Globalización, derecho y Ciencias Sociales: Hacia una nueva teoría del conocimiento

AutorJuan Jesús Mora Molina
CargoUniversidad «Pablo de Olavide» de Sevilla
Páginas99-111

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1. Introducción

Desde finales de la década de los sesenta se ha acelerado a escala planetaria un proceso de profundo e intenso cambio. Los logros obtenidos desde los avances de la Nuevas Tecnologías de la Información han propiciado una transformación hasta ahora ausente no sólo en las relaciones humanas más básicas, sino también en las correspondientes a los Estados, a sus formas políticas y a sus organizaciones internacionales. Dicha particularidad no debe resultarnos en absoluto sorprendente, puesto que cada época de la Historia ha estado caracterizada por la presencia de unos rasgos pertinentes, los cuales han servido para pergeñar modelos de actuación y para delinear sistemas de referencia para los mismos.

La aceleración que nuestra coordenada civilizacional está padeciendo en relación a la emergencia de tales signos específicos, por su contingencia e inestabilidad, conlleva ciertamente cuestionamientos desestabilizadores tanto para los esquemas teóricos como prácticos de cuño tradicional. Parece muy difícil obviar que nos hallamos inmersos en una Gran Transformación -análoga pero disímil a otras ya acaecidas en el devenir histórico mundial, como acaeció durante la belle epoque- a partir de la crisis del petróleo de 1973/74 y la caída del muro de Berlín en 1989. La seguridad de nuestros modos de vida pía-Page 100 centeros se ve amenazada por implicaciones que tienden a metamor-fosear las condiciones del mercado de trabajo, las instituciones sociales fundamentales, las ideas, los hábitos de comportamiento, formas de sociabilidad,... y, por tanto, el derecho; en suma, nuestro abanico inveterado de ilusiones y esperanzas. Es decir, una implosión de ignotas variantes comienzan a entrar en el escenario de nuestras vidas, reorganizándolas sin ser conscientes de ello prácticamente, pues formamos parte inseparable de dicho proceso. Asimismo, los sistemas sociales conforman la condición donde operar ese abierto programa de ingeniería social, cuya denominación -en un primer momento- es susceptible de catalogarse bajo el apelativo de «globalización». En efecto, la amplitud de miras de ésta se contempla como auténticamente planetaria, aunque con unos efectos desconcertantes según las sociedades y regiones.

Las ciencias sociales, por su parte, tienen que hacer frente a la configuración de esta nueva realidad, para cuya tarea no poseen aún herramientas adecuadas. Parafraseando a N. Luhmann, estamos obligados a llevar a cabo una «Ilustración de la Ilustración». Las vetustas categorías socio-político-económicas no resultan útiles para interpretar el desafío planteado por la «realidad global». Por ello, las ciencias jurídicas no representan excepción alguna a este planteamiento. Ahora bien, la redefinición del rol del derecho habrá de provenir a resultas de consecuencia directa de una «revolución epistemológica» que acompañe al conjunto de la sociología, la ciencia política y la economía. Y el porqué de este itinerario se ha de cimentar en la misma naturaleza (básicamente, a posteriori) del propio derecho.

2. Otra realidad, otros conceptos y categorías

Hemos de partir de la consideración de que conceptos tales como los de «frontera», «nación», «Estado», «territorio», «soberanía», «clase social», «trabajo», «mercado», «autonomía», «espacio», «tiempo», «gobierno» -entre otros muchos- denotan una etapa histórica constreñida en el centro neurálgico del Estado-Nación. Es plenamente cierto que mientras éste no ha precisado de reformas sustantivas, su análisis e interpretación no ha revelado anomalías. Sin embargo, al cambiar las conexiones y nexos que estructuraban una pretendida «posibilidad de realidad», esto es, al ejecutarse una alteración en el modo de acumulación capitalista -sobre todo, tras la caída del Telón de Acero-, la pretérita concepción del Estado-Nación sufre el impacto de una vorágine inesperada, arrolladora. Las denominaciones de «aldea global», «fin de la historia», «mundo virtual», «destrucción de la geografía», «muerte de las ideologías», «mundo sin fronteras», «gobierno global», «sociedad civil global», ... inician suPage 101 función-fuente para un nuevo imaginario en pos de conceptos abiertos vinculables gracias a categorías de inédito origen.

Pero, ¿qué significan todas esas expresiones alegóricas y vagas? En cierta manera, apuntan hacia una nuevo método y paradigma para las ciencias sociales: la globalización como pilar y germen de hermenéutica para las relaciones sociales, políticas y económicas. La durabilidad teórica que ofrecía el proscenio del Estado-Nación se desvanece y es sustituida por la recreación, la disolución, la transitoriedad. En verdad, lo que permanece de la vieja visión es arrojado al crisol de la transformación. Ideas, representaciones, símbolos,..., modifican su sentido. Espacio y tiempo dibujan inexploradas nexualizaciones en neo-conceptos como «local», «regional», «mundial», «planetario», «internacional», «transnacional», «multinacional», «glocal», «global».

No cabe el menor atisbo de duda de que no nos enfrentamos a una transformación continuista del pasado. Quizás presenciemos una «quiebra histórica» representada por un período en el que las fórmulas del mercado adquieren el papel estructuralizador de la sociedad. ¿Cómo se está manifestando dicho proceso? En esta tardomodernidad, podemos observar -desde mi punto de vista- el siguiente cuadro de interrelación:

SOCIOLOGÍA POLÍTICA ECONOMIA
MODELO SOCIAL TRANSCULTURALIDAD GLOBALISMO LABORAL SOCIEDADCIVIL GLOBAL
MODELO-POLÍTICO SUPRANALIZACIÓN-NACIONALIZACIÓN TRANSNACIONALIZACIÓN GLOBALISMODE LA MERCADURÍA
MODELO ECONÓMICO SOCIEDAD DEL CONOCIMIENTO SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN GLOBALISMO FINANCIERO

Esto es tanto como afirmar que la Sociología, las ciencias Políticas y la Economía deben considerar nuevos patrones sociales, políticos y económicos que exceden al Estado-Nación. Así, la Sociología no puede dejar atrás la afinidad que media entre una sociedad transcultu-ral, un gobierno transnacional y la estructuración de una sociedad de la información; las ciencias Políticas, por su parte, alumbran el nacimiento de una sociedad civil global, incardinada con un gobierno supranacional (en sus distintas modalidades), el cual determina una sociedad del conocimiento; y la Economía -si interpretamos el «glo-Page 102 balismo» en virtud de síntesis reduccionista de la «globalización»-no podrá desprenderse de los efectos de la nueva configuración social y política: las fronteras no serán obstáculos ni para la movilidad laboral, ni para la colocación de mercancías en mercados locales o en los propios domicilios de los particulares a través de Internet, ni para el desplazamiento del capital financiero.

Pues bien, la globalización se ha de presentar como el conjunto de todos esos factores, los cuales se modifican unos a otros: los cambios políticos devienen muy sensibles a las contingencias económicas, cuyos efectos se hacen patentes en la estructuración social; etcétera. No es de extrañar, entonces, que una de las demandas más perentorias de este nuevo orden se refiera a un ordenamiento jurídico global, el cual dote de seguridad y protección a los bienes originados por cada una de estas tres parcelas, sintetizados por la máxima «comunicación planetaria, permanente, inmediata e intemporal». La incidencia en las distintas zonas del mundo se corresponderá con la capacidad de las mismas para la percepción y materialización de todo este grupo de factores. En realidad, ese ordenamiento jurídico global nacerá de una expresión...

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