La estrategia europea de empleo. Informe 1/2001.Sesión extraordinasria del pleno de 9 de Mayo de 2001'

AutorFrancisca García-Núñez Serrano
Páginas343-347

'La estrategia europea de empleo. Informe 1/2001.Sesión extraordinasria del pleno de 9 de Mayo de 2001' Consejo Económico y Social Madrid, 2001 119 páginas Entre las funciones que la Ley 21/1991, de 17 de junio, que crea el Consejo Económico y Social atribuye al mismo, está la elaboración,

por propia iniciativa, de estudios o informes que, en el marco de los intereses económicos y sociales que son propios de los interlocutores sociales, se relacionen con la economía, la fiscalidad, las relaciones laborales, el empleo, la seguridad social, los asuntos sociales, la educación, entre otros temas que la Ley expresamente señala. La obra que comentamos se suma a un vasto conjunto de informes que, de un modo riguroso y constructivo, refuerzan la participación de los agentes económicos y sociales en la vida económica y social, reafirmando su papel en el desarrollo del Estado Social y Democrático de Derecho.

El objeto de estudio en esta ocasión no puede ser más actual y relevante para nuestro país: los objetivos que en materia de empleo han sido establecidos por la Unión Europea y las medidas que están siendo llevadas a cabo por España para alcanzarlos. El Informe objeto de recensión fija como punto de partida el Consejo Europeo de Ámsterdam que marcó un hito en las políticas de empleo de la Unión con la adopción del Título VIII sobre empleo y el reconocimiento del empleo como un asunto de interés común, tal y como lo pone de manifiesto el artículo 2 del Tratado Constitutivo de la Comunidad Europea, hechos valorados muy positivamente por el Informe. Posteriormente son las Cumbres de Luxemburgo, Cardiff, Colonia y Lisboa las que acaparan el protagonismo pues suponen la aplicación del nuevo Título, dando lugar a los denominados 'procesos' de la estrategia europea a favor de la creación de empleo.

La Presidencia de la Cumbre de Luxemburgo, en sus Conclusiones, establece cuatro directrices que habrán de ser incorporadas a los Planes Nacionales de Acción para el Empleo que deberán llevar a cabo los diferentes Estados miembros y que serán evaluados posteriormente por la Unión. Estas directrices o grandes pilares se mantendrán hasta hoy y son los siguientes: a) la mejora de la capacidad de inserción profesional, b) el desarrollo del espíritu de empresa, c) el fomento de la capacidad de adaptación de los trabajadores a las empresas, y d) el refuerzo de las políticas de igualdad de oportunidades en el mercado de trabajo. La Cumbre de Luxemburgo pone de manifiesto que no hay perspectiva real y duradera de desarrollo del empleo sin un entorno económico favorable, y se señala que,

en lo que se refiere al contexto macroeconómico, es esencial para la Unión continuar una política de crecimiento centrada en la estabilidad, el saneamiento de las finanzas públicas, la moderación salarial y las reformas estructurales, debiendo intensificar los Estados miembros la coordinación de sus políticas económicas.

Gracias a los Consejos de Cardiff y de Colonia se consolida la Estrategia Europea para el Empleo, sentando las bases de una política comunitaria que tiene en cuenta todos los factores económicos que inciden en el mercado laboral. Consecuentemente se aprueba el llamado 'Pacto Europeo para el Empleo', con el objetivo de fomentar la coordinación de las políticas económicas y de empleo mediante el diálogo macroeconómico entre Consejo, Comisión, Banco Central Europeo y los interlocutores sociales europeos.

Si bien el Informe que comentamos reserva el primero de sus capítulos a señalar los avances que en políticas de empleo se llevan a cabo durante las cumbres mencionadas, es la Cumbre de Lisboa la que merece una especial atención, por lo que se le dedica en exclusiva el capítulo II. Se establece en esta Cumbre un objetivo ambicioso, hacer de la Unión Europea la zona más competitiva del mundo y lograr el pleno empleo en el año 2010. Para ello, se reconocen, en primer lugar,

las principales debilidades del mercado laboral europeo, entre las que se encuentran, la insuficiencia de la creación de empleo en el sector servicios; desequilibrios regionales dentro de un mismo Estado, y entre los Estados miembros del centro de la Unión Europea frente a los Estados miembros del sur; elevada tasa de desempleo, en general, y de parados de larga duración en particular; inadecuación entre la oferta y la demanda de mano de obra; insuficiente participación de las mujeres en el mercado laboral y envejecimiento de la población. Por otra parte, la Cumbre de Lisboa analiza dos circunstancias que han comenzado a influir de modo irremisible, tanto en la economía en general como en los sistemas educativos en particular, puesto que, por una lado, la 'globalización' de la economía impone que Europa se sitúe en la vanguardia en todos los sectores en los que se intensifica la competencia y, por otro lado, la aparición de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación y su abrumadora implantación, tanto en esferas profesionales como privadas, exige una revisión completa del sistema educativo europeo, así como la garantía de una formación permanente que permita a los trabajadores adaptarse a los nuevos procesos productivos.

