Geopolíticas del cambio climático

AutorAstrid Ulloa
Páginas133-146

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Ecogubernamentalidad transnacional en torno al cambio climático

Las representaciones en torno al cambio climático como formación discursiva ligada a una ecogubernamentalidad y a una geopolítica del conocimiento revierten las prácticas políticas en torno a los procesos ambientales y las aperturas conceptuales que se venían dando en décadas anteriores, y que había permitido un pensamiento fronterizo para consolidar una nueva colonialidad centrada en las estrategias y en los poderes globales, que expanden nuevamente una sola visión de conocimientos.

El surgimiento del discurso en torno al cambio climático como problema global puede considerarse como el nacimiento de una nueva formación discursiva (de acuerdo con el concepto de discurso de Foucault), que produce un grupo de oraciones que proveen un lenguaje para hablar acerca de -una manera de representar el conocimiento acerca de- el cambio climático. El discurso, en la perspectiva de Foucault, está relacionado con las representaciones como fuente de la producción del conoci-

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miento social, que a su vez están relacionadas con prácticas sociales y relaciones de poder. Para Foucault, el análisis de las representaciones tiene que estar centrado en la producción del conocimiento a través de discursos dentro de contextos históricos y sociales específicos (Hall, 1997).

Este proceso global consolida una formación discursiva en torno al cambio climático, que construye maneras específicas de hablar, genera estrategias para actuar o prácticas tecno-políticas y desarrolla programas (acciones territoriales a implementarse, propuestas tecnológicas a desarrollarse, e indicadores y escenarios a proyectarse) específicos alrededor del planeta, a los cuales se deben acoger los países firmantes del Protocolo de Kyoto. El discurso global sobre cambio climático en cuestión se caracteriza por cierta manera de pensar acerca del «clima» y se expresa en varios textos, prácticas, conductas, políticas, disciplinas y objetos que comparten las mismas reglas o, en palabras de Foucault, pertenecen a la misma formación discursiva.

De manera similar al proceso del ambientalismo de las décadas de 1970 y 1980, con el cambio climático hay diferentes posiciones, tendencias y concepciones; sin embargo, el problema global ha generado una respuesta unificada, una visión única y una propuesta global, dejando de lado la diversidad de opciones y conocimientos. Aunque el cambio climático se presenta como el resultado de las actividades humanas en el plane-ta entero, no se desglosan completamente las causas. Así, el cambio climático se convierte en un problema global cuya solución es responsabilidad de todos los ciudadanos del planeta. Varios expertos comenzaron a contextualizar las amenazas climáticas (fenómenos meteorológicos, climatológicos e hidrometeorológicos) y a construir un nuevo objeto de conocimiento llamado cambio climático. Científicos internacionales generan políticas basadas en el conocimiento experto, que consolidan una representación global de lo que es el cambio climático, centrados en una visión económica de naturaleza y en un manejo de la misma a partir de la tecnología. Todo este proceso conlleva a una serie de acciones y soluciones, centradas en actores específicos internacionales, implicando una centralización y por ende un control sobre la producción de conocimientos globales entorno al cambio climático. En esta producción los conocimientos locales no están incluidos, específicamente los de los pueblos indígenas.

Esta nueva formación discursiva está relacionada con un control que trasciende los Estados, por tratarse de una representación de una problemática global que afecta a la humanidad. Por lo tanto, el cambio climático se ha convertido en un nuevo espacio de conocimiento que llama a una gobernabilidad técnica especial. Esta situación ha permitido el comienzo de una gubernamentalidad específica (Foucault, 1991), ecogubernamentalidad climática global (Ulloa, 2004, 2005). Foucault entiende la gubernamentalidad como:

  1. El conjunto constituido por las instituciones, los procedimientos, análisis y reflexiones, los cálculos y las tácticas que permiten ejercer esta forma tan específica, tan compleja, de poder, que tiene como meta principal la población; como forma primordial de saber, la economía política; como instrumento técnico esencial, los dispositivos de seguridad.

  2. La tendencia, la línea de fuerza que, en todo Occidente, no ha dejado de conducir, desde hace muchísimo tiempo, hacia la preeminencia de ese tipo de poder que se puede llamar «gobierno» sobre todos los demás: soberanía, disciplina; lo que ha comportado, por una parte, el desarrollo de toda una serie de aparatos específicos de gobierno y, por otra, el desarrollo de toda una serie de saberes.

