesar de esto, las empresas que emprenden procedimientos nuevos y más benignos desde el punto de vista medioambiental, son realmente pioneras de la tan citada era postindustrial.

A pesar de un enorme incremento en la productividad material desde el comienzo de la revolución industrial, el consumo de materiales ha aumentado porque la demanda ha aumentado aún más deprisa. Aunque las tecnologías limpias usan los recursos mucho más eficazmente, es probable que aumente el consumo total de materiales. En los países industrializados la demanda está creciendo todavía y hay una tendencia a usar productos con materiales de vida corta. El aumento de la población y del nivel de vida en muchos países en vías de desarrollo conducirá también a un enorme incremento del consumo de materiales. Se piensa que la carga medioambiental sobre el planeta será por lo menos el doble en los próximos quince años. Se deduce que tenemos que reducir a la mitad el impacto medioambiental a nivel mundial, si se quiere que la situación medioambiental en todo el mundo no empeore. Resulta obvio que las tecnologías limpias pueden llegar a ser la contribución de la industria al desarrollo sostenible en los países industrializados y también en los países en vías de desarrollo. Sin embargo, la industria difícilmente puede resolver sola el problema. La oferta y la demanda necesitan equilibrarse, con el fin de ajustar el consumo de los recursos hasta un grado que sea compatible con la capacidad de los stocks del planeta. Esto requiere un esfuerzo de todos los actores implicados, industria, autoridades y consumidores. Hay varios estudios e ideas interesantes presentados por gobiernos e instituciones de investigación que tratan del potencial de las tecnologías limpias en conceptos integrados. Véase, por ejemplo, "81 Opciones - Tecnología para el Desarrollo Sostenible" un estudio encargado por el Ministerio de la Vivienda, Urbanismo y Medio Ambiente de Holanda (1997) o el nuevo informe del Club de Roma "Factor cuatro", por von Weizsaecker, Lovins y Lovins (1997). El problema de que la demanda aumente más deprisa que la productividad de materiales, conduciendo a un aumento general del uso de los recursos, es una cuestión importante que no hemos podido discutir con detalle en este número especial debido a limitaciones de espacio. Otros temas importantes como la elaboración de las Mejores Tecnologías Disponibles (BATs), la difusión de la tecnología, la relación entre tecnologías limpias y comercio y el papel importante que las instituciones financieras están empezando a desempeñar para conseguir que la producción industrial tenga un impacto medioambiental menor, tampoco se pueden discutir detalladamente por la misma razón. No obstante, los ejemplos elegidos muestran que la integración por una parte y la cooperación entre varios actores tales como la industria (suministradores, productores, distribuidores etc.), autoridades y consumidores por otra, son conceptos clave que se están abriendo paso a través de las cuestiones técnicas, organizativas y políticas en este campo.

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Palabras clave

eficacia ecológica, tecnologías integradas, tecnologías end-of-pipe, integración, cooperación

Nota

  1. Reunión anual los días 28-29 de abril de 1998 en París.

Referencias

Business and the Environment (BATE news service). Abril, volumen IX, Nº 4, 1998.

Gameson, T., Business Weighted Environmental Indicators. EUR Report (IPTS). Próxima publicación en septiembre de 1998.

Schmidheiny, S., Chase, R. y DeSimone, L., Signals of Change - Business Progress Towards Sustainable Development, WBSCD Publications, Ginebra, 1997.

von Weizsaecker, E.U., Lovins, A.B. y Lovins, L.H., Factor Four: Doubling Wealth - Halving Resource, The new report to the Club of Rome. Earthscan Publications Ltd., Londres, 1997.

Weterings, R., Kuijper, J. y Smeets, E., 81 Options - Tecnology for Sustainable Development, Informe encargado por el Ministerio de la Vivienda, Urbanismo y Medio Ambiente. Apeldoorn, 1997.

Contacto

Vera Calenbuhr, IPTS

Tel.: +34 95 448 82 87, fax: +34 95 448 83 39, correo electrónico: vera.calenbuhr@jrc.es

Sobre el autor

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Vera Calenbuhr es Licenciada en Ciencias Naturales. Actualmente está trabajando en el IPTS, donde se ocupa de temas tecnológicos, legales y financieros de las tecnologías integradas, y aspectos teóricos del desarrollo sostenible.

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