Resulta loable la enorme preocupación que se manifiesta por el acceso óptimo de todos lo ciudadanos a las nuevas tecnologías, para que los frutos derivados del crecimiento tecnológico se compartan equitativamente. Además, es importante destacar la preocupación manifestada por el refuerzo y la modernización del modelo social europeo que debe desempeñar un papel fundamental en la transición hacia la sociedad del conocimiento. Por último, y como cualidad más novedosa y valorada, se fijan en la Cumbre de Lisboa no sólo grandes líneas generales de actuación, sino objetivos operativos y cuantificables que permiten medir de un modo más certero la incidencia de las medidas adoptadas por los diferentes Estados en materia de empleo, así por ejemplo, se establece como objetivo la consecución del pleno empleo en el año 2010,

lo que supone alcanzar una tasa media de actividad del 70 por 100 de la población en edad de trabajar y una tasa de desempleo, exclusivamente friccional, de un 3-4 por 100.

Una vez que el Informe ha señalado los objetivos fijados por la Unión para conseguir una mejora de la situación de empleo, se dedican los dos capítulos siguientes a analizar,

por una parte, la situación actual de España,

deteniéndose en el análisis de la evolución de las políticas de empleo que han sido llevadas a cabo desde 1998 en nuestro país, muy especialmente a través de los Planes Nacionales de Acción para el Empleo y, por otra parte, la viabilidad y líneas de actuación que han de llevarse a cabo para la consecución de los objetivos fijados por la Unión. Este análisis se realiza de un modo pormenorizado, sirviéndose de gran cantidad de fuentes como la Encuesta de Población Activa realizada por el Instituto Nacional de Estadística; los estudios llevados a cabo por la Oficina Estadística de la Unión Europea (Eurostat) ; numerosos informes del Consejo Económico y Social sobre temas específicos como el trabajo a tiempo parcial, vida laboral y prejubilaciones,

movilidad geográfica; informes de la Comisión Europea sobre otros muchos aspectos,

además de ilustradores gráficos.

Los Planes Nacionales de Acción para el Empleo de 1998, 1999 y 2000 suponen la puesta en práctica de la Estrategia Europea de Empleo, atendiendo al contexto sociocultural español. Los citados Planes realizan una clara apuesta por las políticas activas de empleo que aproximan a los desempleados a la realidad del mercado de trabajo. Con el fin de desarrollar el espíritu de empresa se establecen medidas de simplificación administrativa, de información, asesoramiento y apoyo financiero a la constitución de empresa, estableciéndose la 'ventanilla única'. Además, se ha intentado fortalecer la situación de la mujer en el mercado de trabajo, estableciéndose como grupo prioritario de la mayoría de los programas y actuaciones.

Gracias a la puesta en práctica de todas estas medidas puede afirmarse que la creación de empleo en España ha sido muy intensa, sin embargo, la consecución de los objetivos fijados en la Cumbre de Lisboa supondrá para España un esfuerzo especialmente importante, pues su situación de partida es claramente peor que la de casi todos los demás países de la Unión. Así lo ponen de manifiesto datos como el de que la tasa de empleo española fue en 1999 casi diez puntos inferior a la media europea, concentrándose las mayores diferencias en las mujeres y los jóvenes, así como el elevado númerode parados de larga duración. Acertadamente, el Informe apunta que para dar solución a estos problemas, no se trata sólo de crear empleo, sino de aumentar la empleabilidad de las personas 'en especial mujeres, jóvenes y activos de mayor edad' que encuentran especiales dificultades para acceder a un puesto de trabajo. Para ello se han de establecer medidas que tiendan a remediar las carencias formativas que aún afectan a una parte importante de la población potencialmente activa, al mismo tiempo deben modernizarse los servicios públicos de empleo, pues el mercado español sigue operando, en general, al margen de estos servicios de intermediación. Finalmente, es preciso mejorar la calidad del empleo creado, reduciendo la temporalidad y la rotación. La temporalidad en España no tiene parangón en toda Europa, así lo demuestra el hecho de que en 1999, el porcentaje de temporales sobre el total de asalariados en la Unión Europea fue un 13, 2 por 100,

mientras que en España fue un 32, 7 por 100.

En los menores de 25 años, esa tasa fue, en la Unión Europea, un 39, 1 por 100 y en España nada menos que un 70, 1 por 100.

Si bien las propuestas por parte del Consejo Económico y Social salpican todo el informe, siendo merecedor por ello del calificativo de tremendamente constructivo y pragmático, el último capítulo se reserva a conclusiones y propuestas.