  3. El proceso o, más bien, el resultado del proceso por el cual el Estado de justicia de la Edad Media, convertido en los siglos XV y XVI en Estado administrativo, se vio poco a poco «gubernamentalizado» [Foucault, 1999: 195].

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Watts sintetiza el concepto de gubernamentalidad como «todos los proyectos o prácticas que intentan dirigir a los actores sociales a comportarse de una manera particular y hacia fines específicos, en los que la política gubernamental es sólo uno de los medios de regular o dirigir dichas acciones» (Watts, 1993-1994).

Defino la ecogubernamentalidad como:

Todas las políticas, los discursos, los conocimientos, las representaciones y las prácticas ambientales (locales, nacionales y transnacionales) que interactúan con el propósito de dirigir a los actores sociales (cuerpos verdes) a pensar y comportarse de maneras particulares hacia fines ambientales específicos (desarrollo sostenible, seguridad ambiental, conservación de la biodiversidad, acceso a recursos genéticos, entre otros). En esta ecogubernamentalidad, las organizaciones ambientales (gubernamentales y ONG), los actores sociales (incluidos los pueblos indígenas y sus políticas culturales y ambientales), los ambientalistas, las comunidades científicas, las instituciones, y financieras internacionales, entre otros, son agentes en el proceso de regular y dirigir las acciones sociales de acuerdo con lógicas y discursos que contribuyen al desarrollo de una concepción emergente de una gobernabilidad ambiental global. Sin embargo, lo anterior implica negociaciones y conflictos, al igual que acuerdos [Ulloa, 2004: XLII].

La ecogubernamentalidad climática está articulada con una nueva geopolítica del conocimiento (conocimiento y colonialidad) en términos de Mignolo (2003), quien plantea «la relación entre las locaciones geohistóricas y la producción del conocimiento» (2003: 159). Si bien Mignolo (2003) plantea que una nueva reordenación de dicha geopolítica del conocimiento se da con «la crítica de la subalternización desde la perspectiva de los conocimientos subalternos (Dussel, 1996b); y la emergencia del pensamiento fronterizo como una nueva modalidad epistemológica» (2003: 160), con la ecogubernamentalidad en torno al cambio climático se reconfigura dicha geopolítica del conocimiento y vuelve a estar centrada en los países desarrollados, los cuales plantean la necesidad de un nuevo orden en la producción de conocimientos sobre el cambio climático, relacionado con la redimensión de lo económico (mercancías en torno a la reducción/absorción de los Gases Efecto Invernadero; GEI), nuevas tecnologías ecoeficientes (eólica, nuclear, eléctrica) y control territorial para detectar las amenazas, la vulnerabilidad y generar las estrategias que confronten el cambio climático en el ámbito global.

La geopolítica del conocimiento climático espacializa los efectos, los escenarios futuros y las propuestas para mitigar y adaptarse al cambio climático, generando unas nuevas territorializaciones/desterritorializaciones. En las representaciones sobre el cambio climático, los mapas entendidos como «un producto cultural, situado geopolíticamente y enunciado epistémicamente desde el poder» (Montoya, 2007: 165-166) permiten visualizar las nuevas configuraciones territoriales al proyectar los efectos de, por ejemplo, el calentamiento a través de escenarios futuros, cuyas proyecciones se vuelven la base de reconfiguraciones de la intervención, apropiación y uso de los territorios. En esta nueva ecogubernamentalidad climática, son básicas las tecnologías de vigilancia de los cambios climáticos.

Se puede hablar de una nueva territorialidad planetaria «al pensar la humanidad a partir de la categoría biológica de especie» (Porto, 2001: 76). Sin embargo, requiere de una intervención global, pues en razón de criterios como riesgos ambientales, pérdida de biodiversidad o de potencial productivo, y amenazas de enfermedades o desastres naturales, se reconfigura la cartografía global y se repiensan las relaciones internacionales en términos de la definición de lugares para intervenir. No obstante, se da una ausencia de conocimientos locales y sentidos de lugar, dado que conocimientos, subjetivida-

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des, identidades y prácticas en torno a la naturaleza y sus transformaciones específicas y en lugares particulares no son situados en igualdad de condiciones.

Estas presencias/ausencias generan reconfiguraciones de las geopolíticas del conocimiento al priorizarse ciertos países como básicos en la producción de soluciones ecoeficientes ante el cambio climático (Unión Europea, EE.UU., Canadá) y países receptores (China, Latinoamérica, por ejemplo), por sus riesgos, su proceso económico o por su rol de liderazgo. La producción de la representación del cambio climático está en manos de los científicos de países desarrollados y sus propuestas van hacia los...

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