Introducción

AutorAbraham Castro Moreno
Cargo del AutorProfesor Titular de Derecho Penal, Universidad Carlos III de Madrid
Páginas11-14

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La teoría de los fines de la pena ha girado siempre, básicamente, en torno a dos concepciones clásicas que se contraponen entre sí: «teorías absolutas» o «teorías relativas», según se fundamenten en criterios éticos, las primeras, o utilitaristas, las segundas, y que responden a una forma estática (teorías absolutas) o dinámica (teorías relativas) de enfocar la cuestión de la pena1. También se haPage 12 dicho2, que ambos grupos de teorías responden a una distinta visión del ser humano. En este sentido, las teorías absolutas responden a una visión ideal del hombre, mientras que las relativas lo observan desde un punto de vista empírico.

El debate entre los partidarios de una u otra forma de afrontar el problema de la legitimación de la pena viene enfrentando a la humanidad desde la antigüedad. No en vano afirma GRACIA MARTÍN3, que la discusión sobre el fundamento y fines de la pena es tan antigua como la pena misma. Me ha parecido Ilustrativo de ello la discusión que recoge BOBBIO4 tomada de la Historia de la Guerra del Peloponeso5, mantenida en el año 428 a. C. entre Cleore y Diodato, dos oradores atenienses que deben decidir qué castigo adoptar contra los habitantes de Militele que se han rebelado.

El primero de ellos, mantiene que los habitantes rebeldes deben ser condenados a muerte porque deben ser castigados como merecen, y en tanto que han matado, también ellos deben morir. En este argumento está ya plenamente presente la esencia de las teorías absolutas de la pena, en virtud de las cuales la pena es un castigo, y se impone en la misma medida (trueque, vida por vida) que el mal causado por el penado, porque ello es una exigencia de la justicia. A su vez, añade Cleore, que imponiendo la pena de muerte a los rebeldes, además de ser castigados como merecen, sus cómplices sabrán que quien se rebela será castigado con la muerte, esto es, la imposición de la pena de muerte tendría también un efecto inhibidor en los demás, que se abstendrán de imitar la conducta de los penados, bajo amenaza de sufrir ellos mismos dicha pena. Este efecto intimidante y ejemplarizante de la pena pertenece al ámbito de las teorías relativas, en tanto que la pena no busca ya dar su merecido al culpable, sino evitar la comisión de nuevos delitos por parte de la generalidad. Se habla entonces, del efecto de prevención general.

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Diodato, por su parte, mantiene que la imposición de la pena de muerte no serviría para nada, y que antes que matar a los...

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