El Consejo Económico y Social reconoce abiertamente que los problemas de empleo en nuestro país son los más graves de toda la Unión Europea; aun a pesar de la mejora del empleo en lo últimos años, las diferencias en tasas de actividad, ocupación y desempleo españolas están alejadas de la media comunitaria, por lo que la dimensión del problema del desempleo continúa siendo especialmente relevante, si bien menos generalizada geográficamente y más vinculada a colectivos específicos que plantean mayores dificultades de inserción.

El informe presenta nueve propuestas para mejorar esta situación y alcanzar así los objetivos fijados comunitariamente, entre las que destacamos, en primer lugar, la consideración de la educación y la formación como factores estratégicos para conseguir una economía basada en el conocimiento. No hemos de olvidar que, entre otros importantes déficits estructurales de nuestro mercado de trabajo, se encuentra la carencia de recursos humanos suficientemente cualificados para atender las necesidades del mercado de trabajo, especialmente en aquellos sectores en los que la implantación de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación ha sido masiva. A ello se añade la falta de trabajadores con cualificaciones consideradas como tradicionales, debido al desigual desarrollo de los sistemas formativos españoles, en perjuicio de la formación profesional y la aparición de un creciente problema de fracaso escolar. Es imprescindible afrontar con prioridad estos problemas pues, sin unos trabajadores bien formados, sobre todo en aspectos tan importantes en la nueva economía como la tecnología o las competencias lingüísticas, las mejoras en otros ámbitos pueden resultar poco efectivas.

En segundo lugar, hemos de poner de relieve el esfuerzo que el Informe realiza por señalar nuevos 'yacimientos de empleo', algunos de los cuales aparecen como consecuencia de la incorporación de la mujer al mercado de trabajo, lo cual provoca que tareas que tradicionalmente han sido realizadas por este colectivo como,

por ejemplo, el cuidado de personas mayores o de niños, así como la dedicación al hogar,

puedan convertirse en puestos de trabajo remunerados.

La cada vez más creciente y justificada preocupación por el medio ambiente puede suponer una nueva fuente de creación de empleo, así, las empresas relacionadas con la gestión del agua, los residuos urbanos, peligrosos y especiales, etc. .. Por último, la Unión Europea ha destacado las enormes posibilidades de desarrollo y creación de empleo enel sector servicios, lo que arroja excelentes previsiones para España, donde el porcentaje de la población dedicado al referido sector es muy inferior a la media comunitaria, por lo que nuestra capacidad de crecimiento es mucho mayor que la del resto de países.

Destacamos también la propuesta que hace referencia al mantenimiento de los actuales sistemas de protección e integración social, pues son considerados como una garantía de bienestar social, competitividad y cohesión social. Estos sistemas han de adaptarse a las nuevas realidades del mercado laboral y de la demografía, estableciendo medidas de apoyo a la familia y servicios sociales de atención a las personas dependientes. Especial atención merece el creciente colectivo inmigrante; partiendo de la convicción de que una inmigración adecuadamente canalizada y regulada contribuye al bienestar europeo, se ha de intentar ofrecer respuestas adecuadas que ayuden a resolver los numerosos problemas en los que se haya inmerso este creciente colectivo.

En línea con el segundo pilar para la mejora del empleo, esto es, con el 'desarrollo del espíritu de empresa', el Informe recuerda que España es un país de pequeñas empresas. Es destacable que la proporción de empresas más pequeñas se sitúa en el sector servicios, sobre el que, como ya hemos señalado, parece gravitar el futuro crecimiento económico, por lo que, en nuestro país el motor de la economía será, todavía más que ahora,

la pequeña empresa. Por ello, el Informe propone intensificar las acciones para reducir sustancialmente los gastos generales y las cargas administrativas de las empresas, además de promover el espíritu emprendedor a través de todo el sistema educativo y formativo, de manera horizontal, incentivando la formación en técnicas de gestión de los pequeños y medianos empresarios.

Otras de las propuestas hacen referencia a la participación de los agentes económicos y sociales en la estrategia a favor de la creación de empleo, la modernización de los servicios públicos de empleo, la promoción de la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres o la mejora de los indicadores de evaluación e impacto de las políticas de empleo.

El informe concluye con cuatro Anexos en los que se muestran las Conclusiones de la Presidencia de los Consejos Europeos de Lisboa, Santa María da Feira, Niza y Estocolmo que ofrecen al lector un conocimiento de primera mano de las prioridades comunitarias en cada uno de los ámbitos que inciden en el proceso de creación de empleo.

Para terminar, bien puede considerarse el presente Informe como un referente ineludible a la hora de abordar el estudio de la situación actual del empleo en España, no sólo por la rigurosidad y amenidad, tanto de su planteamiento como de su análisis, sino también,

y sobre todo, por las numerosas e interesantes aportaciones que realiza en un tema que,

según las encuestas de opinión, es la segunda preocupación de los españoles y la primera de carácter económico.

FRANCISCA GARCÍA-NÚÑEZ SERRANO

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