Las falacias argumentativas

AutorDavid Martínez Zorrilla
Páginas245-267
CAPÍTULO VII
LAS FALACIAS ARGUMENTATIVAS
A lo largo del capítulo VI hemos ido viendo los instrumentos necesa-
rios para valorar e intentar asegurar la calidad de los argumentos desde la
perspectiva de su justif‌i cación interna. La corrección desde el punto de vista
lógico es un aspecto indispensable de la calidad argumentativa, ya que un
argumento en el que la conclusión no puede derivarse o apoyarse en las
premisas es, por esa sola razón, rechazable o inadecuado. Pero como hemos
visto y hemos indicado reiteradamente, la corrección deductiva es tan sólo
uno de los aspectos a considerar. Para tener un buen argumento, además de
la corrección lógica, las premisas deben ser las adecuadas; estas premisas
tienen por tanto que contar con la solidez y la corrección necesaria para que
el argumento cobre fuerza. Desgraciadamente, la cuestión de la justif‌i ca-
ción externa es más problemática que la de la justif‌i cación interna; en esta
última, contamos con un conjunto de reglas claras (las de la lógica) que nos
permiten saber con seguridad si el argumento es o no correcto desde un pun-
to de vista formal. Pero no existe nada equiparable a la lógica para evaluar
la justif‌i cación o corrección de las premisas, por lo que nos movemos en
un terreno más inseguro. Con todo, eso no signif‌i ca que no haya nada que
decir al respecto, o que no sea posible evaluar la calidad de las premisas o
intentar mejorarla en nuestra argumentación. Esto puede hacerse al menos a
través de dos vías, que, lejos de ser incompatibles, se complementan: a) el
estudio de las principales falacias argumentativas, como ejemplos de lo que
no debe hacerse, a f‌i n de conocerlas, saber identif‌i carlas y poder evitarlas
(o denunciar su existencia en las argumentaciones de los demás); y b) ajus-
tar la argumentación a ciertos parámetros, pautas, guías o consejos que nos
permiten mejorar en la organización, claridad y calidad de la misma. Por
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tanto, enfocaremos la cuestión desde dos perspectivas distintas: una nega-
tiva, dirigida hacia aquello que conviene evitar, y otra positiva, en la que
se proponen ciertas guías a seguir o elementos a tener en cuenta de cara a
intentar mejorar la calidad argumentativa.
En este capítulo nos centraremos en la primera perspectiva, la negativa.
El primer paso para mejorar la calidad argumentativa es evitar ciertas es-
tructuras o modos de razonamiento que se consideran inadecuados, y que se
conocen con el nombre de falacias. Recordemos la def‌i nición:
Una falacia es cualquier error en la argumentación o, por extensión, si-
nónimo de un mal argumento.
Un primer problema con el que nos topamos al hablar de las fala-
cias es que, estrictamente hablando, existe un número potencialmente
inf‌i nito de errores argumentativos, o de maneras de razonar mal, por lo
que resulta imposible, además de poco útil, intentar realizar un listado
exhaustivo. Por fortuna, los tipos de errores más habituales suelen ser
siempre los mismos y se reducen a un conjunto más o menos pequeño
de estructuras, lo que ha permitido que la gran mayoría de falacias sean
conocidas por su propio nombre, y hace posible que, sin excesivas dif‌i -
cultades, podamos tenerlas presentes para evitarlas o para identif‌i carlas
en contextos argumentativos.
Antes de entrar en detalle sobre los distintos tipos concretos de fala-
cias, conviene realizar una primera división importante: a) por una parte,
tenemos las falacias formales, que consisten en errores de tipo lógico (la
conclusión no se deriva lógicamente de las premisas); b) mientras que por
otro lado, tenemos las falacias materiales, que no implican (al menos no
necesariamente) un error en la estructura lógica del razonamiento, sino más
bien un problema en la calidad o justif‌i cación de las premisas (un problema
en el contenido, no en la forma).
1. LAS FALACIAS FORMALES
Como acabamos de ver, una falacia formal sería cualquier tipo de error
lógico, una mala aplicación de las leyes de la lógica que hace que la con-
clusión no derive o se deduzca de las premisas como una consecuencia ló-
gica. Existen tantas falacias formales como errores lógicos posibles, pero
nos centraremos, por ser los más habituales, en los siguientes: 1) La falacia
de negación del antecedente; 2) la falacia de af‌i rmación del consecuente; y
3) el non sequitur.
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