La endometriosis, una lucha ecofeminista desconocida

AutorTasia Aránguez Sánchez
Páginas89-130
LA ENDOMETRIOSIS, UNA LUCHA
ECOFEMINISTA DESCONOCIDA
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1. INTRODUCCIÓN
La endometriosis es una enfermedad muy frecuente, la tenemos una de
cada diez mujeres pero la mayoría de las afectadas desconocen que la
tienen. Su síntoma más característico es un insoportable dolor mens-
trual. Muchas mujeres sufren todos los meses periodos horrorosos, com-
parables a contracciones de parto, pensando que el dolor de regla es nor-
mal y que, por tanto, deben acostumbrarse a vivir con ese sufrimiento.
Otro de los síntomas principales es la dificultad para obtener un emba-
razo, puesto que la endometriosis es la causa más frecuente de infertili-
dad femenina. Numerosas afectadas han pasado décadas probando sin
éxito tratamientos de fertilidad y gastando hasta el último euro de sus
ahorros en el decepcionante proceso.
La enfermedad consiste en que el tejido endometrial crece fuera del
útero invadiendo otros órganos del cuerpo, usualmente de la cavidad
pélvica (tropas, ovarios, intestino, vejiga, nervios ciático y pudendo)
pero también puede migrar a zonas lejanas por vía linfática, por ejemplo
a los pulmones. Dependiendo de los órganos que se ven afectados, la
endometriosis puede acarrear síntomas que impactan sobre la vida diaria
provocando una discapacidad. Pueden presentarse dolores de cabeza, es-
treñimiento, diarrea, cistitis, dolor al caminar, al permanecer sentada, al
coger peso, al defecar, al mantener relaciones sexuales o alcanzar un or-
gasmo. Como muchos síntomas afectan a órganos distintos a los sexua-
les, es habitual que no se nos ocurra relacionarlos con la enfermedad y
que no seamos conscientes del impacto que la enfermedad provoca en
nuestras vidas. Algunos casos de endometriosis causan discapacidad en
la movilidad, obligando a la afectada a caminar con bastón o con silla
de ruedas. En algunos casos la endometriosis provoca situaciones de
emergencia, como aquellos en los que perfora el apéndice o cuando se
rompe un quiste de endometriosis durante una fecundación in vitro. En
algunos casos el dolor crónico que provoca la endometriosis es tan
grande que las mujeres tienen que aplicarse parches de morfina para po-
der vivir un día relativamente normal.
A pesar de la alta prevalencia de la enfermedad, la divulgación social
sobre la misma es escasa y el conocimiento en el ámbito de la profesión
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médica suele ser insuficiente para reconocerla y diagnosticarla. Hay im-
portantes déficit de investigación científica, puesto que no se conocen
con precisión sus causas, no existe una cura y las técnicas diagnósticas
disponibles, como ecografías y pruebas de imagen, habitualmente no
logran el diagnóstico. Las afectadas tienen que soportar una media de
nueve años para ser diagnosticadas, pasando por unos cuatro o cinco
especialistas distintos/as. ¿Cuál es la causa de esta invisibilidad social?
Los estereotipos sobre el histerismo femenino, sobre nuestra presunta
debilidad y sobre la normalidad del dolor menstrual, junto con el tradi-
cional androcentrismo de la ciencia médica, demoran el diagnóstico y
causan a las mujeres un sufrimiento que se prolonga durante años. Du-
rante el largo periplo que atraviesan las afectadas para obtener un diag-
nóstico es habitual que casi todos/as los médicos despachen a las mujeres
recentando anticonceptivos, sin indagar las causas de su dolor. Algunos
médicos/as consideran hipocondriacas a las pacientes, les mandan anti-
depresivos o las despachan con un ibuprofeno diciendo: “es solo un do-
lor de regla”. He escuchado historias de médicos que achacan los sínto-
mas de las mujeres a que llevan una sexualidad promiscua inconfesada,
e historias de profesionales que acusan a las mujeres de que van a la
consulta médica porque tienen mucho tiempo libre. Hay profesionales
que insisten en que “no se ve nada”, “no tienes nada”, “¿no será un pro-
blema mental?”. Hay mujeres que han descubierto tras la menopausia
que tuvieron endometriosis y estuvieron toda la vida soportando dolor
y creyendo que lo que les pasaba era normal. La enfermedad puede ser
una condición muy dolorosa pero habitualmente las mujeres se auto-
convencen de que el dolor “no es para tanto”, de que no deben quejarse
porque “no tienen nada” y, cuando al fin alguien las escucha y pronun-
cia la palabra “endometriosis”, el autocuestionamiento no desaparece,
porque la enfermedad es tan desconocida que incluso a las afectadas nos
parece una condición misteriosa. Es habitual decirse a una misma que
el dolor no será tan grande como nos parece, que seremos un poco de-
biluchas o un poco perezosas y que debemos esforzarnos más.
Aunque la endometriosis es una enfermedad muy frecuente, la invisibi-
lidad que sufre da lugar a que cuando preguntamos por la calle sobre la
misma las personas respondan “¿endome-qué?”. El sistema sanitario

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